miércoles, 31 de enero de 2018

75% de los adultos no tendrá dinero para su jubilación

Además, la edad para que una persona se jubile parece desvanecerse ante la tendencia de trabajar más años o nunca jubilarse.
Para la consultora Mercer el panorama de lo que podría ser el futuro de muchas personas en materia pensional no se muestra del todo alentador. Según los resultados de su más reciente encuesta relacionada a este tema, se anticipa que el 75% de los adultos no tendrá dinero para su jubilación.
Parte importante de este problema se relaciona al hecho de que las personas en edad de jubilación no les alcanzará el dinero para realizar sus gastos ya que sus ingresos no serán del todo suficientes. Dentro de la encuesta desarrollada por la consultora solo el 26% de la población se muestra tranquila con sus ahorros.
“Se espera que las personas vivan entre 15 a 20 años jubilados, pero sin una mejor planificación, puesto que en muchos casos sus gastos superarán sus ingresos”, afirmó Mercer.
Otro dato que se suma al anterior, y que llega a ser interesante, es que para la consultora la edad de jubilación se está desvaneciendo, casi al punto de desaparecer.
Este fenómeno, en el que aparentemente deja de ser una realidad el hecho de jubilarse, está relacionado la tendencia de las personas a trabajar más años, bien sea por necesidades económicas o porque simplemente así lo eligieron.
Por otro lado, el 68% de los consultados espera seguir laborando hasta el grado de no llegar a jubilarse. No obstante, resulta ser un problema el hecho de que solo 33% declara tener un buen o excelente estado de salud que le permita desarrollar sus actividades laborales.
Hurgando en las raíces de esta problemática se encontró que parte de la misma se debe a los hábitos de ahorro que tienen las personas. Por ejemplo, aunque el 88% de los consultados se sienten responsables por sus ingresos de jubilación, la misma cantidad declara no tomar acciones necesarias al respecto.  
Dentro de los factores que Mercer ha logrado identificar como influyentes a la hora de mirar la capacidad de ahorro e inversión de las personas se comprueba que el estrés, la asequibilidad, el acceso y confianza a inversiones, edad, género y las etapas de la vida brillan por su protagonismo en esta materia.
El desapego por planificar el futuro financiero es tal que un tercio de la población abordada no ha hecho un cálculo para su etapa de madurez, siendo la generación de los millennials la que agrupa a la población que más se puede ver afectada por su tendencia cambiar frecuentemente de trabajo.
“Las mujeres enfrentan diferencias por género en cuanto a desigualdad salarial y continuidad laboral; y los trabajadores independientes o informales se las tienen que arreglar casi solos”, agregó la consultora al abordar el tema.
Aunque la responsabilidad en esta materia recae principalmente en las personas, gobierno y empleadores, estos últimos, para la consultora, juegan un papel muy importante ya que según los resultados el 79% afirma tener un alto grado de confianza en lo que aconsejen las empresas para las que laboran, por lo que una apuesta que se debería hacer es que los empleadores se empoderen de ese rol como agente para superar obstáculos de inversión y apoyen a sus empleados.
“Innovación, tecnología, nuevas formas de pensar y adaptación cultural, todos y cada uno de ellos juegan un rol en la reinvención de las expectativas para enfrentar nuevas realidades”, concluyó Mercer.
“El catalizador de nuestra investigación fue la convergencia de varias tendencias globales incluyendo la incertidumbre económica, el déficit de las pensiones, mayor expectativa de vida, discriminación por edad y reducción en los beneficios laborales, entre otros factores”, manifestó el presidente de patrimonio de Mercer, Rich Nuzum, al hablar del estudio que contó con la participación de más de 7.000 personas mayores de 18 años y 600 líderes en sectores públicos y privados distribuidos en 12 países.
Finalmente, el gerente global de patrimonio individual de Mercer, Renne McGowan, afirmó que la seguridad financiera actual necesita una revolución, ya que la sociedad está cambiando y con ella también lo debe hacer el ecosistema de la jubilación, por lo que anima a tomar decisiones acertadas, teniendo en cuenta las transformaciones, para lograr mitigar estos factores negativos a futuro.
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sábado, 27 de enero de 2018

Las 8 ‘reformitas’ pensionales que han entrado al Congreso

 
13 de octubre 2017 
Congreso
Foto: 
Diego Caucayo / EL TIEMPO
Tres fueron archivadas, las otras avanzan. Proyectos crean regímenes especiales o favorecen grupos.

