martes, 3 de septiembre de 2013

Presidente, ¿está solo?...

ELTIEMPO.COM, Por: 02 de Septiembre del 2013

Pedro Medellín

Si está solo es únicamente por su responsabilidad. Si no sabe que sus funcionarios han incumplido los compromisos, el problema es suyo. Él ha escogido con quien trabajar.
 Pareciera que todo tomó por sorpresa al Gobierno. Que no estaba preparado para manejar, o por lo menos para entender, la protesta social que estaba detrás del paro agrario. Incluso, hubo momentos en que se percibió una especie de vacío de gobierno. Que no había nadie al frente para controlar la situación.
Por eso, ahora que comienza a bajar la espuma, conviene evaluar lo sucedido. La primera conclusión es que el presidente Santos no tiene un equipo de asesores lo suficientemente preparado y capaz como para entender lo que pasa en los municipios y departamentos. Esto no le permitió dimensionar la magnitud y el alcance que tenía el paro agrario en el país. Mucho menos, tener claras las medidas que evitaran lo que ocurrió.
No de otra manera se puede entender la imprevisión en las actuaciones del Gobierno, ni la cadena de mensajes equívocos y declaraciones contradictorias y sin sentido en las que incurrieron no solo el Presidente, sino sus ministros, especialmente el de Agricultura. No solamente dejaron ver la incomprensión del problema, sino su falta de sentido político. Cada vez que querían bajar el perfil del paro o restarle importancia, lograban el efecto contrario.
La segunda conclusión es que aquí solo hay descentralización cuando el Gobierno Nacional es incapaz de manejar las cosas en los territorios. El Presidente no tuvo la precaución de convocar a los gobernadores y alcaldes para examinar con ellos lo que podría pasar en el paro y tomar medidas que pudieran evitar cualquier desbordamiento. Solo diez días después, cuando ya los desmanes se habían producido, había muertos en el camino y la situación estaba fuera de control, se le ocurrió convocar a una reunión de emergencia con los gobernantes territoriales, para tratar de contener un problema que el mismo Santos había contribuido a agravar.
La tercera conclusión es que la imagen presidencial quedó muy maltrecha. Sufrió un golpe del que va a ser muy difícil levantarse. De manera justa o injusta, todas las críticas y cuestionamientos cayeron en la cabeza del mandatario. No solo porque no hubo medidas que pudiesen mantener las cosas bajo control, sino –sobre todo– por la falta de liderazgo.
El país no sintió que su Presidente estuviera al frente de la situación. El largo listado de disculpas que ofreció en Tunja, antes que tranquilizar a los manifestantes, fue interpretado como una gran debilidad. En su alocución del jueves por la mañana, esa debilidad se hizo más evidente cuando el país vio a un gobernante inseguro anunciando medidas tibias y sin peso efectivo. Por eso la evolución de los hechos fue la que fue. Y por eso no habían pasado 24 horas cuando tuvo que salir nuevamente ante los colombianos, pero esta vez a ofrecer recompensas por los responsables de la violencia causada.
Sin que se haya levantado el paro, lo único claro es que no se trata de un problema de arquitectura institucional o de insuficiencia de recursos. Aquí la estrellada solo puede ser atribuible a un error humano. Al Presidente y a la incapacidad de su equipo de trabajo.
Quizá la gran conclusión es que Santos está solo. Que no está trabajando con la gente capaz de manejar momentos difíciles. Y eso comienza a preocupar, especialmente cuando todo demuestra que se quiere reelegir. ¿Con el equipo que tiene va a manejar el proceso de paz?
Si está solo es únicamente por su responsabilidad. Si no sabe que sus funcionarios han incumplido los compromisos, el problema es suyo. Él ha escogido con quien trabajar. Nadie le ha impuesto los cambios. La soledad es tal que, incluso, comienza a hablarse de que son Ernesto Samper y su exsecretario Juan Mesa quienes se están reuniendo para definir la permanencia o no del Ministro de Agricultura. Más prueba de vacío y debilidad, imposible.

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