SEMANA.COM, Por Viviana
Manrique Zuluaga
¿Cuál será el papel de la Policía Nacional en un posconflicto armado y
relativo?
Esta es una pregunta que muchos colombianos nos hemos formulado
últimamente. Creer que con la firma de los acuerdos de La Habana acabará el
conflicto armado en Colombia es bastante ingenuo e irreal, además de pensar que
se transformará totalmente la misión de las instituciones de seguridad.
Teniendo en cuenta que las FARC no entregarán las armas y que existen
otros actores armados que seguirán cometiendo secuestros, extorsiones,
violencia y estarán dedicados al narcotráfico, no tiene sentido hablar de un
posconflicto total. Posiblemente se pueda decir que será un posconflicto
relativo a las FARC mientras continúa el conflicto con otros grupos criminales
y delincuenciales.
Aunque suene contradictorio será un posconflicto relativo y armado donde no habrá paz. De manera contraria resultará una nueva mutación del conflicto, en la que se disputarán nuevas rutas de tráfico de armas, tráfico de drogas y espacios territoriales para delinquir. Lo que resulte de estas actividades y de la pluralidad de actores que se conformen entre células rezagadas de las FARC, el ELN y las BACRIM, será lo que deberán enfrentar nuestras fuerzas de seguridad.
A la pregunta de si cambiaría o no el rol de la policía nacional en este escenario, la respuesta es no, sus funciones y competencias son las mismas, las amenazas y los actores son los que posiblemente se transformen.
Si bien se requiere de una preparación de las fuerzas de seguridad, para enfrentar la implementación de los acuerdos firmados en La Habana, su rol seguirá siendo el mismo e incluso más fortalecido en materia de seguridad ciudadana, delincuencia común y nuevos delitos urbanos, para responder a las diversas realidades.
La Policía Nacional debe continuar modernizándose, preparándose no para este eventual posconflicto relativo y armado sino para responder a las dinámicas permanentes que demanda la criminalidad en Colombia. Estar preparada para desarrollar tareas que abarcan desde la contrainsurgencia, pasando por la lucha contra el crimen organizado, hasta la prevención del delito y el mantenimiento del orden público. Sin perder de vista nuestra compleja geografía, culturas, diversidad, entre otros aspectos.
De cara al futuro, la Policía Nacional se verá obligada a mantener cierta capacidad para enfrentar las amenazas de actores armados irregulares de diversa índole. Según lo sugieren diversas experiencias internacionales, un escenario posterior a los acuerdos permite que aparezcan nuevos fenómenos de crimen urbano.
Se hace necesaria una fuerza de policía polifacética, dotada de una capacidad de adaptación que le permita ajustarse con facilidad a un escenario de violencia dinámico permanente. Las mejores prácticas internacionales han demostrado que mientras no se entreguen las armas, sobrevivan grupos delincuenciales y se demore la implementación de los acuerdos habrá una época negra de la criminalidad, posiblemente mayor a la acaecida en el conflicto mismo.
*Directora Observatorio de Drogas Ilícitas y Armas-Universidad del Rosario
Correo electrónico: Viviana.manrique@urosario.edu.co
Twitter: @vmanriquezul
Aunque suene contradictorio será un posconflicto relativo y armado donde no habrá paz. De manera contraria resultará una nueva mutación del conflicto, en la que se disputarán nuevas rutas de tráfico de armas, tráfico de drogas y espacios territoriales para delinquir. Lo que resulte de estas actividades y de la pluralidad de actores que se conformen entre células rezagadas de las FARC, el ELN y las BACRIM, será lo que deberán enfrentar nuestras fuerzas de seguridad.
A la pregunta de si cambiaría o no el rol de la policía nacional en este escenario, la respuesta es no, sus funciones y competencias son las mismas, las amenazas y los actores son los que posiblemente se transformen.
Si bien se requiere de una preparación de las fuerzas de seguridad, para enfrentar la implementación de los acuerdos firmados en La Habana, su rol seguirá siendo el mismo e incluso más fortalecido en materia de seguridad ciudadana, delincuencia común y nuevos delitos urbanos, para responder a las diversas realidades.
La Policía Nacional debe continuar modernizándose, preparándose no para este eventual posconflicto relativo y armado sino para responder a las dinámicas permanentes que demanda la criminalidad en Colombia. Estar preparada para desarrollar tareas que abarcan desde la contrainsurgencia, pasando por la lucha contra el crimen organizado, hasta la prevención del delito y el mantenimiento del orden público. Sin perder de vista nuestra compleja geografía, culturas, diversidad, entre otros aspectos.
De cara al futuro, la Policía Nacional se verá obligada a mantener cierta capacidad para enfrentar las amenazas de actores armados irregulares de diversa índole. Según lo sugieren diversas experiencias internacionales, un escenario posterior a los acuerdos permite que aparezcan nuevos fenómenos de crimen urbano.
Se hace necesaria una fuerza de policía polifacética, dotada de una capacidad de adaptación que le permita ajustarse con facilidad a un escenario de violencia dinámico permanente. Las mejores prácticas internacionales han demostrado que mientras no se entreguen las armas, sobrevivan grupos delincuenciales y se demore la implementación de los acuerdos habrá una época negra de la criminalidad, posiblemente mayor a la acaecida en el conflicto mismo.
*Directora Observatorio de Drogas Ilícitas y Armas-Universidad del Rosario
Correo electrónico: Viviana.manrique@urosario.edu.co
Twitter: @vmanriquezul
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