- Enero 04 de 2017
Es tiempo propicio para evaluar desempeños, logros y frustraciones; también para reflexionar sobre los obstáculos que nos distancian de un mañana mejor. Si bien hemos avanzado, seguimos estacionados en el subdesarrollo; no por carencia de recursos y tecnología, sino por facilismo, conformismo e ineficacia de la educación.
Ojalá que en el 2017 avancemos unidos en la construcción de una patria mejor; lograrlo es cuestión de decisión. Entre tanto seguimos sin entender que por encima de los intereses individuales, económicos e ideológicos, están los intereses superiores de la nación.
Necesitamos construir una unidad nacional fuerte, diversa y pluralista; monolítica y solidaria, que nos integre en una fraternidad inquebrantable, y no tan solo en el duelo o la alegría. Ser colombiano debe ser la vivencia permanente de un ideario común de valores que debemos definir.
Seguimos sin comprender que el cumplimento de la ley garantiza el orden y la libertad, que toda acción debe subyugarse a ella y que el anhelo de paz no nos debe llevar a su quebrantamiento. Algunos olvidan, que la paz es el resultado del respeto, el orden y la justicia, y no de la impunidad.
Seguimos sin entender que la educación es la cimiente del progreso y que en ella debe primar la formación sobre la información. Requerimos de maestros formadores y nos sobran profesores informadores. Necesitamos que la educación siembre virtud en mentes y corazones, y en ellas plante la semilla del emprendimiento y la superación.
Seguimos indiferentes ante al aumento desbordado de la población más vulnerable, ignorando que mientras sigan naciendo colombianos sin posibilidades ciertas de progreso, no cesarán la pobreza y la violencia. Necesitamos una política educativa capaz de persuadir una planificación familiar responsable.
Nos mantenemos afectos a la prebenda, a la componenda, al privilegio y al favor indebido. Propiciamos o toleramos la corrupción de funcionarios públicos que venden la dignidad, expolian la economía y socavan la confianza. Necesitamos derrotar esta pandemia nacional que nos envilece.
Seguimos sin entender que progreso es aumento y nivelación de la capacidad de compra de la población; y que las reformas sectoriales privilegian a pocos, perjudican a todos, concentran la riqueza y masifican la pobreza.
Necesitamos un nuevo modelo económico que estimule el empleo, promueva el crecimiento de la demanda, destierre los abusos del sistema financiero, democratice el crédito y haga justa la redistribución del ingreso.
Necesitamos de una nueva clase política, pulcra, capaz y poseedora de ciencia, virtud y sabiduría, que sea ejemplo y logre redimir la confianza perdida. Necesitamos que la política abandone la improvisación y acoja la planeación prospectiva.
Para soñar una patria mejor debemos modificar el presente. Ojalá que la esperanza que trae el nuevo año nos inspire y nos permita reconocer que lo mejor que hemos hecho aún está por hacer.
El Despachador de Hadera dijo: “A ninguna nación le falta capacidad para progresar, lo que a muchas les falta es decisión para hacerlo”; luego agregó, “no hay mayor debilidad humana, y causa de pobreza y confrontación, que la falta de educación”.
P.D. Feliz año para mis pacientes lectores. Para el nuevo año les prometo mejor análisis, mayor profundidad y buena letra para que me entiendan. Felicidades.
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