viernes, 27 de septiembre de 2013

No es solo el fútbol, estamos enfermos de violencia.


lasillavacia, Por: Carlos Suárez, Mié, 2013-09-25 18:37

Imagen de Carlos Suárez
Después de un par de meses de ausencia, aterrizo en Colombia y no puedo dejar de ver con ojos de tristeza la barahúnda de hechos violentos que se apiñan en los medios y que son el día a día de nuestro País.
La nuestra es una sociedad enferma, basta con ojear los titulares de prensa, que en estos tiempos de modernidad van acompañados de los videos captados por cámaras de seguridad y de la policía. 
Como en un reality show, vemos impávidos la realidad de lo que somos capaces de hacernos los unos a los otros y pretendemos ser espectadores, sin darnos cuenta de que en verdad, lo que somos es protagonistas.
En cualquier País civilizado o que no viva un conflicto como el de Siria o Afganistán, cualquiera de las imágenes que se vieron en los noticieros de televisión en la última semana, habría podido ser la noticia de abrir durante varios días.
Sin embargo; en el nuestro, son el pan cotidiano, tan solo un segmento mas para ganar audiencia; pero sobre todo, para vender pauta y seguir enriqueciendo a punta de raiting al oligopolio que se ha despachado los negocios mas importantes en Colombia, incluyendo el de los medios de comunicación.
Bastaría con observar con algo de sentido critico las cinematográficas escenas en las que, hombres armados con fusiles R 15 entran disparando a un centro odontológico y llevan a la libertad a un peligroso delincuente (que era conducido por guardias del INPEC, a una cita con su odontólogo privado) para que nos hubiésemos conmocionado como conglomerado social, pero la noticia solo fue flor de un día.
No hubo funcionarios que tuvieran que renunciar por ese hecho. Tampoco hay grandes debates para determinar por qué en Colombia, la entidad encargada de vigilar las prisiones, se convirtió en servicio de transporte de los delincuentes mas peligrosos, para que asistan a los médicos de un sistema de salud que está hecho trizas y que parece funcionar bien para ellos y sus fines, pero no para los ciudadanos que realmente lo necesitan.
Tampoco se abordó el debate que tenemos pendiente sobre el uso incontrolado y desbordado de armas de fuego; en un mercado en el que, a diferencia del norteamericano, supuestamente se controla la comercialización del armamento a través del ministerio de defensa, aquí hay asaltos hechos por comandos de mercenarios con fusiles de largo alcance en plena capital de la república y no se nos hace extraño.  
Sabemos que hay criminales que se dedican a alquilar armas por días para que sicarios u otros delincuentes realicen homicidios y demás fechorías y las retornen a sus dueños una vez que culminan la "vuelta" para la cual alquilaron el armamento, pero tampoco nos impacta como conglomerado pese a que la realidad de las cifras es abrumadora: mas de trece mil asesinatos se presentaron en Colombia en el año 2012, un gran porcentaje de ellos por arma de fuego y aún así, los grandes debates sobre el uso de armas no son parte de la agenda política del País.

Otro ejemplo de esa violencia rampante con la que convivimos, se ve claramente en el video en el que, como en el lejano oeste, una persona que acaba de retirar dinero del banco, repele a tiros a quienes lo siguieron para robarlo y logra matar a uno de sus agresores.  Es normal, en Colombia para retirar dinero en efectivo pareciera que se debe ir armado y dispuesto a matar o morir, no importa la cantidad de la transacción.
Pero ahí no pararon los videos, impávidos veíamos en la pantalla de televisión cómo una cámara captó el momento en el que un descarado sicario en el sur de Bogotá, asesinó a sangre fría a un hombre.  Lo sorprendente del asesinato, es que lo cometió justo al lado de una patrulla de la policía que se encontraba a escasos centímetros del asesino, este fue capturado de inmediato porque ni siquiera hizo esfuerzos para huir del lugar.  El asesino mata a su víctima con arma de fuego, de manera fría y cínica, delante de la policía y sigue su camino con normalidad.
Homicidios como ese, hemos visto en los últimos años muchas veces en los telediarios, como si matar en Colombia fuera un hecho común, otra actividad diaria que se registra en las noticias de la misma manera como en otras partes del mundo se presenta, cíclico y aburrido, el informe del tiempo.
Pero la muerte no solo viene en el empaque de la violencia desenfrenada de las armas, supimos de la muerte de varias personas que fueron asfixiadas al quedar atrapadas en una ratonera, a la que entraron por voluntad propia para evadir las restricciones horarias del consumo de bebidas alcoholicas o de lo que han dado en llamar "la rumba".
Muy pronto apareció el video de los hechos y vimos cómo la policia llega al sitio y al parecer para obligar a abrir la puerta, rocía gas pimienta por debajo de una minúscula puerta.  Al cabo de los minutos, cientos de personas intentan abandonar el diminuto establecimiento en el que se refugiaban para consumir alcohol contraviniendo los horarios establecidos por ley. Era tanto el volúmen de personas y tan clandestino el sitio, que el único acceso se convierte en un agujero mortal en el cual mueren varias personas atrapadas por la estampida humana, generada - tal vez? - por la imprudencia de la policía al usar el gas pimienta.
Ese, en el que murieron ante los ojos de los televidentes un grupo de personas; no es sino un ejemplo de los miles de bares, amanecederos o negocios que se lucran del ansia de una sociedad ávida de consumir alcohol hasta embrutecerse, para salir después desdoblada a comportarse como asesina en potencia al frente del volante de sus carros, provocando riñas o maltratando a sus parejas excusandose en la ebriedad.
Apenas digeríamos  ese exceso de violencia, cuando aparece nuevamente la muerte en las pantallas de nuestros hogares: En dos hechos salvajes vimos cómo, dos personas son asesinadas por quienes aparentemente tienen en común, además de ser asesinos, camisetas de equipos de fútbol.
Y basados en ése detalle, pese a que los homicidios se cometieron muy lejos del estadio, en momentos en los que ni siquiera se jugaba un partido, salimos todos al unísono a dejarnos llevar por la estrategia mediática que montó el gobierno, de echarle la culpa al fútbol.
Aplazaron un partido y amenazan con cancelar el pobre y mediocre torneo colombiano de fútbol; esas no son mas que medidas extraordinarias para acallar una verdad que no se puede ocultar porque la vemos todos los días en la televisión, la presenciamos en las calles y muchas veces -cada vez mas-, la sufrimos en nuestros bienes o en nuestra propia integridad personal: la nuestra es una sociedad enferma de violencia, nuestras ciudades son inseguras, nuestros gobernantes no han podido darnos tranquilidad, el nuestro es un País en el que campea la muerte, en el que nos matamos por todo y por nada

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