viernes, 27 de abril de 2018

El Consejo de Estado y la Corte Constitucional siguen en desacuerdo por las megapensiones

asuntoslegales.com.co/, Viernes, 20 de abril de 2018
Johnny Giraldo López - jgiraldo@larepublica.com.co, 

Colprensa

El Consejo de Estado había limitado el tope a solo congresistas.

La Corte Constitucional y el Consejo de Estado, tomaron decisiones diferentes sobre 10 tutelas de pensión. Los argumentos que presentaron tienen diferencias en la forma en que se ha venido reconociendo las jubilaciones en la jurisprudencia.

Anteriormente el Consejo de Estado había permitido que los trabajadores pudieran jubilarse con el promedio de sus ingresos del último año, sin embargo, esto estaba en contravía de dos pronunciamientos de la Corte Constitucional que dijo que si la persona pertenece al régimen de transición, su mesada equivaldría al promedio de su salario en los últimos 10 años.

Este año nuevamente la Corte Constitucional se pronunció por medio de un fallo del que fue ponente la magistrada Gloria Ortiz. Con él, la corporación pretendía poner un freno a las concesiones del Consejo de Estado y le recordó a ese tribunal que debe acatar esas medidas porque cuando las reformar a la ley son de naturaleza constitucional, se debe ser más estricto.

Una de esas decisiones polémicas del Consejo de Estado fue decir que el límite de las megapensiones solo rige para los congresistas del país. La Corte dijo que esa norma no se debe aplicar sólo para ellos sino a cualquier tipo de régimen especial.

Al tribunal constitucional lo que le preocupa es que a pesar de las decisiones emitidas por el Consejo de Estados, no hay unanimidad en ellas y eso puede amenazar la estabilidad jurídica del organismo.


¿Prevarica el Consejo de Estado al proteger las pensiones exorbitantes?

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Reflexiones al tema pensiones


¿Prevarica el Consejo de Estado al proteger las pensiones exorbitantes?

las2orillas.co, Por: Antonio de Roux | Abril 26, 2018
¿Prevarica el Consejo de Estado al proteger las pensiones exorbitantes?
¿Cómo es posible que a algunos colombianos se les sigan liquidando las mesadas sobre el promedio de los últimos diez años y a otros con el favorable promedio del último año?
Al dictaminar que las talanqueras establecidas por la Corte no se aplican al poder judicial del que ellos forman parte, los magistrados estarían beneficiándose de su propio fallo.

