viernes, 23 de noviembre de 2018

'Con menos gente, es momento de empezar a mejorar la calidad de vida'

eltiempo.com, 11 de noviembre 2018
Por: Carlos Arturo García



A Juan Daniel Oviedo, director del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), el balance preliminar del Censo Poblacional y de Vivienda del 2018 lo tiene más que satisfecho, pese a que le tomó cuatro meses más saber que en Colombia somos 45,5 millones de habitantes y no 50 millones, como apuntaban las proyecciones de la misma entidad.


La razón de esa satisfacción no está solo en que la tarea se pudo concluir en medio de las dificultades geográficas, logísticas, presupuestales y de seguridad propias del país, sino además en el hecho de que, por primera vez, un censo logra el 99,8 por ciento de cobertura geográfica, lo cual permite tener hoy una foto mucho más aproximada de la realidad de Colombia en términos de su estructura poblacional y de vivienda.

Oviedo dice que esa foto del país que muestra cuántos somos, cómo y en dónde vivimos; la conformación de los hogares y las familias colombianas, entre otros aspectos demográficos, son fundamentales para el diseño de estrategias económicas y sociales, tanto del lado público como del privado, con un atributo muy importante: la focalización.

“Ahora tenemos toda la información georreferenciada, es decir que ya no solo vamos a ver ciudades como una mancha, sino que veremos las manchas dentro de las ciudades y las diferencias que existen entre barrios y localidades”, dice el funcionario al referirse a la calidad, profundidad y precisión de los datos recogidos.


Más allá de que no somos 50 millones de habitantes, ¿cuál fue el hallazgo del censo que más le llamó la atención?
De los temas con los que me identifico, y no es que me declare feminista, es un poco el rol hoy de la mujer en Colombia, porque todavía está estigmatizada. Es decir, el incremento drástico que ha tenido la jefatura de hogar femenina. En el censo del 2005, el 30 por ciento de los hogares tenían jefatura de hogar femenina, y ahora es el 40 por ciento. Entonces, aunque la mujer incrementa su participación en el mercado laboral, no solo trabaja sino que también es la jefa de hogar y la que dedica más tiempo no remunerado a las labores de su hogar.

De ahí que el país tiene que empezar a priorizar la política pública para la economía del cuidado, romper estigmas culturales, dejar de creer que la mujer se tiene que quedar en casa cuidando hijos. Tenemos que equilibrar esa responsabilidad, porque si la mujer cumple esos roles de manera simultánea, podría ser más productiva laboralmente, y la economía podrá crecer mejor gracias a ello.
Hay quienes critican al Dane por los elevados costos en que incurrió para hacer el censo y la tardanza en la entrega de los resultados.

Los censos por naturaleza son costosos, tanto desde el punto de vista financiero como del transaccional, por eso se hacen cada diez años. Lo primero implica un operativo logístico muy complejo porque es ver cómo, desde una perspectiva de imagen o de marca, hacemos presencia en todos los rincones del país. No hay otra operación estadística que tenga estos atributos.
Financieramente, es una operación muy costosa. Antes tocaba paralizar el país, pero la dinámica económica y social hace que hoy, esto sea imposible debido al costo de oportunidad. Esa misma dinámica hace que los censos estén llamados a evolucionar, a ser mucho más concretos y reducidos en su alcance temático y que empiecen a comunicarse con otras bases de datos o registros administrativos, como la base de afiliados a la seguridad social o los datos de la Registraduría.
¿Esa evolución hará que los censos tiendan a ser cada vez menos costosos?

Dado ese costo intrínseco, que para Colombia representó 410.000 millones de pesos, estamos buscando hacer menos costosa esa operación. Un intento que no consiguió ese propósito fue el uso de la plataforma electrónica (Censo Virtual), pues reduce de forma significativa los costos. Pero usar esas plataformas requiere no solo que haya internet y computadores, sino cultura de los ciudadanos en el sentido de que se pueden hacer transacciones por ese canal, entregar datos con la confianza de que la información será resguardada de la mejor forma posible.

