LA CRONICA DEL QUINDIO, Octubre 06 de 2013
Reclusos de suites
Alcobas —léase verdaderas suites— les fueron asignadas en los sitios de reclusión a los que llegaron después de muchos meses de libertad. A ellos se les anunciaron los cargos por todos los medios y tuvieron tiempo de conspirar contra el mismo sistema penal, apoyados en sus reconocidos poderes políticos y económicos, antes de acudir a las audiencias respectivas.
A los defraudadores del hospital, es decir, a quienes se roban la plata para la salud del pueblo y por culpa de quienes mueren muchas personas, recibieron el beneficio de casa por cárcel. Delincuentes de talla menor son encarcelados en celdas frías y oscuras desde el momento de la presunción de su culpa y ni decir de los ladrones de relojes, celulares y cadenas en las calles, quienes son maltratados físicamente antes de ser encerrados en calabozos hacinados.
Poderoso aparato de dominación
Un exjefe de la Sijin en el Caquetá, capturado con casi 100 kilos de cocaína, pagará solo unos pocos años, mientras cientos de campesinos se pudren en las cárceles porque les encontraron unas pocas matas de coca en sus predios. El aparato jurídico- penal es un poderoso instrumento de dominación que golpea principalmente a los sectores populares. Los más altos porcentajes de la población carcelaria pertenecen a los iletrados, gente con poca educación, campesinos, colonos e indígenas, que soportan hacinamiento y condiciones antihigiénicas en todas las cárceles del país.
“La crisis carcelaria es un reflejo de la crisis del sistema penal y solo encontrará soluciones mediante reformas profundas de las estructuras políticas, sociales y económicas del Estado”, pronosticó el inmolado maestro de las leyes Alfonso Reyes Echandía, en un trabajo divulgado pocos meses antes del holocausto del palacio de justicia y agregó que “tenemos que preferir la evolución a la revolución, pero si la evolución es muy lenta, estallará la revolución”. Una sentencia premonitoria de la crisis que vivimos, 28 años después de su muerte. También hizo claros señalamientos en los que debatió los objetivos de venganza y expiación que tiene la pena en nuestro país. El nivel de efectividad real de las normas jurídicas es bajísimo, mientras los efectos nocivos de las prisiones aumenta en proporciones geométricas.
¿Cuáles son las políticas de repersonalización y reinserción social y productiva de los prisioneros?
En el día de Las Mercedes, cuando el Estado les celebra su día a los internos de las cárceles con un pedazo de carne mal asada y los familiares y amigos acuden a esos centros de reclusión para celebrar el único día de integración, se siente la angustiosa necesidad que viven esas personas para que alguien que no pertenezca al sistema y al poder, los escuche.
Para que recoja su voz de soledad, de abandono, de marginación y de tristeza que los destroza y desintegra a su familia. Porque nuestro sistema carcelario, en lugar de rehabilitación, ofrece amargura, hostilidad, violencia y desmoralización entre la población que por distintas razones cae en sus obsoletas pero peligrosas garras de resentimiento.
Otro tema que amerita la intervención urgente de los organismos encargados de la defensa de los derechos humanos es el relacionado con el alto número de inocentes que se encuentran en las prisiones, mientras miles de culpables de los estratos altos, disfrutan de la libertad y continúan en la delincuencia.
Por Jesús María Cataño Espinosa
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