martes, 10 de enero de 2017

Una reforma sin equidad

elpais.com.co,  antonio-roux,  Enero 09 de 2017 

Antonio de Roux

Si la ética y el principio de humanidad dejan de orientar la actividad pública, el país estará en graves problemas. Los oficiantes de la polítiquería harán lo que sea para mantenerse en el poder disfrutando de la nómina, los contratos y las gabelas. Adueñados de las corporaciones públicas y del Congreso terminarán pariendo engendros como el de esta reforma tributaria regresiva e inequitativa.
Es cierto que las cuentas del Estado se encontraban descuadradas y se debía actuar. Pero la forma cómo se dieron los hechos no tiene presentación. La reforma avanzó a pupitrazo limpio, sin que muchos de sus artículos tuvieran el más mínimo análisis. Los ponentes se pegaron a la letra del proyecto fabricado por los técnicos del Ministerio de Hacienda y correr, correr, fue la consigna.
El resultado difícilmente puede ser peor para el ciudadano del común. La gran fuente adicional de ingresos será el aumento del Iva que crece en tres puntos, lo que significa 18,75% con respecto a la tarifa anterior. El asunto es impresentable frente al ajuste del salario mínimo que tan solo fue del 7%. El IVA además se extendió a alimentos básicos y artículos de primera necesidad.
En esencia se trata de una afrenta a la justica habida cuenta de que este tributo grava en mayor proporción a los sectores de bajos ingresos. Esto se debe a que los pobres destinan ante todo sus magros recursos a consumos de artículos esenciales duramente gravados. Tal sucede mientras las personas de los estratos superiores aplican parte de sus ingresos a ahorrar o invertir.
Pero lo que ofende la conciencia ética de los ciudadanos es la certeza de que con la subida de los impuestos no mejorarán la distribución del ingreso, ni los servicios básicos, ni la educación, ni la justicia. Los recaudos adicionales alimentarán ante todo a la burocracia voraz y las arterias abiertas de la corrupción. Como consecuencia, quien pague los nuevos tributos lo hará con malestar y a despecho, con la convicción intima de que su sacrificio tan solo sirve para dar continuidad a un Estado ineficaz, ajeno a los pobladores.
Algo se hace evidente. Antes de impulsar una reforma inequitativa, que contribuirá a traer más pobreza, se ha debido comenzar por el principio planteando la revisión juiciosa del gasto público y la calidad del mismo. Claro, ese proceder habría llevado a eliminar los billones destinados a la mermelada, dejando al Gobierno sin la zanahoria para hacer bailar según su capricho al Congreso.
Ante el panorama actual es inevitable traer a cuento las palabras de la pensadora Ayn Rand, que se han vuelto virales en la web: “Cuando sientas que para producir debes obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebes que el dinero fluye hacia quienes no negocian con bienes sino con favores; cuando percibas que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias, más que por su trabajo, y que las leyes no te protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra ti; cuando descubras que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un auto-sacrificio, entonces podrás afirmar, sin temor a equivocarte, que tu sociedad está condenada”.
Ahora bien, el vilipendiado 2016 dejó una cosa buena. Los ciudadanos están entendiendo que el país tiene que ser librado de la politiquería y de los politiqueros.
Reflexiones al tema pensional

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