viernes, 17 de mayo de 2013

¿Perdón?....


Por:   16 de Mayo del 2013

Rudolf Hommes

En un país de tradición cristiana como es Colombia, lo que se esperaría sería una mayoría dispuesta a perdonar.
 El miércoles en la noche, el noticiero CMI hizo una encuesta entre su audiencia y preguntó si estaban de acuerdo en perdonar a las Farc. Una mayoría abrumadora de los que respondieron dijo que no. Aunque esta no es una encuesta representativa, llama la atención la elevada proporción de personas que se opusieron al perdón, siendo este uno de los elementos esenciales de un proceso de paz.
En un país de tradición cristiana, como es Colombia, lo que se esperaría sería una mayoría dispuesta a perdonar. En el Nuevo Testamento se relata un episodio en el que Pedro le pregunta a Jesús cuántas veces tiene que perdonar al hermano que lo ha ofendido. “¿Hasta siete veces?” pregunta, y Jesús le responde: “Hasta setenta veces siete”.
La disposición de Constanza Turbay Cote de perdonar a los que asesinaron a su familia y su decisión de no dejarse dominar por el odio concuerdan con esta actitud y son probablemente la manera más positiva de manejar el dolor, porque el mayor beneficio de perdonar es hacerlo.
Acordar con un enemigo que de ahora en adelante se va a vivir en paz con él necesariamente involucra perdonarlo por los daños que causó. Si no interviene el perdón, no se puede pensar en una paz duradera. La imagen en 1963 de los líderes de Francia y Alemania, De Gaulle y Adenauer, cogidos de la mano contemplando el Rin después de haber firmado el tratado de amistad entre estos dos países, simboliza el final de una tradición de odio entre ellos que venía de siglos anteriores y se intensificó a partir de la derrota de Francia en 1871 y durante las dos guerras mundiales. Tres veces antes de este episodio habían hecho tratados de paz, pero solamente en esta ocasión se perdonaron.
Mientras transcurrían las negociaciones de paz entre el ejército revolucionario irlandés (Ira) y el gobierno británico se debatió en Inglaterra si podían perdonar a los miembros del Ira que habían estado involucrados en actos terroristas y en crímenes de lesa humanidad.
Como los miembros del Ira eran mayoritariamente católicos irlandeses, en esa oportunidad se tuvo en cuenta, por los menos a nivel de discusión, que en una comunidad católica es natural que se perdone al que confiesa sus pecados o sus crímenes siempre y cuando medien la confesión, el propósito de enmienda y la voluntad de reparar.
A los que fueron educados como católicos no les extraña que si interviene el perdón en esas circunstancias no cabe pensar en impunidad. Todos los que desfilan piadosamente a la hora de la comunión en las iglesias, por ejemplo, son pecadores reincidentes a quienes se les ha concedido el perdón. Nadie los considera impunes. Entonces, ¿por qué perdonar a la guerrilla conduce a la impunidad?
Otro aspecto que merece reflexión es que mucha gente está muy molesta con la perspectiva de que los líderes de las Farc aspiren a hacer política y a ser elegidos. Pero lo natural, si acuerdan la paz y se someten a lo previsto en el régimen de justicia transicional, es que participen en política y que aspiren a ser elegidos.
No se debe olvidar que llevamos decenas de años incitándolos a dejar las armas y a luchar por sus ideas y sus objetivos dentro del marco previsto en la Constitución y en la ley, como corresponde hacerlo en una democracia; e invitándolos en consecuencia a participar en política.
En la conferencia que dictó Sergio Jaramillo en la Universidad Externado sobre la transición en Colombia (EL TIEMPO, 14 de mayo del 2013) le da un tratamiento riguroso y detallado a la participación en política de quienes están en la guerrilla y la hace depender de lo que ocurra en los procesos de justicia transicional, pero da como un hecho que las Farc y el Eln eventualmente se transformarán en movimientos o partidos políticos.

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