miércoles, 11 de septiembre de 2013

Tolerantes con la incompetencia

portafolio.com,Septiembre 10 de 2013 



Colombia es una sociedad bloqueada. Hemos llegado a un punto en el cual los intereses son tan poderosos que el Estado está paralizado. Los paros recientes demuestran que el Gobierno no tiene ni la voluntad ni la capacidad de enfrentar los grandes cambios que requiere este país en crisis.
Los intereses que nos tienen aprisionados son visibles. Está la mafia de la corrupción, que cobija al Estado en su conjunto, y que se mueve según los dictámenes del clientelismo y la mermelada. Todos sabemos que los contratistas son los reyes del poder en todas las instancias nacionales, departamentales y municipales. Pero seguimos pensando que con normas simbólicas vamos a derrotar a los corruptos.
Está el nudo gordiano de la justicia. Millones de casos represados y niveles de impunidad por encima del 94 por ciento son el claro reflejo de un modelo que no va a operar nunca, mientras no entendamos que la primera función del juez es pensar en los derechos de los ciudadanos que han sido violados por los criminales. Mientras sigamos creyendo que la inseguridad es producto de la injusticia social, esta sociedad seguirá siendo violenta e inviable. Hay países mucho más pobres e injustos que Colombia, donde el nivel de inseguridad es inferior.
Está el núcleo de intereses económicos que consideran que las utilidades son el único medidor de eficiencia. En nuestra economía, la proliferación de mercados imperfectos permiten todo tipo de abusos contra los consumidores, lo que se refleja en las gigantescas rentabilidades de los sectores menos competitivos. Vivir en Colombia es carísimo, pues pagamos valores desorbitantes por servicios que resultan más baratos, aún en los países más ricos del planeta. El Estado no puede y no quiere frenar los abusos a la competencia, como lo confirman los escándalos frecuentes relacionados con excesos contractuales y acuerdos ilegales.
El problema central de la sociedad bloqueada es que seguimos ensayando los mismos remedios inútiles aplicados por los mismos personajes que han fracasado. Nos empeñamos en corregir problemas estructurales con placebos. Creemos que cambiar un gabinete producirá cambios de fondo. Regresan figuras que han ocupado cargos de responsabilidad sin corregir los problemas, que supuestamente dominan, pero que no pudieron solucionar cuando tuvieron la oportunidad. En Colombia llamamos ‘experimentado’ al que tiene una hoja de vida llena de honores y pocas realizaciones. Premiamos con cargos en el exterior a los que han fracasado en puestos en el interior. Se estrenan figuras que aparecen sacadas del sombrero para reemplazar a quienes se quemaron sin remedio. Y los problemas siguen tan campantes.
Somos tolerantes con la incompetencia. Mientras tanto, la impaciencia de la población sigue creciendo.
Hay señales de desesperación como las que presenciamos durante el paro. Pero hay otras menos visibles menos visibles, como la distancia, cada vez mayor, del ciudadano con el Gobierno, los medios de comunicación, el sistema judicial, la libertad de empresa o la dignidad humana. Siente, con razón, que las cosas no van a cambiar y pierde la esperanza de mejorar, que es lo que hace que una sociedad prospere y salga adelante.
Miguel Gómez Martínez
Profesor del Cesa
representante@miguelgomezmartinez.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario