La felicidad es la máxima aspiración del corazón humano, de hombres y mujeres.
La búsqueda de felicidad acompaña acciones concretas de cada día.
La propuesta de felicidad que hace Jesús de Nazaret, en la Buena Nueva del Evangelio, está en contravía del mensaje superficial y falso que nos hace la sociedad de consumo.
Jesús de Nazaret en lo alto de la montaña proclama las bienaventuranzas y afirma que la llegada del Reinado de Dios es lo que llena de dicha, gozo y alegría profundas al pobre corazón humano.
Antes de proclamar las bienaventuranzas, Jesús de Nazaret las ha vivido intensamente. Las bienaventuranzas son las actitudes y el comportamiento concreto de quienes seguimos a Jesús de Nazaret.
En cada bienaventuranza se anuncia una situación presente, que es negativa, y se anuncia luego una nueva situación.
Es de nuestra actitud y de nuestro comportamiento como se va dando el cambio anunciado.
La primera bienaventuranza: “Dichosos los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los cielos” resume todas las demás. No se idealiza la pobreza.
Los pobres en el espíritu son quienes ponen toda su confianza en Dios Padre y no en los bienes materiales, en el poder, en el tener, en el placer, pues todo esto es pasajero.
Las bienaventuranzas nos proponen un estilo de vida diferente del que en la actualidad llevamos.
Los gritos de alegría de Jesús de Nazaret, nos orientan en el camino de conversión, expresado en un cambio de vida.
Las bienaventuranzas son un mensaje de esperanza y no de resignación conformista de la situación de miseria escandalosa de una gran mayoría de personas en la humanidad. Son un llamado apremiante a cambiar tan crítica situación social y humanitaria para que sea acorde al plan de Dios, que es la fraternidad sin fronteras.
Las bienaventuranzas del Evangelio nos incitan a construir un nuevo orden social de fraternidad, de amor solidario efectivo. La propuesta de las bienaventuranzas es urgente las vivamos en esta hora del postconflicto colombiano. Se nos invita a vivir la alegría del compartir, de ser misericordiosos, de ser transparentes, de trabajar por la paz.
Así demostramos ser hijos, hijas de Dios.
Reflexiones al tema pensional
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