¿Cuántos colombianos hicieron el Censo Virtual?
En Colombia fue difícil ese primer intento, pues de un potencial de 16 millones que pudieron haber respondido el formulario censal, solo 5,1 millones lo hicieron.
¿Qué importancia tiene este ejercicio para el país y sus pobladores?

Uno de los beneficios más importantes es poder diseñar estrategias económicas y sociales, tanto desde el lado público como del privado, con un atributo muy importante, la focalización.
Por ejemplo, en Colombia, la población de menos de 25 años era de cerca de 20 millones de habitantes en el 2005, pero el censo de este año mostró que es de 17 millones. En la medida que la foto nos dice que la participación de esos individuos cayó 15 por ciento, pues la política educativa del país podría dejar de preocuparse por la cobertura y, más bien, priorizar los recursos hacia la calidad de esa educación.

La calidad educativa en estos momentos es trascendental porque todos somos conscientes de que se nos vino la cuarta revolución industrial, que implica un cambio en los modelos pedagógicos para permitir que esos jóvenes, en 10 o 20 años, puedan tener una participación efectiva en el mercado laboral.
¿Qué otros alcances tiene la información recogida?
Como también es un censo de vivienda, la información más fidedigna sirve para orientar todas las políticas de desarrollo urbanístico y de ordenamiento territorial. De hecho, una de las discusiones que tenemos, en el caso de Bogotá, es que el mapa de calor nos muestra que la concentración de la población está en el sur-occidente, por lo que tenemos que empezar a mirar cómo vamos a integrar a Soacha de una mejor forma a la ciudad, o cómo integramos esos municipios satélites de esa zona para tener un desarrollo urbanístico más pertinente.

Otro valor agregado es guiar las políticas de ordenamiento territorial a nivel nacional, porque tenemos toda la información georreferenciada, es decir que ya no solo vamos a ver ciudades como una mancha, sino que veremos las manchas dentro de las ciudades, y las diferencias que existen entre barrios y localidades.
Mayor envejecimiento

¿Uno de los hallazgos es que la población colombiana se está envejeciendo más rápido, ¿cuáles son las implicaciones de esto?
El censo lo que permite de forma automática es tener un cálculo actuarial de cuál es el pasivo social que tenemos por perfil de riesgo de la población. Desde esa perspectiva llegamos al tema del envejecimiento. Por ejemplo, si la sociedad colombiana se está envejeciendo y si la esperanza de vida de los colombianos aumenta, ya no se trata de decir que la edad de pensión no puede subir. Entonces, no solo implica una orientación muy precisa para un debate sobre la reforma pensional, sino también de las políticas de inclusión de la población adulta mayor en la sociedad. 
La política laboral y de inclusión se vuelve más compleja porque, si bien tenemos que permitirles a los jóvenes que se vinculen al mercado laboral, también debemos garantizar que el potencial y el capital humano de los mayores de 60 años sean aprovechados por la sociedad.
¿Significa que los resultados en esa materia apuntan a que se tendrá que elevar la edad de pensión en el país?
El censo es la línea de base para discutir el asunto de ampliación o no de la edad de jubilación. En el momento en que el Gobierno considere que hay que sentarse con la Comisión Intersectorial de Asuntos Laborales a discutir el tema pensional, la línea de base de discusión es la pirámide poblacional.
Entonces, como están las cosas, no habría vuelta de hoja en el aumento de la edad de jubilación...
Pensémoslo crudamente, sin ninguna afinidad política ni económica. Si está evidenciado, como lo vemos en las gráficas, que hay una feminización del envejecimiento, siendo consecuentes con la equidad de género, podríamos pensar en incrementar la edad de pensión de la mujer, porque si es más longeva y tiene expectativa de vida más amplia, podría seguir siendo productiva más años. Eso empieza a tener un cambio paradigmático porque siempre la edad de pensión de la mujer se ha pensado inferior a la del hombre por razones de equidad y otras variables socioeconómicas, pero una muy objetiva aquí es decir que si las mujeres están llamadas a vivir más, podrán ser mucho más tiempo productivas para la sociedad.