Al Gobierno que asuma las riendas de Colombia en el próximo cuatrienio le queda una tarea impostergable, pues no podrá darse el lujo, como lo hizo el actual, de posponer un día más la reforma pensional que se requiere, pero a falta de una transformación integral al sistema pensional, en el Congreso de la República se están radicando ‘reformitas’, muchas de las cuales tienen poco de ‘mini’.
Según los informes del Congreso, por la agenda de la legislatura del 2017 han pasado 8 proyectos (6 en Senado y dos en Cámara), que tocan el tema pensional y, de aprobarse, requerirían de gruesos montos financieros que no serán fáciles de conseguir si no hay un cambio profundo al esquema colombiano para jubilar.

Desde propuestas que vienen de años anteriores y luego de ser archivadas vuelven firmadas por un nuevo autor, como la que propone reducir a 1.150 el número de semanas que debe cotizar la mujer (por ahora son 1.300 para todo mundo). Esta idea empezó en agosto del 2015, como iniciativa de Óscar Hurtado, Wilson Córdoba y Margarita Restrepo entre otros. Tras pasar todos los debates, en julio de este año, el proyecto fue objetado por la Presidencia de la República, por razones de constitucionalidad.

También al Congreso entró la idea de reconocer 20 por ciento de la pensión de vejez del cónyuge a la pareja con la que quedó abandonada tras 5 años de convivencia. Santiago Valencia, Ciro Ramírez y Óscar Pérez figuran como autores. El proyecto está listo para su estudio en Comisión.

Ajuste de mesadas
Otro de los intentos legislativos que cursan en el Congreso es el que busca que la jubilación por vejez, invalidez o sustitución deba ser ajustada el primero de enero de cada año, según el mayor incremento entre el índice de precios al consumidor (IPC) y el salario mínimo legal mensual. Esta propuesta, del senador Senén Niño, está vigente y se alista para segundo debate en el Senado.

Inclusive, hay una variante en esta iniciativa que motivó la radicación de otro proyecto distinto, el que busca establecer que las mesadas pensionales sean incrementadas en el mismo porcentaje que el salario mínimo y no tenga como parámetro el IPC. Dicha propuesta también está en curso, con la firma de Alexánder López.

¿Tienen futuro?
Para el senador Ángel Custodio Cabrera, integrante de la Comisión sexta, en la que se debaten estos temas, “se trata de proyectos vendibles, pero contienen un alto impacto fiscal, así que muchos pueden pasar varios debates, pero si no cuentan con el aval del Gobierno, terminarían frenados en plenarias”. 

Lo cierto es que el avance de los proyectos se está dando, en medio de la preocupación de que, en la mitad de este siglo, hacia el 2050, según cálculos de Anif, el pasivo pensional llegaría a 114 por ciento del Producto Interno Bruto-PIB, es decir, más de 1.000 billones de pesos. 

Para algunos expertos en pensiones, es el punto que deben tener en cuenta los proponentes, pues, por lo pronto, hay iniciativas que modifican el régimen de seguridad social de los educadores, cuando son pensionados retirados, de manera que aporten a salud solo el equivalente al 4 por ciento de una pensión cuando aquella no represente más de seis salarios mínimos legales mensuales.

También ha estado sobre la mesa el proyecto de pensión familiar, que ha caminado por varias legislaturas para modificar lo que ya existe, pero con algunas novedades (ver proyecto 144 de 2017-Cámara). Busca que los cónyuges puedan adquirir una pensión y la puedan disfrutar sin afectar el equilibrio financiero del sistema.