El problema que enfrentamos en el país con relación a la justicia es complejo. La ineficacia de la rama en el campo penal es conocida. La inseguridad rampante y la monstruosa multiplicación de los delitos dan cuenta de que no se exagera con esta afirmación. Los delincuentes si acaso pasan breves temporadas en las cárceles donde afinan sus siniestros métodos. Saben que pronto encontrarán un vericueto legal para recuperar la libertad y continuar su carrera criminal.
En la jurisdicción civil las cosas no son mejores. Los lentos procesos, las instancias interminables, los fallos tardíos hacen que muchos usuarios de juzgados y tribunales desesperen y hasta tomen la justicia por propia mano.
Es claro que no se puede generalizar, en la rama hay multitud de funcionarios probos. Tampoco sería razonable ignorar los esfuerzos del Fiscal General por mejorar los procesos operativos de su organismo, desterrar la corrupción y ofrecer resultados.
Pero en los colombianos viene creciendo la peligrosa idea de que el sistema de justicia no está comprometido con el bien general. Y no es solamente por las circunstancias que referimos, sino por las sentencias de algunas altas cortes encaminadas a consagrar beneficios o gabelas inaceptables.
Entre tales fallos hacen carrera los emitidos por el Consejo de Estado con relación al régimen de pensiones. Parece que esa instancia de manera contraria a la ética pública,  a las reglas sobre sostenibilidad fiscal y a contrapelo del criterio de la Corte Constitucional, se ha propuesto restablecer la vigencia de las pensiones exorbitantes.
En una sentencia histórica proferida en el 2013 y llamada a tener efectos generales, el tribunal constitucional que presidía Mauricio González Cuervo, resolvió la demanda interpuesta por Dionisio Enrique Araujo y Germán Calderón España y refrendó lo dispuesto en el Acto Legislativo 01 del 2005. Este había suprimido los monstruosos regímenes pensionales especiales como era el que amparaba a los congresistas.
En consecuencia se eliminaron las mesadas superiores a veinticinco salarios mínimos, quedando establecido que las pensiones deberían ser liquidadas con base en el promedio de los salarios de los últimos diez años sin incluir los pagos de naturaleza distinta a la salarial.
Más se demoró la Corte en manifestarse que el Consejo de Estado en enfilar baterías y comenzar a socavar la nueva jurisprudencia. Ya en una providencia del 2013 el Consejo había expresado críticas al criterio de la Constitucional poniendo en duda sus facultades para decidir sobre el monto y la fecha para el reajuste de las pensiones correspondientes a los magistrados y funcionarios de la rama judicial. Esas divergencias del Consejo de Estado sobre la materia  se volverían reiteradas expresándose en más de una docena de sentencias.
En un pronunciamiento reciente la mirada descalificadora del Consejo sobre lo expresado por la Corte Constitucional volvió a emerger. En este caso al fallar una tutela contra el tribunal de Nariño, la alta autoridad administrativa consideró de manera artificiosa, que lo dictaminado por la Corte en la materia solo podía aplicarse a los congresistas y a los trabajadores particulares. Una interpretación rebatida oportunamente por el conjuez Martín Bermúdez, quien puso de presente la improcedencia de tomar un camino distinto al de la Corte Constitucional.
Ante la tendencia del Consejo de Estado a proteger las pensiones exorbitantes de algunos ciudadanos, es ineludible formular algunas reflexiones. Para comenzar debe preguntarse si los magistrados del Consejo de Estado que desconocen el mandato de la Corte Constitucional estarían incurriendo en un conflicto de intereses y en un eventual prevaricato. 
Esto es así porque al dictaminar que las talanqueras  establecidas por la Corte no se aplican a otros sectores entre los que se cuenta el poder judicial del que ellos forman parte,  tales magistrados  podrían estar beneficiándose de su propio fallo.
Mucho más claro frente a la opinión sería que cuando se discute un derecho pensional que pueda relacionarse directa o indirectamente con la rama judicial, todos los vinculados a la decisión sean conjueces. De lo contrario caerá el manto de la duda, la sombra de las interpretaciones acomodaticias sobre lo decidido.
Hay una inequidad insostenible en materia pensional. De los cuarenta billones arbitrados por el Estado para las pensiones la mayor parte va a subsidiar las de alto valor.
Por otra parte no resulta aceptable que el Consejo de Estado al juzgar sobre estas materias ignore aquel principio constitucional insoslayable que es el de igualdad. 
En Colombia hay una inequidad insostenible en materia pensional. De los cuarenta billones arbitrados por el Estado para las pensiones la mayor parte va a subsidiar las de alto valor. En este contexto  ¿Cómo es posible que a algunos colombianos se les sigan liquidando las mesadas sobre el promedio de los últimos diez años y a otros con el favorable promedio del último año?

Peor aún resulta la indiferencia frente al patrimonio público y las finanzas del Estado exhibida por los magistrados que toman decisiones. La verdad es que los integrantes de nuestras altas cortes acaso con ideales pero sin sentido de la realidad, se preocupan mucho por gastar y muy poco por la existencia de los recursos necesarios. 
Por eso llegó la hora de tomar en serio la propuesta de la Comisión del Gasto Público en el sentido de crear un Comité Económico para esas corporaciones. Tal medida haría posible que aquellos jueces puedan evaluar previamente los impactos de  sus decisiones sobre la economía.

El Consejo de Estado y la Corte Constitucional siguen en desacuerdo por las megapensiones

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Reflexiones al tema pensiones

