ILUSTRACIÓN MORPHART
Cada día, más de 22 millones de colombianos se levantan a
trabajar para mover la economía del país. Aunque Yoneider Gaviria no habla de
cambios en la legislación, ni entiende muy bien si este lo beneficia o lo
perjudica, esperaría que el mercado le ofrezca condiciones en las que pueda
ejercer su profesión de comunicador social con mayor estabilidad debido a que
el año pasado solo estuvo empleado durante seis de los doce meses, con un
contrato de prestación de servicios. A comienzos de 2019 debió recurrir a un
empleo no calificado en un call center.
“Por esta modalidad no tenemos cubiertas las prestaciones
sociales, este año me tocó buscarme un escampadero mientras me volvían a
contratar porque no me podía quedar tres o cuatro meses sin hacer nada. Unas
veces uno sí se siente mal, que está retrocediendo, pero cuando toca, pues
toca”.
Del otro lado, Orlando Álvarez, dueño de la empresa
Red Metrológica de Antioquia, que genera 12 empleos directos y 8 indirectos,
considera que una reforma laboral solo sería eficiente si es capaz de resolver
asuntos de la carga prestacional; de manera que producir no le signifique
asumir con su patrimonio personal las vacas flacas de la economía para mantener
la empresa a flote, como le ha ocurrido durante los últimos ocho años.
“No creo que el empleado sea costoso, los incrementos salariales
son muy acordes. El problema es que hay muchas cosas que afectan el costo de
nómina: días festivos, los recargos nocturnos, los dominicales, las
incapacidades menores a cuatro días”, expresa.
El
consenso
Incluso los legisladores, no importa cuál sea su orilla
ideológica, también reconocen que hacer cambios en el panorama laboral es
necesario. Afirman que no tendría el mismo efecto una reforma que no esté
acompañada por transformaciones del orden pensional y de salud; por lo que
plantean que las reformas que requiere Colombia son estructurales.
“Además de una reforma laboral, se impone la necesidad de una
reforma pensional. Las razones son diversas: 80 % de la población del país
difícilmente accederá a pensionarse, casi 60 % de los trabajadores son
informales y el desempleo en los jóvenes supera el 18 %. Necesitamos que
aumente la base de cotización”, asegura el presidente de la Comisión Económica
de la Cámara de Representantes, Óscar Darío Pérez, del Centro
Democrático.
También, señala que el principal obstáculo para que ambas
reformas se den al tiempo es la época electoral, porque su materialización
puede caer en “populismos”.
Y aunque refiere que cuando se habla de cambios laborales se han
planteado asuntos como: salarios mínimos diferenciales, mayor ingreso por
productividad o la disminución de la carga prestacional, es al gobierno al que
le corresponde la tarea de elaborar una propuesta en consenso con la sociedad.
Es decir, que concilie la visión de las centrales obreras, los gremios
económicos, los expertos y los legisladores.
Asimismo, el representante de Decentes y también integrante de
la Comisión Económica de la Cámara, David Racero, expresa que la
reforma se necesita en la medida en que “la varita mágica que durante 20 años
han probado los gobiernos para generar empleo no ha funcionado”. Se refiere a
los beneficios tributarios y deducciones de los que han gozado algunos sectores
económicos del país que no han sido suficientes para generar los empleos que se
requieren para formalizar a más trabajadores.
“La política de seguridad social debe ser integral, e incluir
también una reforma de salud y pensional. Son las tres puntas de un triángulo
que debe tratarse al mismo tiempo”, especifica. Sin embargo, desde la oposición
no se ve voluntad política de hacer una reforma laboral en el corto plazo por
parte del presidente Duque. “No vemos que el empleo sea una preocupación de
este gobierno ni en la visión que tiene del país, que es más de lo mismo”,
advierte.
A comienzos del año, la ministra de Trabajo, Alicia Arango, dijo en diferentes
medios de comunicación que el gobierno, seguramente previendo los vaivenes de
las elecciones locales, no considera tramitar ni la reforma pensional ni la
laboral en el Congreso de la República en 2019, y que estas deberán estudiarse
con cuidado.
Las centrales obreras también consideran que la reforma es
importante y le han advertido al gobierno que no la tramite con algunos de los
artículos del proyecto de Plan de Desarrollo, como la mayor flexibilización en
la contratación por horas, que a su juicio no deben pasar con este documento
sino de una manera concertada.