Bueno el debate, pero...
En los últimos meses en Colombia, desde muchos frentes, se está hablando de una reforma pensional, cuya necesidad ya es inaplazable, pues solo en el próximo año se necesitarán 41,1 billones de pesos del Presupuesto General, para financiar las mesadas de 1,2 millones de pensionados del régimen público. 

Cada vez hay menos recursos, porque los jóvenes no son muy dados a ahorrar para pensionarse algún día. Y la informalidad laboral, cercana al 60 por ciento, también pone todo su peso para agrandar aún más el pasivo pensional.

Desde esa perspectiva, es válida la oleada de ideas que están surgiendo, para aportar al debate que debe anteceder a la presentación y aprobación de una reforma pensional. Pero lo que no es conveniente, según los expertos, que se intente modificar por pedazos el sistema pensional.

Hacia lo integral
La idea de reformar las pensiones, que para muchos debe hacerse a través de una comisión especializada, requiere integralidad, para que pueda contener los principios que en Colombia no se han podido conquistar: equidad, sostenibilidad, inclusividad.

Sin embargo, aunque se sabe que el hueco en la bolsa pública para pagar las pensiones es enorme y cada vez se agranda más, en el Congreso continúan las propuestas sin sustento financiero.

No hay que olvidar, que, si el sistema pensional requiere un revolcón, en parte es porque las pensiones estatales favorecen a los que menos lo necesitan, por lo tanto, no contribuyen a reducir la desigualdad. Así lo mostró un reciente estudio Planeación Nacional, según el cual “la clase media consolidada en el país y la clase alta reciben 52,3 por ciento de los subsidios en pensiones, mientras que a las personas pobres les llega tan solo el 10,3 por ciento de estos”.

Agrega el informe que de los pensionados en el sistema público, el 70,1 por ciento pertenece al quintil más alto (5), el 25 por ciento al 4, y solo el 4,9 por ciento de pensionados son de los quintiles 1, 2 y 3.

ECONOMÍA Y NEGOCIOS



Reflexiones al tema pensiones

Inquietudes sobre las pensiones y el trabajo

 
22 de mayo 2017 
Inquietudes sobre las pensiones y el trabajo
Foto: 
Santiago Saldarriaga / EL TIEMPO
El problema detrás del sistema de seguridad social es la situación del mercado laboral.

Se ha abierto el debate en el país sobre los problemas del sistema pensional colombiano. Y como siempre sucede cuando se trata de dinero y de poder, algunos de los interesados están llenando a la opinión pública de datos imprecisos.
Por ejemplo, los 38 billones de hueco fiscal de pensiones no se le pueden atribuir al sistema de reparto, solamente para justificar acabar con él y dejar todo el ahorro de los colombianos para la vejez en manos de los fondos de pensiones privados, las famosas AFP. 

Por lo menos dos puntos deben aclararse, y uno de ellos tiene que ver con los serios problemas del mercado laboral colombiano.

Pero empecemos por el inmenso costo de las pensiones. Lo que nunca se reconoce es que con la Ley 100 se le entregó un impuesto –recursos públicos– a los dos grupos económicos más poderosos del país, Sarmiento Angulo y el Grupo Antioqueño, que hoy tienen el 85 por ciento de los recursos de las AFP. 

Al Instituto de Seguros Sociales (ISS), hoy Colpensiones, le dejaron el hueso, los pensionados, y le quitaron la crema, las cotizaciones de las nuevas generaciones. Por eso, hoy Colpensiones –una versión muy mejorada del sistema de reparto del antiguo ISS– tiene más del 90 por ciento de los pensionados del país y las AFP el 72 por ciento de los nuevos contribuyentes.