martes, 24 de abril de 2018

No engañar más con la edad de jubilación

larepublica.co, Lunes, 23 de abril de 2018




Hasta antes de que se calentara el debate electoral la reforma pensional era un imperativo, pero los candidatos empezaron a recular
Los candidatos a la Presidencia de la República para el periodo 2018-2022 no pueden negar que antes de que los debates electorales se agitaran, el tema pensional se abordaba desde el imperativo de “reforma urgente”. 
Pero con el paso de las semanas, todos a una sola voz han desconocido este grave problema y entre murmullos carentes de compromiso real se han comprometido a no subir la edad de pensión, a mantener Colpensiones como eje fundamental de la jubilación colombiana y en dar explicaciones inexplicables de los sistemas que se imaginan a los potenciales electores. 
Por supuesto es un tema que es muy difícil explicar en una respuesta de dos minutos como se acostumbra en los debates presidenciales, pero en conclusión todos están jugando con las expectativas pensionales de las personas, ilusionándolos en que la economía no cambia y que la bomba pensional sí existe por simples hechos elocuentes como los avances de la medicina moderna, la vida sana, la extensión de la expectativa de vida, entre otras situaciones como la calidad de vida en ascenso, eso si comparamos las dos o tres últimas décadas.
Los candidatos y sus equipos económicos no se han dado cuenta de que en último lustro, más de dos millones de personas -próximas a jubilarse en esta década- han devuelto sus ahorros a Colpensiones, luego de mantenerlos por varios años en los fondos privados de pensiones, que dicho sea de paso, les aconsejan irse al sistema público porque allí recibirán más dinero en mesadas por los altos subsidios que aún sobreviven en el sistema público.
Dice Anif (16 de abril de 2018) que “debería descontarse de esa ganancia de 100% del PIB, atribuible a la creación de las AFPs, el efecto que pudo haber tenido en reducción del valor presente neto el incremento de la edad de pensión de 55/60 años (mujer/hombre) hacia los 57/62. Sin embargo, ese valor no debe ser significativo ya que su implementación tardó veinte años en hacerse realidad y solo empezó a operar a partir de 2014”.
La Ocde plantea que “arreglar los retos financieros de los sistemas de pensiones es solo una parte de la ecuación. La otra parte está ligada a la sostenibilidad social y a si las pensiones en el futuro serán suficientes para dotar de unas condiciones de vida adecuadas a las personas mayores (…) la mayoría de los pensionados de la Ocde disfrutan de un nivel de vida tan bueno como la población media”, algo que será complicado de mantener a medio plazo”, argumento válido pues lo más seguro es que Colombia esté en ese club a finales de 2018.
Es irresponsable con la economía y las mismas personas decir que no se tocará la edad de pensión, porque cualquier estudioso del sistema pensional colombiano sabe que es un imperativo en el próximo lustro.
En la Unión Europea, España, Alemania, Dinamarca, Italia y los Países Bajos la han subido hasta los 67 años e Irlanda y Reino Unido a los 68. En Estados Unidos la edad mínima de jubilación es 62 años, aunque depende del año de nacimiento y puede realizarse hasta pasados los 70 años. En Japón está en 65 años, la misma edad en México y Chile.
Pero el argumento de mayor peso es el de las mismas personas que quieren extender su periodo laboral por varios años más. Hacer que los mayores se sientan útiles es uno de los mayores logros de una sociedad.

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Reflexiones al tema pensiones