Ese incremento incluirá, igual, la edad de pensión de los hombres...

Lo que uno podría pensar es que si la sociedad se está envejeciendo y hay una feminización más importante de ese envejecimiento, podríamos ir aumentando poco a poco la edad de pensión y cerrando la brecha entre hombres y mujeres. Eso es lo que es valioso, porque si hubiéramos tenido una discusión pensional en el país, lo habríamos hecho sobre una pirámide que era incierta.
Salud e informalidad
¿Debemos esperar ajustes en los indicadores de salud e informalidad laboral?

Desde el punto de vista del costo del sistema de salud, si este está pensado para 48 millones de colombianos, y en realidad somos 45,5 millones, entonces, esa política se vuelve menos costosa. Es ahí donde resulta el sentido de urgencia y prioridad de darle al país esos datos para que se puedan redimensionar las cartas fiscales de la política pública.
En informalidad tenemos que hilar más delgado, porque la foto que tenemos muestra que hay más mujeres participando en el mercado laboral. Entonces, con una nueva pirámide poblacional, vamos a tener un marco de referencia mucho más actualizado para dimensionar el impacto de la informalidad laboral. El censo será un contexto para contar con una mejor realidad de cuál es la dinámica geográfica del fenómeno de informalidad.
¿Impactará también los cálculos para lo electoral?
Claro que sí. Por eso, la generosidad del registrador de facilitarnos por primera vez en la historia su base de datos, bajo los estándares de reserva estadística, porque él necesita ser más preciso en la circunscripción electoral de las elecciones territoriales del otro año. No se puede desaprovechar la oportunidad de que el censo diga cuál es el verdadero número de concejales que puede tener la circunscripción municipal de cada uno de los 1.101 municipios y las 20 áreas no municipalizadas del país.
CARLOS ARTURO GARCÍA M.
Redactor de Economía y Negocios
En twitter: CarlosGarcíaM66
artgar@eltiempo.com

jueves, 22 de noviembre de 2018

¿Cuántos empleados públicos?


portafolio.co, HERNÁN AVENDAÑO CRUZ,  
NOVIEMBRE 22 DE 2018


Hernán Avendaño Cruz
Para eliminar nóminas paralelas y recuperar esquemas transparentes de vinculación laboral, hay que partir de una medición adecuada. 
El presidente Iván Duque anunció su propósito de “empezar por ponerles fin a las nóminas paralelas”. La propuesta encuentra respaldo porque se interpreta como un freno al crecimiento desbordado de una burocracia ineficiente.

Opinaba el físico y matemático inglés William Kelvin (1824-1907), que “lo que no se mide, no se puede mejorar”. Ese es un principio deseable en la gestión pública, que consiste en cuantificar el problema para diseñar una solución adecuada y evaluar el impacto de las políticas.

En ese contexto, para poner fin a las nóminas paralelas se debería partir de su tamaño y de la divulgación de una estadística periódica que informe cómo se va cumpliendo el objetivo de eliminación gradual que ordenó el presidente Duque en la Directiva Presidencial 09, del 9 de noviembre del 2018. 

Pero hay un problema. Según la Comisión del Gasto, “en Colombia no resulta tarea fácil identificar el gasto que se destina al pago de la nómina (empleados y contratistas), así como el número de servidores públicos. Determinar el verdadero tamaño de ese gasto, en consecuencia, no es posible”.

