La corrupción tiene una capacidad de desestabilización de la democracia inédita en la historia de Colombia.
En una maniobra tanto audaz como necesaria, Claudia López ha propuesto la corrupción como tema central del debate.
Es audaz porque la única manera de quitar la iniciativa a las fuerzas políticas que cuestionan el proceso de paz es cambiando el tema para las próximas elecciones. Si al 2018 se llega en medio de un debate sobre la legitimidad de las concesiones realizadas y, seguramente, con las Farc haciendo gala de un discurso desafiante, las elecciones serán pan comido para la derecha. La cuestión por definir será quién, en esa parte del espectro, será el ganador: ¿el candidato de Uribe, Vargas Lleras o Marta Lucía Ramírez?
Ganar las elecciones con un discurso a la defensiva, que pretenda convencer a la opinión de que es conveniente la generosidad con las Farc, es una tarea casi que imposible. Por algo, al final de la negociación el mensaje de De la Calle a las Farc fue que hasta aquí llegaban juntos. Para que su candidatura presidencial sea viable tiene que dejar clara su distancia de cualquier agenda de las Farc en la legalidad, empezando por el tal “gobierno de transición”.
Es necesaria porque al día de hoy la corrupción es, de lejos, el principal problema del país. Salvo los excesos que quieran cometer algunas ONG con terceros civiles en los tribunales especiales para la paz y una eventual irresponsabilidad con el manejo fiscal para cumplir los acuerdos, la implementación de la paz no debe entrañar mayores riesgos.
En cambio, la corrupción tiene una capacidad de desestabilización de la democracia inédita en la historia de Colombia. Puede llegar a hacer inviable el manejo ortodoxo de la economía, que ha permitido un crecimiento modesto pero sostenido y sin graves crisis, así como la ejecución de obras y la prestación de servicios públicos que son indispensables para mejorar las condiciones de vida de la población.
La propuesta tiene además la ventaja de la credibilidad por no estar vinculada a quienes han manejado el país durante las últimas décadas. La élite política en Bogotá no solo ha demostrado que está dispuesta a gobernar con corruptos, sino que también es corrupta. Por eso es importante desligar de esa iniciativa a Clara López. ¿Quién puede creer en una campaña anticorrupción con la secretaria de Gobierno de los Moreno?
El vencedor en el 2018 empezará a definirse, por consiguiente, en el pulso por definir el tema del debate: paz vs. corrupción.
Gustavo Duncan
Reflexiones al tema pensional
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