“Sí se necesita una reforma laboral para mejorar la
obsolescencia normativa contenida en el Código Sustantivo del Trabajo. Esas
reformas son necesarias para garantizar los derechos que están consagrados
internacionalmente o que la Constitución reconoce, pero que el Código no”,
asegura el director de la Escuela Nacional Sindical (ENS), Alberto Orgulloso Martínez.
Con esta actualización, los defensores de los derechos de los
trabajadores también pretenden que se estimule la participación en sindicatos,
teniendo en cuenta que los cálculos de la ENS mencionan que hoy solo el 5 % de
la clase obrera está sindicalizada, mientras hace 20 años era el 16 %.
De igual forma, piensan que una reforma podría abrir la puerta
para la capacitación laboral de cara a las nuevas tecnologías y se superarían
los vacíos en interpretaciones de ley que prohiben las huelgas en sectores que,
a su modo de ver, no son esenciales ( ver Claves).
Lo que
incluye la solución
Por lo anterior, académicos como el director de la Facultad de
Economía de la Universidad Pontificia Bolivariana, Iván Montoya Gómez, y su colega, el
profesor e investigador Carlos Montoya, expresan que la
reforma laboral se necesita, pero que no es suficiente para solucionar todas
las dificultades que tiene el país para generar empleo.
“Una reforma laboral debe dar garantía de cobertura en servicios
de seguridad social, pero el problema del empleo no se resume a lo jurídico,
sino que depende del crecimiento de la economía del país. Un crecimiento anual
del 3 %, o cercano, no es suficiente para palear el problema de desempleo”,
explica Montoya Gómez.
Además, dice que el complemento es definitivamente un esfuerzo
por invertir en la capacitación del capital humano y la transformación digital;
teniendo en cuenta que la modernización de los procesos productivos, apoyada en
las tecnologías de información y la comunicación, está cambiando, suprimiendo y
creando puestos de trabajo que exigen reformular el mercado.
La urgencia es que Colombia pueda capacitar a su capital humano
para abordar las nuevas realidades. Una necesidad que también reconocen las
centrales obreras y que la misma Organización Internacional del Trabajo, OIT,
anticipa al crear una comisión mundial que se enfoca en no perder de vista
asuntos como los cambios que introducirán la robótica, la inteligencia
artificial y la automatización en el mundo económico del trabajo.
“Crearán nuevos puestos de trabajo, pero quienes van a perder en
esta transición podrían ser los menos preparados para aprovechar las nuevas
oportunidades. Las competencias de hoy no se ajustarán a los trabajos de mañana
y las nuevas competencias adquiridas pueden quedar desfasadas rápidamente”,
indica el informe Trabajar para un futuro más prometedor, realizado por el
grupo de expertos y divulgado a comienzos de este año.
Invertir
en lo estructural
El profesor Carlos Montoya coincide en que
se necesitan inversiones de diversa índole para complementar las buenas
intenciones de los planes y legislaciones del gobierno. Menciona la
modernización de sectores como el campo, donde reina la informalidad, y
acciones reales para atacar el desempleo juvenil y en las mujeres.
“Se necesita atacar las verdaderas dificultades del país para
generar empleo, que tienen que ver con que no hay productividad ni existen las
condiciones para que la economía sea más competitiva. Hay que pensar en la
estructura productiva”.
Los investigadores explican que si se logra aumentar al año, y
sostenidamente, el producto interno bruto a tasas de 3,5 % o 4,0 % se podrán
generar puestos de trabajo para solucionar el desempleo estructural.
El Consejo Privado de Competitividad, que aborda los retos más
importantes que debe superar Colombia para mejor su economía, plantea, entre
otras, las siguientes recomendaciones para el mercado laboral: reducir los
costos no salariales asociados a la contratación formal, regular la estabilidad
laboral reforzada por condiciones de salud, acrecentar la movilidad del trabajo
para incrementar la productividad, avanzar en el establecimiento de estrategias
para reducir las barreras que impiden el acceso al mercado laboral y definir la
informalidad empresarial en Colombia como un fenómeno multidimensional.
Todas las variables mencionadas hacen que justo cuando se
conmemoran los logros en materia laboral en el mundo, en el país se vuelva a
calentar la idea de que hacer una reforma laboral urge, aunada a políticas de
Estado que garanticen que sí se van a generar puestos de trabajo para suplir
las necesidades de la población o que habrá estabilidad en el empleo, como
sueña Yoneider, consecuencia de la buena salud de las empresas.
Se calienta una reforma laboral
https://www.elcolombiano.com/negocios/economia/se-calienta-una-reforma-laboral-FC10652601
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