Formación en ciudadanía: una prioridad

Por: José Manuel Restrepo

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En una visita a la Universidad de Antioquia para recibir un Doctorado Honoris Causa, la reconocida filósofa norteamericana Martha Nussbaum expresaba con acierto que “estamos en medio de una crisis de proporciones masivas y grave importancia mundial”. Ella no se refería a una eventual crisis económica, o a una guerra internacional, sino a una “crisis mundial de educación”. Y para sustentar tal afirmación señalaba con preocupación cómo los sistemas de educación estaban eliminando competencias claves para construir o preservar las democracias. 
Puntualmente, se refería a la eliminación de las humanidades y de las artes, que tristemente para muchos sistemas educativos se han convertido en “adornos inútiles”. De igual forma expresaba con preocupación el poco interés en formar en los jóvenes la capacidad para pensar críticamente, para trascender de las lealtades locales y acercarse a los problemas como ciudadanos del mundo y la capacidad de imaginarse comprensivamente la realidad del otro.
Esa aterradora predicción o explicación, para muchos pudo quedarse en el aire. Sin embargo, los más recientes datos del Estudio Internacional de Educación Cívica y Ciudadana en algunos países latinoamericanos (incluyendo Colombia), ponen de presente que la crisis tiene ya reflejo en nuestras naciones.
Sorprende que casi 70 % de 25.000 jóvenes entre 13 y 14 años apoyarían un estado dictatorial si este conlleva a orden, seguridad o beneficios económicos. Sorprende también que casi 65 % están de acuerdo en incumplir las leyes por un beneficio particular o familiar, o que una cuarta parte de los entrevistados señala estar dispuesto a ser permisivo con los sobornos que reciben funcionarios públicos si su salario es bajo. El riesgo mayor es que cuando se les pregunta a aquellos jóvenes con mejor instrucción cívica, su confianza en las instituciones del Estado es supremamente pobre.
Como conclusión de lo anterior, surge como una prioridad estratégica en nuestros países (incluyendo especialmente Colombia, que tiene resultados peores que la media latinoamericana) el fortalecimiento de una educación en ciudadanía, aparte de trabajar en recuperar la dignidad de las instituciones.
Esto supone un esfuerzo adicional en estrategias que permitan construir una cultura de integridad en nuestra sociedad, donde superemos esa visión egocéntrica e incoherente que muchos demuestran en sus actuaciones públicas. Como conclusión positiva, se encuentra el hecho de que para los jóvenes un actor clave y creíble para lograr lo anterior son las propias instituciones educativas o escuelas (80 % confían en ellas), dejando entrever que aún hay esperanza en lo que se puede construir.
Lo que esto significa, y en especial de cara a la prioridad de la agenda educativa de nuestros candidatos presidenciales, es que así como es indispensable trabajar en temas de calidad, cobertura y pertinencia en educación, ciencia, tecnología e innovación, tan importante como esto, si queremos preservar nuestros valores democráticos, es el fortalecimiento de una educación en ciudadanía donde la ética de lo público se viva en la sociedad. Y mucho más prioritario, que este esfuerzo se dé con fuerza en la primera infancia. Como lo señala Unesco, la atención y educación de la primera infancia transforma vidas y logra cohesión social.
Educar en Ciudadanía significa, entre otros asuntos, lograr jóvenes que entiendan la urgencia de que prime el bien común sobre el bien particular, que sean solidarios con su entorno ambiental y con quienes no tienen las mismas oportunidades, que sean tolerantes y respetuosos de la diferencia, que construyan con sus actuaciones una ética de lo público, que confíen y construyan confianza en las instituciones, que se comprometan con una sociedad más equitativa y que sean capaces de edificar civilizaciones con esperanza. Llegar aquí necesariamente requiere volver a las humanidades, volver al maestro con dimensión universal y generosidad en su tarea formativa y recuperar lo subjetivo de la educación (motivación, felicidad, pasión, responsabilidad y valores).
Viendo lo anterior, ojalá resonaran en los oídos de nuestra clase dirigente de hoy y de mañana las prioridades educativas que propuso en sus discursos iniciales la primera mujer rectora de la Universidad de Oxford, Louise Mary Richardson, cuando se comprometía a “formar gente que piense críticamente, actúe éticamente y se haga las preguntas que son”.
jrestrep@gmail.com / @jrestrp


Reflexiones al tema pensiones

miércoles, 18 de abril de 2018

El Fondo de Garantía de Pensión Mínima (Fgpm)

 larepublica.co, 10 de abril de 2018



El tema de volver más eficiente el Fgpm ha estado en el corazón del debate pensional recientemente. La Comisión de Gasto, Anif, Fedesarrollo y Asofondos han venido haciendo diversas propuestas acerca de mejores formas de ganar en eficiencia en su cobertura y en ganancias en progresividad en la aplicación de los subsidios que de allí emanan.
La interpretación de Anif sobre este debate es que parece existir relativo consenso en que “el primer mejor” (la política óptima) en materia de reforma pensional pasa por tres elementos vitales:

i) ajustar al alza la edad de pensión, pero de forma muy gradual, de tal manera que nadie al que le falten 10 años o menos de pensión se vería afectado en su expectativa de disfrute a la edad de los 57/62 años (mujer/hombre); esto quiere decir que las mayores edades entrarán a regir de forma gradual por allá en 2029 y solo para aquellos que tengan hoy menos de 47/52 años (m/h);

ii) ajustar a la baja los beneficios pensionales que se calculan mediante la llamada Tasa de Reemplazo (TR = pensión/salario base de cotización), pero ello también ocurriría de forma gradual (como se explicó arriba) y

