ELESPECTADOR.COM, José Roberto Acosta 13 Ene 2017
A pesar de ser aprobada la nefasta reforma tributaria para dar
gusto a las calificadoras internacionales de riesgo, esta semana una de
ellas, Fitch Ratings, bajó su perspectiva para el sector bancario
colombiano.
A Fitch le preocupa el deterioro en la suficiencia de
capital, en especial para aquellos bancos grandes que tienen inversiones
en el extranjero: “Los índices de Capital Base según Fitch (FCC, por
sus siglas en inglés) a nivel consolidado son débiles en comparación con
los de sus pares internacionales”.
Debido a que el banquero
presta el dinero de otros, el Foro de Estabilidad Financiera promovió el
tercer acuerdo en Basilea (Suiza), después de la crisis hipotecaria del
2008, exigiendo que de cada cien pesos que preste un banquero, mínimo
seis pesos sean de su propio bolsillo. La advertencia que hace Fitch es
que los bancos nacionales con inversiones bancarias en el exterior
pareciera que no cumplen con ese mínimo.
Actualmente, entidades como
Bancolombia o el Banco de Bogotá contabilizan sus bancos en el exterior
por su valor de inversión, pero no descuentan el crédito mercantil en el
que incurrieron para poderlos adquirir. Si se contabilizara el neto sin
dicha deuda, el numerito de capital del banquero bajaría, desnudándose
un apalancamiento muy riesgoso.
La Superintendencia Financiera no
puede cruzarse de brazos en momentos en que, por el debilitamiento
económico, los préstamos otorgados por nuestro sistema financiero
empiezan a incrementar su morosidad, generando riegos que pagaríamos
todos, como sucedió en la crisis financiera de finales del siglo pasado,
y en momentos en que la diversificación de cartera financiera empieza a
desdibujarse por concentrarse en compromisos bancarios de desembolsos
billonarios para las riesgosas obras de infraestructura de 4G.
Por
esta última razón, ya vemos cómo les echan mano a los peligrosos
autopréstamos con recursos pensionales, autorizados mediante el decreto
1385 del año 2015, arriesgan los dineros de Isagén y usan entidades
públicas, como el Banco Agrario, para financiar concesiones como la
liderada por la corrupta Odebrecht en Navelena, y para otorgar
billonarias garantías a Mario Huertas o la extranjera MECO.
Será
inútil la arrodillada del Gobierno ante las calificadoras de riesgo,
como será penoso que se arrodille a los grandes banqueros y no los ponga
en cintura, exigiéndoles mayor respaldo de capital. Se necesita menos
rodilleras y más cinturón.
@jrobertoacosta1
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