miércoles, 29 de mayo de 2013

A medir la corrupción

Portafolio.com, Mayo 28 de 2013 - 7:07 pm

El reciente congreso del Pacto Global dejó claro que los países emergentes necesitan medir la riqueza cualitativa para lograr avances estructurales.
El fenómeno de la corrupción no da espera, cada colombiano que se salta su lugar en la fila o mueve una influencia para lograr un objetivo, de alguna manera contribuye, con la problemática. Por supuesto, la gran justificación sigue siendo la falla del sistema, que no funciona como se quisiera y, entonces, cada ciudadano se ve obligado a hacer uso de los atajos; y esa es apenas la semilla, los grandes escándalos de corrupción en el panorama nacional y distrital dan cuenta de ello.
La realidad es que no son todos, como se afirma, ni son tantos, como se piensa, pero el fenómeno de la corrupción sí es claramente un eje vertebral que requiere una intervención urgente para que en Colombia se pueda apuntar hacia el desarrollo y, desde luego, hacia un proceso de paz exitoso. ¿Cuál debe ser, entonces, el primer paso real para el cambio?
La gran conclusión de este encuentro sobre sostenibilidad empresarial entre varios de los actores que participaron fue precisamente la de construir indicadores que midan el fenómeno en detalle. Más allá de la economía subterránea que encierra la problemática, se requiere integrar a las instituciones públicas y privadas en lo relacionado con mejores prácticas corporativas, los presupuestos ejecutados con garantías de transparencia, los montos de inversión en ética y cultura, además de la mejora sustancial de los salarios para los funcionarios públicos.
Que no se diga que en el sector privado no hay corrupción, pues hay tanto en un lado como en el otro, y es tan grave la situación en las dos partes que la agenda noticiosa reciente, asociada con los temas de la reforma a la salud, ha sido prueba de ello. El momento histórico por el que atraviesa el país en lo que tiene que ver con el proceso de paz es la perfecta oportunidad para impulsar el cambio estructural que se requiere y la perfecta excusa para que los colombianos nos sacudamos la enfermedad.
En ese sentido, medir aquella riqueza cualitativa que representa la capacidad de los colombianos de bien de rechazar la corrupción y las malas prácticas, y de reconocer el papel del Estado frente a los requerimientos sociales de la ciudadanía, además de la construcción de un ambiente que incentive la transparencia, es fundamental para generar una fórmula anticorrupción.
Ningún modelo económico funciona con una enfermedad tan arraigada a los procesos de contratación pública, a las prácticas de algunos funcionarios, a unos sectores de la empresa privada y a aquellos ciudadanos que por ‘dárselas de vivos’ se pasan un semáforo en rojo, no pagan la cuenta u ofrecen dinero a cambio de un lugar privilegiado. La paz pasa por el fin de la guerra y esta, a su vez, por la lucha en contra de la corrupción. Todos tenemos responsabilidad, ustedes deciden.
Juan Manuel Ramírez Montero

Consultor privado

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