El tema del narcotráfico como tal nunca será electorero, aunque sea primo hermano doble de la corrupción.
La foto de Pastrana con ‘Marulanda’ en plena selva y antes de las elecciones de entonces hizo soñar a muchos con la paz. Luego vendrían la foto de la silla vacía (Pastrana sin ‘Marulanda’) y el posterior desastre del Caguán. Las siguientes elecciones las ganaría el hoy senador Uribe, quien, bajo la consigna de lograr la paz a punta de bala, consiguió los votos del mismo ingenuo electorado. Se hizo reelegir con triquiñuelas (perdóneseme el eufemismo) y con base en mantener que solo necesitaba cuatro años más para acabar con la culebra.
Así fue, y así como Pastrana ganó las elecciones al prometer la paz y Uribe hizo lo propio ofreciendo la guerra, no me cabe duda en cuanto a que el próximo presidente será aquel que esgrima de manera más creíble acabar con la corrupción. Se dirán muy seguramente mentiras, pero, igualmente, habrá de ser lo único que aportará votos, pues la guerra o la paz como promotoras de votos han llegado a su fin. Hay que buscar la harina en otro costal. Y ese indudablemente es el de la corrupción, la mayor causante de indignación entre la gente de todos los estratos, pues, además, va ligada con el tema de los impuestos y otras amarguras más.
¿Se imaginan la campaña con promesas como: porque acabaré con la corrupción me comprometo a bajar impuestos? Cualquier cosa se puede decir, incluso descaradas mentiras como las que llevaron al triunfo del No en el plebiscito.
No me cabe la menor duda de que acabar la corrupción, que es de doble vía, tanto estatal como privada, es urgente y prioritaria. Y, también lo tengo claro, es tanto de derecha y centro como de izquierda (Reficar, Odebrecht, los Moreno Rojas y los Nule). Untados están el Ejecutivo, el Congreso, la justicia (a través de la impunidad), los gobernadores y alcaldes, el sector salud, la empresa privada y sus famosos carteles, los evasores, etc. El tema del narcotráfico como tal nunca será electorero, aunque sea primo hermano doble de la corrupción. Y ojo con las iglesias cristianas, que mueven multitudes.
Se nos viene un año difícil. Poco feliz el que pasó y áspero el que se viene. Aun así, ¡feliz y próspero año nuevo! Hay turbulencias y poco combustible. Feliz aterrizaje en el año 2017.
Mauricio Pombo
Reflexiones al tema pensional
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