lasillavacia, Por: Carlos Suárez,
Mié, 2013-09-25 18:37
Después de un par de
meses de ausencia, aterrizo en Colombia y no puedo dejar de ver con ojos de
tristeza la barahúnda de hechos violentos que se apiñan en los medios y que son
el día a día de nuestro País.
La nuestra es una
sociedad enferma, basta con ojear los titulares de prensa, que en estos tiempos
de modernidad van acompañados de los videos captados por cámaras de seguridad y
de la policía.
Como en un reality
show, vemos impávidos la realidad de lo que somos capaces de hacernos los
unos a los otros y pretendemos ser espectadores, sin darnos cuenta de que
en verdad, lo que somos es protagonistas.
En cualquier País
civilizado o que no viva un conflicto como el de Siria o Afganistán, cualquiera
de las imágenes que se vieron en los noticieros de televisión en la última
semana, habría podido ser la noticia de abrir durante varios días.
Sin embargo; en
el nuestro, son el pan cotidiano, tan solo un segmento mas para ganar
audiencia; pero sobre todo, para vender pauta y seguir enriqueciendo a punta de
raiting al oligopolio que se ha despachado los negocios mas importantes en
Colombia, incluyendo el de los medios de comunicación.
Bastaría con observar con algo de
sentido critico las cinematográficas
escenas en las que, hombres armados con fusiles R 15 entran
disparando a un centro odontológico y llevan a la libertad a un peligroso
delincuente (que era conducido por guardias del INPEC, a una cita con su
odontólogo privado) para que nos hubiésemos conmocionado como conglomerado
social, pero la noticia solo fue flor de un día.
No hubo funcionarios
que tuvieran que renunciar por ese hecho. Tampoco hay grandes debates para
determinar por qué en Colombia, la entidad encargada de vigilar las prisiones,
se convirtió en servicio de transporte de los delincuentes mas peligrosos,
para que asistan a los médicos de un sistema de salud que está hecho trizas
y que parece funcionar bien para ellos y sus fines, pero no para los ciudadanos
que realmente lo necesitan.
Tampoco se abordó el
debate que tenemos pendiente sobre el uso incontrolado y desbordado de armas de
fuego; en un mercado en el que, a diferencia del norteamericano, supuestamente
se controla la comercialización del armamento a través del ministerio de
defensa, aquí hay asaltos hechos por comandos de mercenarios con fusiles de
largo alcance en plena capital de la república y no se nos hace extraño.
Sabemos que hay criminales que se
dedican a alquilar armas por días para que sicarios u otros delincuentes
realicen homicidios y demás fechorías y las retornen a sus dueños una vez que
culminan la "vuelta" para la cual alquilaron el armamento, pero tampoco
nos impacta como conglomerado pese a que la realidad de las cifras es
abrumadora: mas de trece mil
asesinatos se presentaron en Colombia en el año 2012, un
gran porcentaje de ellos por arma de fuego y aún así, los grandes debates
sobre el uso de armas no son parte de la agenda política del País.
Otro ejemplo de esa violencia rampante
con la que convivimos, se ve claramente en el video en el que, como en el
lejano oeste, una persona que acaba de retirar dinero del banco, repele a tiros a
quienes lo siguieron para robarlo y logra matar a uno de sus agresores.
Es normal, en Colombia para retirar dinero en efectivo pareciera
que se debe ir armado y dispuesto a matar o morir, no importa la cantidad
de la transacción.
Pero ahí no pararon
los videos, impávidos veíamos en la pantalla de televisión cómo una cámara
captó el momento en el que un descarado sicario en el sur de Bogotá, asesinó a
sangre fría a un hombre. Lo sorprendente del asesinato, es que lo cometió
justo al lado de una patrulla de la policía que se encontraba a escasos centímetros
del asesino, este fue capturado de inmediato porque ni siquiera hizo
esfuerzos para huir del lugar. El asesino mata a su víctima con
arma de fuego, de manera fría y cínica, delante de la policía y sigue su camino
con normalidad.
Homicidios como
ese, hemos visto en los últimos años muchas veces en los telediarios, como
si matar en Colombia fuera un hecho común, otra actividad diaria que se
registra en las noticias de la misma manera como en otras partes del mundo
se presenta, cíclico y aburrido, el informe del tiempo.
Pero la muerte no
solo viene en el empaque de la violencia desenfrenada de las armas, supimos de
la muerte de varias personas que fueron asfixiadas al quedar atrapadas en una
ratonera, a la que entraron por voluntad propia para evadir las restricciones
horarias del consumo de bebidas alcoholicas o de lo que han dado en llamar
"la rumba".
Muy pronto apareció el
video de los hechos y vimos cómo la policia llega al sitio y al
parecer para obligar a abrir la puerta, rocía gas pimienta por debajo de una
minúscula puerta. Al cabo de los minutos, cientos de personas intentan
abandonar el diminuto establecimiento en el que se refugiaban para consumir
alcohol contraviniendo los horarios establecidos por ley.
Era tanto el volúmen de personas y tan clandestino el sitio, que el único
acceso se convierte en un agujero mortal en el cual mueren varias personas atrapadas
por la estampida humana, generada - tal vez? - por la imprudencia de la policía
al usar el gas pimienta.
Ese, en el que
murieron ante los ojos de los televidentes un grupo de personas; no
es sino un ejemplo de los miles de bares, amanecederos o negocios que se lucran
del ansia de una sociedad ávida de consumir alcohol hasta embrutecerse,
para salir después desdoblada a comportarse como asesina en potencia
al frente del volante de sus carros, provocando riñas
o maltratando a sus parejas excusandose en la
ebriedad.
Apenas digeríamos ese exceso de
violencia, cuando aparece nuevamente la muerte en las pantallas de nuestros
hogares: En dos hechos
salvajes vimos cómo, dos personas son asesinadas por quienes
aparentemente tienen en común, además de ser asesinos, camisetas de equipos de
fútbol.
Y basados en ése
detalle, pese a que los homicidios se cometieron muy lejos del estadio, en
momentos en los que ni siquiera se jugaba un partido, salimos todos al unísono
a dejarnos llevar por la estrategia mediática que montó el gobierno, de echarle
la culpa al fútbol.
Aplazaron un partido
y amenazan con cancelar el pobre y mediocre torneo colombiano de fútbol; esas
no son mas que medidas extraordinarias para acallar una verdad que no se
puede ocultar porque la vemos todos los días en la televisión, la presenciamos
en las calles y muchas veces -cada vez mas-, la sufrimos en nuestros bienes o
en nuestra propia integridad personal: la nuestra es una sociedad enferma de
violencia, nuestras ciudades son inseguras, nuestros gobernantes no han podido
darnos tranquilidad, el nuestro es un País en el que campea la muerte, en el
que nos matamos por todo y por nada
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