Un intento de medición está contenido en el libro, recientemente publicado por Fasecolda, El empleo formal en Colombia. Realidad y retos (disponible en www.fasecolda.com). A partir de la afiliación al Sistema General de Riesgos Laborales, se calculó que el total de empleados públicos a nivel nacional fue de 1,86 millones en el 2017; esa cifra es superior en 29 por ciento a la que estimó la Comisión del Gasto. La estimación muestra la siguiente composición: 463.000 son de planta, 412.000 de la fuerza pública, 322.000 son maestros y 663.000 independientes.

En el estudio de Fasecolda no fue posible la discriminación del total de empleos entre el orden nacional y el territorial, por carecer de la identificación de algunas entidades; pero con el 73 por ciento de los trabajadores se calculó que el 61 por ciento del empleo público es del orden territorial y el restante 39 por ciento del nacional (de ese cálculo se excluyen la fuerza pública y los maestros).

De los identificados del orden nacional, el 55 por ciento es de planta y el restante 45 por ciento son independientes. Como la Directiva Presidencial se refiere a las “las entidades de la rama ejecutiva del orden nacional”, se colige que la población objetivo es una fracción del último dato.

Un elemento complementario para eliminar las nóminas paralelas es tener en cuenta por qué surgieron. Cómo lo sugiere la Comisión del Gasto, uno de los determinantes fue la decisión de congelar el crecimiento real del gasto de personal (Ley 617 del 2000); esto llevó al surgimiento de modalidades de contratación clasificadas en rubros de inversión. Otras fuentes del problema fueron la congelación de la planta, el que generó la provisionalidad de numerosos cargos, la pérdida de incentivos en la carrera administrativa y la creación de nuevas funciones del gobierno. Estos aspectos no se pueden perder de vista, pues no se trata solo de suprimir cargos, sino mantener y mejorar la calidad de la gestión pública.

En síntesis, por deseable que sea la eliminación de las nóminas paralelas y la recuperación de esquemas transparentes de vinculación laboral en el sector público, hay que partir de una medición adecuada; la base que tiene Fasecolda puede ser un buen punto de partida.

Hernán Avendaño Cruz
Director de Estudios Económicos de Fasecolda 
havendano@fasecolda.com



miércoles, 21 de noviembre de 2018

Colombia se está envejeciendo: el 9,23% de la población tiene más de 60 años


Así lo informó el Dane al revelar cifras preliminares del censo del 2018. Los departamentos con mayor índice de envejecimiento son Quindío, Caldas, Valle del Cauca y Risaralda.

Bloomberg.
Durante el lanzamiento del Instituto de Estudio sobre Envejecimiento de la Universidad del Rosario se revelaron cifras preliminares del censo que viene adelantando el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) este año por todo el país. Y uno de los resultados más llamativos es que los datos confirman que la población colombiana se está envejeciendo.
El porcentaje de personas mayores de 60 años aumentó en Colombia, pues mientras que en 1985 esta población era el 3,98%, en 2018 aumentó a 9,23%. De hecho, el director del Dane, Juan Daniel Oviedo, explicó que “para el 2018 tenemos 40,4 personas mayores de 60 años por cada 100 personas menores de 15 años. En el año 2005 eran solo 28,7”.
Para el funcionario los resultados muestran que la estructura preliminar de la población en Colombia se está transformando en un diamante. Lo que significa que la pirámide con base amplia que se tenía en 1985 compuesta predominantemente por niños y jóvenes entre 0 y 19 años registra ahora una menor tendencia, similar a las estadísticas de los países desarrollados.
Para Gustavo Quintero, decano de la Escuela de Medicina de la Universidad del Rosario, explicó que estos datos representan retos importantes para el país en materia pensional y de aseguramiento de salud.
Los departamentos con mayor índice de envejecimiento son: Quindío (70,43), Caldas (69,34), Valle del Cauca (60,28), Risaralda (59,54), Tolima (52,08), Nariño (50,82), Bogotá (50,17), Boyacá (50,13), Antioquia (48,73) y Santander (44,23). 
En contraste los departamentos con menor índice de envejecimiento son: Vichada (10,76), Amazonas (14,31), La Guajira (14,41), Guainía (15,11), Vaupés (16,84), Chocó (20,40), Arauca (20,40), Casanare (20,55), Guaviare (20,72) y Cesar (22,03).