iii) ajustar a la baja la “garantía de pensión mínima”, probablemente hacia 75% de un Salario Mínimo Legal (SML), tal como ocurre hoy en Chile.
La racionalidad de estos ajustes estriba en que si queremos pasar de la pobre cobertura pensional actual (tan solo 1 de cada 4 colombianos adultos-mayores) hacia la media de América Latina (2 de cada 3), entonces tendremos muchos menos dineros para otorgar en subsidios pensionales.
Además, debemos eliminar los altos subsidios regresivos hoy existentes en Colpensiones (tipo Hood-Robin: donde se les quita a los pobres para darles a los de pensiones más altas). Simplemente, la TR en Colombia no puede seguir bordeando 65%-70% en los niveles salariales medios-altos o 100% en los niveles bajos; la media de ellos debe plegarse hacia el promedio observado en países Oecd que está cerca del 50%.
También parece existir relativo consenso en que, de forma paralela a estas reformas paramétricas-pensionales, se requiere urgentemente asegurar una mejor cobertura pensional en las pensiones de menor monto (digamos de 1-2 SML). Pero aquí las propuestas sí difieren tanto en enfoque como en procedimientos.
La postura de Anif a este respecto ha sido que no se requiere inventar un esquema diferente al ya existente en materia del Fgpm, pues alternativas que busquen monopolios a favor de Colpensiones en lo que tiene que ver con trasladar allí forzosamente a todos los cotizantes en un pilar-básico de un SML pondrían en serio riesgo el crecimiento del ahorro privado de las AFPs. Más aún, dicho monopolio no resuelve el problema del faltante pensional, pues lo ahorrado al reducir los subsidios de las pensiones altas (-28% del PIB) se pierde dándole un subsidio a todos los afiliados hasta por un SML (+24% del PIB). Así, el VPN del Pasivo Pensional se mantendría cerca del 110% del PIB.

Uno de los problemas de baja cobertura en rentas vitalicias ha tenido que ver con la elevada informalidad laboral, la cual se traduce en bajas densidades de cotización. Estas impiden alcanzar los requisitos de tiempos mínimos de cotización, cercanos a los 25 años en Colpensiones o de 22 años en AFPs, o montos mínimos de ahorro (cercanos hoy a los $180 millones en las AFPs, para así poder financiar una “renta vitalicia”), ver cuadro adjunto.

En paralelo, debe modificarse la reglamentación que hoy está plagada de arbitrariedades en cabeza de la Dirección de Seguridad Social-Mhcp a la hora de decidir quién clasifica para poder usar los recursos del Fgpm. A futuro, Anif propone que Colpensiones también empiece a construir su propio Fgpm (con base en las cotizaciones existentes de 1,5%, como lo han hecho las AFPs), en vez de diluir sus recursos en regresivas pensiones. Esos subsidios del Fgpm deben aplicarse conforme a reglas que aseguren el otorgamiento de rentas vitalicias, según criterios de “primer-llegado/primer-servido”.





Reflexiones al tema pensiones

Editorial: Nadie escucha la Comisión del Gasto

larepublica.co, Miércoles, 18 de abril de 2018




El modus operandi es el mismo: cada vez que surge un problema en el Ejecutivo se arma una comisión, una misión o un comité de expertos al que nadie oye.

La llamada Comisión del Gasto es una más de las muchas misiones, comités consultivos, consejeros, asesores y demás rótulos rimbombantes que les ponen a grupos selectos de expertos que convocan los gobierno locales, regionales y nacionales para que ayuden con su conocimiento, experiencia y sabiduría en la solución de problemas estructurales que los funcionarios de carrera no logran evacuar.

Hubo una Misión Rural, una Comisión de Expertos Tributarios y hasta una Mesa de Sabios, esto sin olvidar la Comisión del Gasto que hoy nos ocupa, que dicho sea de paso se convoca para hablar de ahorro.

 ¡Nada más contradictorio que un comité de gasto para hablar de ahorro del Estado!.

Todo arrancó cuando surgió la idea de que para cumplir la regla fiscal -el Marco Fiscal de Mediano Plazo- se debería hacer una reducción del gasto en los próximos años, sin que esta tarea comprometiera el desarrollo. Es decir, no es ahorro por ahorro, pues un país como Colombia requiere una fuerte inversión estatal para desatrasar la infraestructura y sacar a millones de la pobreza.

La Comisión del Gasto ya le habló al Gobierno Nacional saliente y poco caso ha hecho, no es sino mirar las docenas de agencias que se han creado, algunas pisando las mangueras de otras, con centenares de puestos burocráticos que nada aportan.

Lo primero que aconseja un nuevo informe de la Comisión del Gasto es que “si no se hace en un contexto de mejoras de eficiencia, una contracción tan fuerte del gasto puede comprometer el crecimiento y las condiciones de la población más vulnerable”, es un poco lo que debe ser la esencia del ahorro: no se puede recortar en lo fundamental como es la infraestructura, educación y seguridad.

