miércoles, 12 de marzo de 2014

Los de siempre y el cansancio de la gente...

ELESPECTADOR.COM, POR: CECILIA OROZCO TASCÓN 11 MAR 2014 

Cecilia Orozco Tascón


Hasta dónde llega la desfachatez de quienes desvaloran nuestra capacidad de comprender, analizar y recordar: ¡Uribe dice que el nuevo Congreso es “ilegítimo” porque fue votado con base en puestos, dinero público y contratos del Estado! Él, que se hizo acompañar durante ocho años de los mismos que hoy apoyan a Santos, ¿viene a hablarnos de prebendas, de trampas y de “mermelada” (espantoso eufemismo que domina en los medios con el fin de evitar la palabra soborno)? Él, que canjeó votos por notarías y cargos, ¿reclamando transparencia? Roy Barreras, Hernán Andrade, Eduardo Henríquez Maya, manipuladores de los debates parlamentarios a favor del referendo reeleccionista propuesto en 2007 y denunciados, entre otras veces, por cobrarle duro al Gobierno que finalmente hizo aprobar la reelección presidencial con prebendas, entidades y concesiones, ¿hoy son corruptos y cuando exprimían las dos administraciones uribistas eran “héroes de la patria”? La U, que él creó a punta de sonsacarles a los otros partidos politiqueros de todas las pelambres a condición de que tuvieran muchos votos y sin preguntar cómo los obtenían, ¿ahora engañan a los electores y ayer eran virtuosos?
En fin, si dos millones de votantes desean perpetuar al personaje que trataba a todo el mundo a las patadas, le torcía el pescuezo a la ley, incentivaba el espionaje ilegal contra sus críticos, se solazaba con los montajes contra la justicia y se hacía el de la vista gorda con las ejecuciones extrajudiciales de delincuentes callejeros y campesinos, allá ellos. Los de buena fe vivirán para arrepentirse. Los otros se están frotando las manos con lo que viene. Pero nada es suficiente para los ambiciosos. Se quejan, no por defensores de la moral ni de la Constitución que violaron, sino porque nadie los llena.
Esa es la primera reflexión deprimente que salta a la vista sobre los resultados de la jornada del domingo pasado. La segunda es que, efectivamente, volvieron a triunfar los secuestradores de los bienes públicos, repito, los de siempre. Por eso obtuvieron miles y miles de votos los Name, los Guerra de la Espriella, los Gerlein, los Corzo. Por eso pasan, sobrados de lote, los hijos, hermanos, esposas e incluso testaferros de los reos socios de los paramilitares asesinos. Por eso son campeones en las elecciones los ñoño Elías, los Musa Besaile, los Suárez Mira, los García Romero-Zucardi, los Blel, los etc., etc., etc.
La tercera es más alentadora: el ruido que está generando un país minoritario que despierta y que está dispuesto a abandonar su abstencionismo para reclamar lo suyo, lo del ciudadano común que sobrevive apenas dignamente con lo que les dejan los ladrones y la DIAN, lo de los hombres y mujeres cansados de ver la feria del presupuesto de la Nación. Algo tiene que significar que la mayor votación individual del Senado sea para el odiado contradictor Jorge Enrique Robledo, del Polo. Algo tienen que estar gritando, también, los cerca de 1’800.000 votos en blanco, tan de opinión y tan de protesta como los de Robledo.
La cuarta reflexión es el 1’600.000 votos, contabilizado, sólo el 75% del total, para Enrique Peñalosa, otro antipolítico o “mal político”, como lo llaman los que se hacen elegir con componendas y cohechos. Con esa cifra, Peñalosa se proyecta como el verdadero rival del candidato presidente Santos. ¿Cómo explicar que el exalcalde derrotado varias veces surja de repente como alternativa de poder? ¿De dónde surgen los electores de Germán Navas Talero, de Claudia López, de Clara Rojas? Del cansancio de la gente con la corrupción trasladada de gobierno a gobierno, de gobernación a gobernación, de alcaldía a alcaldía. No será mañana, pero llegará el día de la cultura política y de la derrota de los bandidos de las elecciones.

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