La semana pasada se realizó el XXV Congreso Nacional de Exportadores, por lo que conviene recordar cuatro de las principales conclusiones a las que llega el Informe Mundial sobre Comercio 2013 de la OMC, que tiene como finalidad facilitar una mayor comprensión de las tendencias del comercio internacional.
Primero, en las economías ricas en recursos naturales como Colombia, la diversificación ofrece la posibilidad de reducir la dependencia de las exportaciones de productos básicos, limitar el riesgo de agotamiento de los recursos y el aumento de costos de extracción y las presiones sobre el medio ambiente.
Pero para incrementar su participación en el comercio mundial, es necesario que reduzcan los costos de transporte y plazos de entrega.
Segundo, hay que tener en cuenta la naturaleza y composición cambiante del comercio.
La proliferación de las cadenas mundiales de suministro ha facilitado mayor participación de los distintos actores en el comercio internacional, haciendo posible la fragmentación de la producción en tareas especializadas realizadas de forma competitiva en múltiples ubicaciones, así como el aumento de las transferencias de tecnología. Aunque una buena parte de este comercio es intraempresarial y la mayoría de las exportaciones corresponde a grandes empresas, las cadenas mundiales de suministro pueden mejorar las perspectivas comerciales de las pymes. Ahora que las piezas y componentes atraviesan múltiples fronteras, las tendencias antiproteccionistas en contra de lo sucedido en Colombia han pasado a ser dominantes.
La fragmentación de la producción ha destacado el papel de los servicios en el comercio internacional; es el caso de los servicios de ‘manufacturas’, las ventas simultáneas de servicios y mercancías, o el transporte y la logística internacionales.
Los servicios prestados a las empresas de gran intensidad de conocimientos se caracterizan por unas tasas cada vez más elevadas de actividad de investigación y desarrollo (I + D).
Tercero, la influencia del progreso tecnológico en la producción y coordinación permite, por ejemplo, que en el campo de la impresión en 3D y de la robótica puedan reducir la importancia relativa de las ventajas relacionadas con la ubicación, mientras que la mejora de las tecnologías de coordinación y logística podrá facilitar la proliferación de las cadenas de suministro.
El grado en que los países se adapten al cambio y aprovechen las oportunidades comerciales dependerá, en gran parte, de las políticas públicas. En algunos casos, será necesario adoptar medidas en el plano nacional (educación, infraestructura, innovación, certidumbre jurídica); en otros, a nivel internacional (coordinación normativa, apoyo político y obtención de recursos).
Por último, hay que reconsiderar las formas tradicionales de negociación internacional, ya que no responden a la realidad de las prácticas actuales. Hoy, es cada vez más difícil separar las mercancías de los servicios y el comercio de la inversión.
Los obstáculos al comercio de mercancías, se trate de aranceles o de medidas no arancelarias, impiden que las empresas manufactureras ‘servicificadas’ suministren un ‘paquete’, y viceversa.
Las trabas a la inversión, así como las diferencias y deficiencias de los regímenes normativos, inciden en las decisiones de localización de las instalaciones de producción, el comercio intraempresarial y el flujo de tecnologías.
Manuel José Cárdenas
Consultor internacional
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