De la misma manera como los cachorros necesitan ciertos cuidados, cuando los perros envejecen requieren también atención de nuestra parte. Tanto su organismo como su comportamiento cambian y, como miembros de nuestra familia, se merecen un trato considerado.

El envejecimiento de un perro depende en gran medida de su raza y tamaño. Razas grandes, como el gran danés, puede llegar a su ancianidad a los seis años. Los perros pequeños, en cambio, son más longevos y se les considera viejos a los 10 u 11 años. Los síntomas que relacionamos a continuación le dirán que su mascota llegó a la edad dorada. Sea observador, comprensivo y solidario y déjese orientar por el veterinario sobre la manera como debe cuidarlos.
1. Pérdida de visión y problemas oculares.










Si su perro se tropieza y cae algunas veces, manifiesta molestias en los ojos rascándose con frecuencia, presenta enrojecimiento de los ojos y legañas, puede ser que esté perdiendo la vista o tenga alguna enfermedad como conjuntivitis o síndrome de resequedad en los ojos. La higiene es muy importante en estos casos, además de medicamentos adecuados, como ungüentos o gotas, recetadas por el veterinario.
2. Aumento en la frecuencia de la orina y/o dificultad para orinar.











Este puede ser un síntoma de enfermedad urinaria o del riñón, muy frecuente en los perros “senior”. Por fortuna es algo que puede ser solucionado con un cambio de dieta y algunos medicamentos.
3. Mal aliento, encías sangrantes y otros problemas bucales.











Si usted no le ha prestado atención a la higiene oral de su perro desde su edad temprana, lo más probable es que sufra de estos problemas en la vejez. El cepillado de los dientes es tan importante para el perro como para un humano. La inflamación y el sangrado de las encías serán los culpables del mal aliento e incluso de la pérdida de dientes.
4. Nódulos, protuberancias y otros problemas de piel











Su perro puede sufrir de molestias en la piel en cualquier edad pero se vuelve más susceptible a medida que envejece. Estas pueden consistir en salpullidos, lesiones, inflamaciones o hinchazones, chichones, resecamiento de la piel o caída de pelo. Por fortuna casi todos estos problemas tienen solución por medio de dietas, medicamentos como cremas y lociones y modificando ciertos hábitos de higiene como la frecuencia del baño, el shampoo, el tipo de cepillo y el cepillado, etc.
5. Excesivo aumento o pérdida de peso










Algunos perros tiene dificultad para mantener su peso y enflaquecen inexplicablemente. En este caso pueden requerir un cambio de dieta, con una mayor cantidad de calorías y de pronto con mejor sabor, que haga la comida más atractiva para ellos. Otros, en cambio, tienden a engordar desproporcionadamente. Esto se debe, en gran medida, a la disminución de su actividad física. Requieren, entonces, una dieta para perros más sedentarios. Ni el sobrepeso ni en bajo peso son buenos para su animal. Los perros obesos, por ejemplo, son más propensos a la diabetes, las enfermedades cardíacas e incluso al cáncer.  Su veterinario podrá decirle en qué momento su perro debe pasar de comida de adulto a alimento para “senior”. Pídale también al médico orientación sobre la actividad física y los ejercicios que deba hacer su perro. Esto es muy importante. Si su perro, por ejemplo, sufre de artritis, será contraproducente hacerlo correr, pues ese ejercicio agravará la enfermedad de sus articulaciones. Así pues que pregunte y diseñe un plan de actividad física con la orientación del veterinario.
6. Dificultad para moverse











Es posible que su perro, que de joven lo seguía a todas partes, prefiera quedarse en casa cuando usted sale a escalar una montaña. Ese es un síntoma inequívoco de que su cuerpo está cansado. Si se trata de una raza grande, es posible que esto sea síntoma de artritis o de displasia de cadera. Ambas son enfermedades que presentan episodios de crisis dolorosas. Pueden controlarse, igualmente, con cambio de dieta, proporcionándole una mayor cantidad de antioxidantes y omega 3. Facilítele la movilidad, colocándole rampas o evitando que tenga que subir y bajar escaleras; ayúdele a montarse al carro o a bajarse de un mueble. Observe también en dónde se siente mejor durmiendo: en una superficie dura o en una acolchonada y proporciónele una cama que atienda su requerimiento.
Ahora, prepárese para ser el amo que su perro merece
Si su perro presenta al menos dos de estos síntomas, no hay duda, llegó a la vejez. Su comportamiento cambiará muy seguramente: volverse más pasivo, más tolerante o irritable, más consentido y más dependiente de usted. Respete su condición. No espere que sea el mismo juguetón de antes; él encontrará otras maneras para acompañarlo y demostrarle su amor. Este es el momento para que usted le agradezca y le devuelva todo el afecto y la alegría que él le ha brindado durante toda su vida.