Pueden ser excelentes si Uribe, Santos y las Farc cambian de actitud.
Los próximos 4 años pueden traer grandes cambios o resultar en nuevas frustraciones. ¿De qué depende uno u otro resultado? De que Uribe y Santos moderen su odio mutuo y piensen más en el país y en su propio lugar en la historia. De que las Farc dejen de sabotear el proceso de paz en el que dicen estar interesadas. Y de que Santos escoja un buen equipo y él y Vargas Lleras se dediquen a coordinarlo para que las cosas se hagan.
Las elecciones pasadas resultaron en un apoyo condicionado a la continuación de las negociaciones de La Habana. Condicionado, pues cerca de la mitad de los votantes se expresaron abiertamente por que no haya impunidad y para que las Farc cesen de inmediato sus prácticas criminales. Y porque es evidente que el Gobierno y la mayoría de los que votamos por Santos tampoco aceptaríamos la impunidad y cada vez estamos más dispuestos a terminar los diálogos si la guerrilla continúa cometiendo barbaridades. ‘Márquez’ y sus muchachos parecen no haber entendido el clima de opinión, o los tiene sin cuidado y están de nuevo burlándose del país. Sería lamentable que estas actitudes conduzcan a suspender los diálogos, en los que se han alcanzado avances innegables.
Como mencioné en un artículo anterior, el nuevo Congreso, con miembros de la talla de Uribe, Serpa y Navarro, podría ser un Congreso admirable, donde las bancadas de Gobierno y oposición debatan con altura y voten disciplinadamente y ojalá acuerden las reformas cruciales que el país necesita en materia política, de desarrollo rural, justicia, educación pública, seguridad social y recaudos tributarios. Pero también puede resultar en un zaperoco, donde primen los insultos y las calumnias y naufraguen o se deformen las iniciativas legislativas que el país necesita. Que sea lo uno o lo otro depende principalmente de dos personas: Santos y Uribe. Sus rencillas personales le han hecho ya mucho daño al país. Es el momento de que uno y otro recapaciten.
¿Uribe piensa pasarse estos cuatro años como Senador siendo otro doctor NO (como Robledo), tratando de frenar toda iniciativa de gobierno, sin importar si es buena o mala para el país? ¿No le convendría más, pensando en su lugar en la historia, hacer debates a fondo, con buenos argumentos y con datos veraces, sobre lo que el Gobierno haga mal y contra iniciativas que de verdad considere inconvenientes, pero contribuyendo (así le toque tragarse unos cuantos sapos) al mejor diseño, o incluso liderando algunas iniciativas a todas luces necesarias para el país? ¿Será que su aparente odio por Santos lo ciega hasta el punto de no dejarle ver lo que le conviene en una perspectiva de largo plazo?
Y lo mismo puede decirse de Santos. Santos comenzó su primer gobierno haciendo caso omiso de los ataques de su predecesor, pero luego cayó en su juego y acabó respondiendo también con ataques e insultos. Dicen que uno acaba pareciéndose a los enemigos cuando se obsesiona con ellos. Este cambio de actitud terminó por hacerle perder efectividad a su primer gobierno y casi le cuesta la reelección, por cuanto dejó la iniciativa del debate político en manos de Uribe. ¿No le convendría más a Santos, pensando en su lugar en la historia, dedicarse a gobernar bien y, así le toque tragarse unos cuantos sapos, acordando con la oposición algunas reformas de fondo que el país necesita?
Al escribir esta columna no se conocía todo el nuevo gabinete. Me parece un acierto la confirmación en sus cargos de Cárdenas y Holguín. Ojalá Santos confirmara también a Cecilia Álvarez, Juan Carlos Pinzón, Alejandro Gaviria, Amylkar Acosta y Diego Molano, que lo están haciendo muy bien, o, si tiene que cambiarlos, los reemplace por personas con perfiles similares. Cristo e Iragorri han hecho méritos para sus cargos. Y suenan nombres excelentes: Gina Parody para Educación, Carlos Medellín para Justicia y Juan José Echavarría para Planeación.
Guillermo Perry
LOS PRÓXIMOS 4 AÑOS.....SI CAMBIAN DE ACTITUD MEZCLADA CON UNA DOSIS DE AMOR Y TERNURA...TODO ES POSIBLE.....
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