Además, como quien asumió el costo de las pensiones ya en curso fue el Gobierno, le tocó prestarles esa plata a los fondos y pagarles intereses por eso. El peor negocio del Estado y todo el mundo callado. Si eso no se hubiera hecho así, hoy el sistema de reparto tendría ingresos de las nuevas generaciones y el déficit sería mucho menor.

Aún más, de los 38 billones de pesos, cerca de 10 billones corresponden al sistema de reparto, y el resto son: los sueldos de retiro del Ejército, que nunca ha contribuido; las pensiones de los policías, las pensiones de los maestros y nada menos que el hueco que dejó Cajanal. 

Una pregunta para los fondos de pensiones: ¿ustedes, que usan el déficit de 38 billones para atacar el sistema de reparto –es decir Colpensiones–, estarían dispuestos a asumir las pensiones de las Fuerzas Militares, la Policía, los maestros y Cajanal? Interesante conocer sus respuestas.

Además, el problema detrás de todo el sistema de seguridad social es la situación del mercado laboral colombiano. Es un error del Gobierno y de los analistas quedarse solo en las cifras de desempleo y, algunas veces, en las de participación laboral. Esta es una manera simplista y equivocada de abordar la fuente de muchas de las desgracias colombianas. 

Empecemos por la informalidad, cuyas cifras reales nadie conoce a ciencia cierta. Para los optimistas, esa cifra es del 40 por ciento; y para los pesimistas, del 64 por ciento, cuando se reconoce el 36 por ciento de baja cobertura de pensiones en el país. Quien no tiene pensión es informal.

Sin embargo, varios detalles trascendentales se quedan en el tintero. Primero, es hora de entender la informalidad del trabajo en empresas formales, que sobre todo los dueños de las grandes firmas privadas y del sector público se niegan a reconocer. 

¿Cuál es el tipo de empleo que deben ofrecer las grandes empresas y el Gobierno? Sencillamente lo que la OIT denomina empleo decente. Esto es con seguridad social, pagada en parte por los empresarios o el Estado, vacaciones y, lo más ausente, un periodo determinado de empleo.

Pues resulta que, empezando por el Gobierno y muchas grandes empresas, la seguridad social la paga toda el trabajador, que siempre se afilia con unos ingresos máximos de 2 salarios mínimos así gane 20. Segundo, no tiene vacaciones pagadas, sino que las asume con sus propios recursos; no tiene un periodo suficientemente largo de contrato, sino que cada dos o tres meses debe buscar un nuevo contrato temporal. Es decir, no tienen un trabajo digno. 

El Gobierno se dio cuenta de que debe dar ejemplo y empezar a formalizar su empleo. ¿Pero las grandes empresas? Se hacen las locas y se burlan el Código Sustantivo del Trabajo vigente.

El Gobierno queda feliz porque mide la formalidad por la afiliación a la seguridad social, pero no ve el doble problema que hay detrás. El primero, la permanencia, requisito fundamental para lograr una pensión, no se logra porque los contratos laborales son de tres o cuatro meses y no se renuevan inmediatamente. El segundo, tanto o más grave, así los ingresos de los trabajadores sean altos, como son ellos los que asumen todo el costo, solo se afilian con lo mínimo posible, sin pensar que también sus pensiones serán mínimas.

Es decir, para empezar la discusión, lo primero que se necesita es conocer bien qué es lo que sucede con el trabajo remunerado de los colombianos. ¿Por qué solo la mitad de las mujeres en edad productiva ingresan a este tipo de trabajo?, ¿por qué el desempleo de ellas es más alto que el de los hombres?, ¿por qué los jóvenes no encuentran trabajo así sean profesionales? Y, además, ¿qué papel juegan los grandes empleadores de este país en las zonas urbanas y –peor aún– en el campo cuando les pagan una miseria a sus trabajadores supuestamente formales?

CECILIA LÓPEZ MONTAÑO*
* Exministra de Agricultura y Medio Ambiente, exdirectora de Planeación Nacional y exdirectora del ISS. E-mail: cecilia@cecilialopez.com