Enero 20 de 2017
El ejercicio político debe ser faro de las sociedades e instituciones
democráticas, intérprete de los problemas sociales y propiciar el
debate de las ideas en la búsqueda del desarrollo. Desafortunadamente no
es así, muchos actores desvirtúan esta visión. La batalla ideológica y
política ya no es cantera del pensamiento luminoso que reivindicaba
desde la plaza pública y el foro, el legítimo derecho de los pueblos.
Es furtiva sombra que se desliza por los oscuros laberintos
del poder, sacrifica la verdad, impone criterios, chantajea y quebranta
voluntades encadenándolas a la necesidad de la subsistencia.
La política debe ser expresión de conciencia colectiva en pro del
bien común, no sumisión a mezquinos deseos, complejos ególatras,
actitudes cortesanas, negocios de familia o instrumento para oficiar en
defensa de siniestros intereses.
Cada día se hace más difícil ser político, no solo por los elevados
costos de las campañas que han convertido la democracia en plutocracia,
en un escenario donde se termina eligiendo a quien tiene mayores
recursos y no mejores ideas. Sino por la degradación del vocablo que
solo precisa de la aceptación de la real academia para convertirse
oficialmente en sinónimo de corrupción. Me acuerdo de la anécdota que me
contó un amigo, decía “me retire de la política para no pasar
vergüenzas, cada que llegaba a una reunión y la gente me preguntaba que
hacia al responder que era político, las señoreas escondían sus
carteras”. Es triste pero cierto, la ambición personal dejo atrás la
vocación de servicio a la comunidad. Los vulgares negociantes, los jefes
y las jefas le quitaron la magnificencia a la política.
En nuestro país los privilegios de unos cuantos, contrastan con las
injusticias y las privaciones de millones. Con el sueldo de un senador o
un representante podrían subsistir 38 familias al mes, cuya cabeza de
hogar percibe el salario mínimo.
Visto desde otra perspectiva; un humilde asalariado debe trabajar
casi tres años y medio para ganar lo que en un mes devenga un padre de
la patria. Por eso me sumo a la recolección de firmas para bajar el
sueldo a los congresistas. Equidad significa una mejor distribución en
el ingreso y la paz se construye con hechos y justicia social.
Este atardecer de la política trae consigo un mar de frustraciones,
las comunidades inermes asisten al deterioro de las instituciones, al
saqueo de las finanzas del Estado y el desvertebramiento del principal
pilar de la democracia, la confianza en lo público.
En este punto de quiebra, es necesario que surjan nuevas propuestas,
que la ciudadanía reaccione, se recobre la dignidad y se redefina la
política. Debemos aceptar: La culpa no es siempre del elegido, sino
también de quien elige.
Deberíamos preguntarnos ¿cuánto significa un voto?
Reflexiones al tema pensional
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