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Colombianos “perdidos” en el censo afectan la economía?

Economía www.elespectador.com, 10 Nov 2018

Jorge Sáenz v.



El director del DANE sostiene que el valor del Producto Interno Bruto no va a variar porque esta cifra se construye a partir de encuestas económicas en los sectores productivos.
Los cerca de cinco millones de colombianos “perdidos” no van a provocar un sismo en las cuentas nacionales de la economía colombiana, pero moverán algunas variables. “El descache fue del reloj (poblacional), el descache no es del país, el descache no es de la economía”, señaló el director del DANE, Juan Daniel Oviedo, a quien le ha tocado sortear el mar de críticas por los resultados del Censo Nacional de Población y Vivienda. El registro arrojó que somos un poco más de 45,5 millones de habitantes cuando las proyecciones llegaban a 50 millones.

“Es un poco fuerte decirlo, pero a la economía no le pasa nada”, dice Oviedo para explicar que la economía funciona de arriba abajo en la descentralización y en los recursos públicos del Estado. Insiste en que “a la economía, en una buena parte, no le pasa nada. Estoy seguro (de que) el Banco de la República va a ser capaz de decirlo. Al PIB (Producto Interno Bruto) no le pasa nada, porque no se ajusta por la cantidad de personas”, sino con variables como la producción y las exportaciones, entre otras. Lo único que se hace con personas es el PIB per cápita, “que no deja de ser un supuesto”, dice.


Para el director de Fedesarrollo, Luis Fernando Mejía, la diferencia de cifras en la población hace que “la economía colombiana sea más rica de lo que se había estimado inicialmente”, por el hecho de que ahora no somos 50 millones sino un poco menos.

“El ingreso por habitante que resulta de dividir el Producto Interno Bruto sobre el número de habitantes va a aumentar en una cifra cercana a los US$1.000 por habitante y eso quiere decir que la economía colombiana es más rica de lo que se había estimado”, indicó.
Esta explicación coincide con los argumentos del catedrático Jorge Iván González, de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional. “El ingreso per cápita sube, entonces Colombia entra en un ranquin de países más ricos”, dice, pues “al subir el PIB per cápita, Colombia ya no es un país de ingresos bajos, sino que se ubica en uno de (ingresos) más altos”.

El director del DANE sostiene que el valor del Producto Interno Bruto no va a variar porque esta cifra se construye a partir de encuestas económicas. “Vamos a preguntarles a las empresas cuánto están vendiendo”, no cuántas personas tienen. Se les pregunta a sectores como el comercio, servicios, agropecuario, petrolero y al productor de oro sobre la producción o las exportaciones. “Pero en ningún momento les decimos cuánta gente hay o a cuánta gente le están vendiendo”.

Oviedo considera que “acá hubo tres años (en) que el reloj (de población) anduvo a la deriva y eso tiene un costo, porque fueron tres años de 13 en los cuales Colombia cambió drásticamente su estructura social: la mujer entró a trabajar e incrementó la jefatura femenina de hogar”.
Mejía destaca que se requiere hacer “un análisis sobre cuáles son las causas de una población menor a la estimada, muy seguramente relacionado algo con una mayor emigración de colombianos al exterior frente a lo que se había planteado inicialmente, pero también con menores tasas de natalidad, y esto va a tener un impacto interesante en la formulación de la política pública de los últimos años”.
Oviedo admite que el cálculo para medir la pobreza va a cambiar. Cuando se habla de pobreza “lo hacemos de la monetaria y la multidimensional”. El Plan Nacional de Desarrollo contempló que la pobreza monetaria bajaría del 26,9 % en 2017 a 21,0 % en 2022, lo que significa que 2,9 millones de personas dejarán de ser pobres en el país. La pobreza extrema monetaria bajaría de 7,4 % en 2017 a 4,4 % en 2022, esto es 1,5 millones de pobres extremos menos. La pobreza multidimensional disminuiría de 17,0 % en 2017 a 11,9 % en 2022, con lo que se espera una reducción de 2,5 millones de pobres multidimensionales.
“Todos los ingresos y gastos se calculan sobre una muestra, pero la muestra, para ser representativa, se expande como proporción del tamaño de la población”, destaca el funcionario. Aclara que cuando un país hace un censo toca mandar al Banco Mundial o al Fondo Monetario Internacional (FMI) los datos oficiales del censo. “Entonces tenemos que corregir el sistema de reporte internacional de la población. Eso es normal”, explica.
Una mirada al gasto social