Es un imperativo que los candidatos conozcan este informe para que se comprometan. Muchas de las recomendaciones involucran cambios institucionales, cuya implementación puede tomar varios años. Por ejemplo, se habla de cómo construir los presupuestos para los próximos años, o qué bases tener en cuenta.

Se recomienda:
  • un presupuesto por programas y adoptar un sistema de clasificadores moderno en todos los niveles de gobierno y etapas del presupuesto;
  • unificar el proceso presupuestal de funcionamiento e inversión en una sola entidad;
  •  evaluar y racionalizar en tiempo perentorio las rentas de destinación específica y demás gastos inflexibles;
  • recuperar el papel estratégico del Plan de Desarrollo;
  • crear un consejo fiscal consultivo, técnico e independiente;
  • introducir flexibilidad para que los ejecutores puedan reasignar partidas dentro de su presupuesto;
  • establecer por ley límites normativos al monto de vigencias futuras;
  • reformar el Sistema General de Regalías para reducir inflexibilidades y permitir la integración con los recursos de inversión de la Nación.

Para mejorar el empleo en el Gobierno se recomienda:
  • implementar un sistema integrado de información del empleo público;
  • modificar la estructura institucional del sistema de administración pública;
  • estrechar vínculos entre remuneración y el rendimiento y reconocer que el Estado necesita diferentes formas de vinculación laboral.
  • La otra esfera es el sistema de compras donde piden simplificar y estandarizar las normas en materia de contratación al tiempo que aplicar el principio de competencia como regla general y definir lo que se puede hacer por contratación directa.


Lo malo de este ejercicio es que nadie le pone atención y pasará a engrosar los anaqueles que deja el Gobierno.


Coincidencias y diferencias de las propuestas pensionales de Iván Duque y Humberto de la Calle

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martes, 17 de abril de 2018

‘Todavía no hay un consenso generalizado sobre una reforma pensional’, Minhacienda


POR: 
PORTRAFOLIO
,  

ABRIL 13 DE 2018 


Mauricio Cárdenas, tras el Congreso Anual de Asofondos.
Mauricio Cárdenas, tras el Congreso Anual de Asofondos.
JULIÁN CALDERÓN


Para el ministro Mauricio Cárdenas, la sostenibilidad financiera todavía no representa una bomba de tiempo, pues hay otros factores de atención prioritaria.


En el marco del Congreso Anual de Asofondos, donde se han debatido las condiciones actuales del sistema pensional en medio de un panorama demográfico y macroeconómico cambiante, el ministro de hacienda Mauricio Cárdenas señaló que, aunque se conocen propuestas que coinciden en muchos puntos y divergen en otros, todavía se está muy lejos de un consenso que sea el punto de partida para reformar el modelo pensional actual.

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“Todavía no hay un consenso generalizado sobre esa reforma pensional. Es un tema en el que todavía no hay un acuerdo político, todavía falta socializar más las ideas, hay unas propuestas y unas tesis, también está la Comisión del Gasto, que va a presentar su informe el próximo martes, pero hay otras ideas del sector privado. Todavía hay que construir ese consenso de lo que sería una reforma pensional”, afirmó Cárdenas.

‘Es la hora límite para tomar decisiones en materia pensional’, Asofondos



COBERTURA E INEQUIDAD, LOS PRINCIPALES PROBLEMAS

Cárdenas señaló que si bien al Gobierno le preocupa la sostenibilidad del esquema pensional, esta no es la mayor falencia. Para el funcionario, la baja cobertura y la alta inequidad son los principales problemas del modelo pensional, y son los que primero deben solucionarse.

“El costo como porcentaje del PIB no está previsto que crezca, por eso decimos que no es una bomba que vaya a explotar, porque esos 40 billones de pesos anuales que le cuestan las pensiones a la Nación se van a mantener más o menos estables y luego van a caer. No es que el costo vaya a incrementarse en una forma que genere riesgos de sostenibilidad fiscal, por eso el problema principal es de baja cobertura y alta desigualdad”, argumentó. 

Por esta razón el ministro considera que el primer problema que debe atacar una eventual reforma pensional, o cualquier modificación en ese sentido, es la baja cobertura y lograr ampliar la base de trabajadores que cotiza y ahorra para su pensión.


Julián Calderón H.
julcal@eltiempo.com




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