Por.
Gustavo Páez Escobar
Colombia
es uno de los países más desiguales tanto de Latinoamérica como del mundo. Esta
calificación la da el índice ‘Gini’, que mide la pobreza y el ingreso de todas
las naciones. Dicho resultado es penoso para un país como el nuestro que posee
inmensas riquezas, y que sin embargo no sabe distribuirlas en forma justa. En
el 2012 pasamos del puesto 6 al 19 dentro del grupo de los 48 países más
desiguales del orbe, y del 3 al 7 en Latinoamérica. Bastante se ha progresado en
la lucha contra la pobreza, pero aún queda mucho por hacer.
Veamos
algunas evidencias de la triste realidad colombiana. Tres de cada cinco
ciudadanos que trabajan se dedican a oficios informales y no aportan al régimen
pensional. Alrededor de 2,6 millones de ancianos viven en la pobreza. Un millón
reciben del Sisbén menos de 100 mil pesos mensuales de subsidio. Más de la
mitad de los pensionados (unos 749 mil) tienen pensiones inferiores a dos
salarios mínimos, y buena parte reciben
un solo salario mínimo.
En
el primero de estos casos la pensión máxima es de 1 millón 179 mil pesos, y en
el segundo, de 589 mil pesos. ¿Con estas cifras puede subsistir una persona en
forma digna? Frente a tales guarismos está el de las pensiones millonarias, superiores
a los 25 salarios mínimos fijados por ley de 1994, tope que se violó para más
de mil pensionados (entre ellos, excongresistas y exmagistrados). La pensión
más costosa del Congreso asciende a 28 millones de pesos (alrededor de 48
salarios mínimos), y el promedio de las pensiones de este organismo es de 20
millones de pesos (34 salarios mínimos).
Esta
simple comparación permite deducir por qué Colombia es uno de los países más
inequitativos del mundo. Lo que existe en el régimen pensional se presenta en
diversos campos de la vida económica. Uno de ellos es el de la alta
concentración de la propiedad de la tierra. Otro, el del sector financiero,
explotado en gran escala por magnates
que cada vez se enriquecen más a expensas de los usuarios. ¿Cómo es posible,
por ejemplo, que algunas entidades cobren más del 30 por ciento de interés por
una tarjeta de crédito, mientras la tasa fijada por el Banco de la República es
de 3,25 por ciento?
Desde
años atrás la opinión pública clamaba por que se frenara el tren arrasador de
las megapensiones. La bomba pensional estallaría en corto tiempo y haría
colapsar no solo al sistema pensional sino al erario En diez años el costo de
las pensiones sería de 467 billones de pesos, mientras los aportes al sistema solo
llegarían al 40 por ciento de ese monto.
El
dicho de que “no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”, válido
en serias coyunturas del país, tuvo efecto
en este caso. La situación no daba más espera. Había tocado fondo. El Gobierno
y la Contraloría jugaron cartas importantes para poner fin a los abusos que se
venían cometiendo.
La
demanda que presentaron dos abogados para enderezar semejante desvío de la
legalidad, que contaba con ciertas complacencias inexplicables, tuvo acertada respuesta
de la Corte Constitucional: a partir del primero de julio las pensiones no
podrán sobrepasar el tope de 25 salarios mínimos, es decir, 14,7 millones de
pesos. Se exceptúan la del Presidente de la República y las de la Fuerza
Pública, que tienen regímenes especiales.
Además, el fallo ordena revisar y reliquidar otras pensiones obtenidas de manera
fraudulenta, muchas de las cuales se perderán en su totalidad.
Ha
sido un fallo valiente. Las presiones y los intereses que había en contra eran
poderosos. Pero al fin se hizo justicia. Y se rescataron los principios de
equidad, solidaridad e igualdad. Ojalá este fallo histórico contribuya para obtener
otros logros que se hacen esperar. Así, podremos avanzar, ojalá en forma
significativa, en la próxima evaluación del índice ‘Gini’.
escritor@gustavopaezescobar.com
Pero ahí tenemos a ese abanderado de la moralidad pública, el señor Procurador Ordóñez, quien ha dado a entender que esa decisión de la Corte Constitucional viola derechos adquiridos. Por su puesto los "derechos adquiridos" de él con base en los cuales quizás aspiraba a una pronta pensión que superara los 21 millones de pesos.
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