El director de Fedesarrollo señala que la menor población “va a tener impacto desde el punto de vista del gasto. El Gobierno va a tener que hacer unos cálculos para reestimar la distribución municipal de la población multidimensional. También las distribuciones que se hacen del Sistema General de Participaciones (SGP) en los recursos que les llegan a las regiones por concepto de agua potable saneamiento básico y educación, entre otros”. También habría variación con la distribución de regalías.

En el SGP, sostiene el director del DANE, “tenemos que revisar el dato de Valle, Nariño y el Chocó, para que estemos tranquilos de que no estamos cometiendo ninguna injusticia”.
Cundinamarca muestra una población mucho más alta de la esperada. De pronto Bogotá creció, pero hay que tener en cuenta que la gente pudo haberse ido a vivir a los municipios vecinos.
Para educación, por otro lado, los recursos se estiman con base en las matrículas que suministra el Ministerio de Educación. Del DANE, lo único que se utiliza es el índice de necesidades básicas insatisfechas, para poder balancear la asignación de recursos por tema de equidad.
En salud, los dineros se reparten por lo que está en la Base Única de Afiliados a la Seguridad Social (BDUA), que actualmente suma 46,8 millones de colombianos. “Los giros en salud no se hacen por población, se hacen por la gente que está en la BDUA”, explicó Oviedo.
El docente de la Nacional destaca que por primera vez la pirámide poblacional se transforma de manera dramática.
 “Cuando se compara la pirámide poblacional de 2005 con la de ahora, lo que uno ve es que la parte de los jóvenes se frena, la base se debilita y se amplía el flujo de personas de más de 40 años. Eso va a llevar a replantear la política social de atención a la vejez y el tema de reforma pensional, que se pone en primer orden”, dice.
Las cifras de Bogotá
Sobre Bogotá, el director del DANE insiste en que hay “un argumento en el aire diciendo que no es posible que Bogotá no haya crecido tanto porque las conexiones de acueducto residenciales pasaron de 1,3 millones a 1,8 millones en 2018”.

Los funcionarios de la administración distrital no estarían teniendo en cuenta que “en la Bogotá de 2005 había cuatro personas por hogar, ahora hay tres”. Cuando se multiplican las conexiones por el tamaño promedio del hogar el número de personas creció 3,8 % entre 2005 y 2018. El dato muy preliminar señala que en 2005 había 6,8 millones de habitantes en Bogotá y en 2018 por lo menos 7,2 millones.
“Bogotá tiene a sus alrededores a Cundinamarca, que registra un crecimiento poblacional muy alto. Mucha gente de Bogotá se fue a municipios de Cundinamarca”, sostiene Oviedo.
El Censo Nacional de Población y Vivienda está diciendo preliminarmente que en Cundinamarca hay 2,83 millones de residentes. El censo del año 2005 decía que había 2,28 millones de habitantes.
“En Cundinamarca hay más gente, incluso de la de las proyecciones. No hay que descartar que mucha de la gente que el secretario de Planeación Distrital cree que vive en Bogotá lo hace en Madrid, Mosquera, Chía, Zipaquirá o Funza”, explica el director del DANE.



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