lunes, 2 de septiembre de 2013

“Hay que cambiar al minagricultura”

SEMANA.COM,  30 agosto 2013

El economista, exministro de Hacienda y de Agricultura, José Antonio Ocampo, cree que es urgente darle un giro a la economía.


“Hay que cambiar al minagricultura”. El economista José Antonio Ocampo.


SEMANA: ¿A usted, que le tocó enfrentar la primera gran crisis del campo de los años 90, cree que la agricultura tiene algún futuro?

José Antonio Ocampo:
 Colombia tiene obviamente la posibilidad de ser un exportador neto de productos agrícolas, pero lo que hay que preguntarse es por qué no lo ha podido hacer y por el contrario tiene hoy un campo tan golpeado y en crisis.

SEMANA: ¿Y usted qué cree?

J.A.O.: Si uno mira los dos periodos en los que se han ‘rebelado’ los productores del campo, que fue durante el gobierno de César Gaviria, que a mí me tocó enfrentar como ministro, y este del gobierno Santos, es claro que en los dos hubo una combinación de elementos, en especial de una tasa de cambio sobrevaluada y una apertura comercial, ahora más asociada a los TLC.

SEMANA: ¿Pero usted cree que los TLC son un problema para el agro?

J.A.O.: Además de tener un peso sumamente sobrevalorado, es claro que el país tiene una indigestión de 
TLC. Estos los comenzó el gobierno de Álvaro Uribe y los continuó este gobierno, quienes han firmado tratados sin que haya una claridad para qué se firman y qué gana el país. Se ha pensado que los TLC son un motor de desarrollo, sin embargo, yo no encuentro ninguna evidencia que demuestre que por tener más tratados se acelera el crecimiento. Por ejemplo, el campeón de los TLC en América Latina ha sido México, que tiene una economía que crece por debajo de Colombia. Y el otro país es Chile, que en los últimos 10 años ha firmado y firmado TLC. Sin embargo, durante estos años ese país ha crecido menos que en los años 90, cuando no tenía TLC. 

SEMANA: ¿incluyendo el TLC con Estados Unidos?

J.A.O.: Aunque aún muchos productos no se han visto afectados fue un suicidio firmar un tratado con un país que no le da vergüenza subsidiar con su gigantesca chequera su agro. México lo hizo y mire lo que le pasó al campo. ¿Cómo es posible que nosotros cometiéramos ese suicidio dos veces?

SEMANA: ¿Qué hay que hacer para salvar y recuperar al agro, en especial a los pequeños campesinos?


J.A.O.: Se requieren nuevas políticas que mejoren la productividad del campo y mucha prudencia con el comercio exterior. Es necesario poner salvaguardas para proteger donde no se pueda competir. En muchos 
TLC ya firmados se pueden poner, además frente a la situación social, sería entendible. Es urgente estabilizar los precios y el mercado, mientras se crea una nueva política agrícola.

SEMANA: ¿Y usted qué le recomendaría al Gobierno?

J.A.O.: Para resolver parte del problema se requiere poner un equipo al frente del Ministerio de Agricultura que genere credibilidad, pues el ministro actual no la genera. Eso quedó absolutamente claro en el debate de las últimas semanas. Hay que poner una persona de alto perfil a manejar esta crisis. Y segundo, que cree una política agropecuaria orientada a mejorar la productividad del campo. 

SEMANA: ¿Qué le pasa a este país si se acaban los campesinos?

J.A.O.: 
Socialmente sería una catástrofe. Muchas áreas del país son pobladas por campesinos, que son a la vez son los más pobres. Y si se acaba el agro se empobrecerían aún más… y qué los van a poner a hacer, a trabajar en la minería, que genera poco empleo

SEMANA: ¿Pero algunos dicen que los campesinos y el campo está lleno de llorones?

J.A.O.: Los datos del gobierno son contundentes, están mal y el modelo económico los ha golpeado. Si usted lee el Plan de Desarrollo dice que el gran problema de Colombia es que el campo no avanzado al mismo ritmo de las ciudades, lo que ha hecho que las distancias se hayan ampliado. Yo no apoyo la violencia, de ningún tipo, pero la protesta social tiene raíces, no viene del vacío. Se requiere dar un giro en la política agropecuaria.

SEMANA: ¿Pero algunos economistas cree que como vamos el país va bien?

J.A.O.: 
Vengo diciendo desde hace años que el problema en Colombia es que estamos acabando la industria nacional y la agricultura por un modelo en el que los grandes beneficiados han sido los exportadores y los mineros. Mire la disparada de las importaciones frente a la crisis de la industria y el agro. Es urgente ponerle impuestos a la minería, a la exportación de estos productos para incentivar lo que realmente importa. Estamos en una enfermedad holandesa desde hace años.

SEMANA: ¿Qué piensa de los subsidios que está dando el gobierno al campo?

J.A.O.: Por ahora han sido una alternativa para paliar los problemas graves que hay en la economía, pero en el largo plazo, frente a tantas necesidades que hay en el campo, los subsidios sectoriales no son una solución. Hay que pensar en mejorar la investigación y el desarrollo tecnológico, en asistencia técnica al campesino, mejorar la producción, las cadenas de comercialización; tener buenos centros de abastecimientos de insumos…. Hay que hacer una gran política para el agro y para la industria que están siendo arrasadas por la locomotora minera y por la enfermedad holandesa. 

SEMANA: ¿Puede sobrevivir la agricultura sin la protección del Estado?

J.A.O.: No existe agricultores, por muy prósperos que sean, sin la ayuda del Estado. Todos los países apoyan la agricultura. En Colombia lo venimos haciendo hace tiempo, con créditos dirigidos, por ejemplo. La paradoja del campo es que ha tenido grandes avances en recibir todos los derechos y beneficios sociales, creados y desarrollados por la Constitución de 1991, pero en cambio los ingresos y la productividad se vino al piso. Se desarrolló un patrón de desarrollo que beneficia a las ciudades y a la minería acabando la agricultura y la industria colombiana. A esto hay que darle un vuelco.

SEMANA: ¿Y qué propone?

J.A.O.: La agricultura y la industria tienen que ser el centro de la estrategia de desarrollo, hay que, así suene raro, reindustrializar y ‘reagriculturizar’ al país. La locomotora minera está arrasando con todo.

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