¿Por fin equidad.....?

ELTIEMPO.COM,   Cecilia López Montaño, 17 de agosto de 2014

Resulta fundamental que el nuevo Gobierno y, en general, el Estado comprendan que buscar la equidad es una de las tareas más complejas que puede abordar una sociedad.

Después de esperar en los últimos 4 años que la equidad entrara en las prioridades del gobierno Santos, en el discurso de posesión de su segundo mandato apareció en medio de la paz y la educación, como uno de los tres pilares del nuevo mandato. Bienvenida esa nueva prioridad, que para muchos se había confundido peligrosamente con reducir los niveles de pobreza en el país. De hecho, Colombia ha logrado una significativa reducción de la proporción de personas con pobreza multidimensional, que incluye el acceso a servicios básicos, y un poco menos, en algunas regiones como la zona rural, de la pobreza por ingresos. Sin embargo, la distribución del ingreso no mejora y se estanca en las ciudades, para no hablar de la concentración de la tierra y en pocos propietarios, que alcanza niveles realmente vergonzosos, con Ginis superiores al 80 por ciento.

Pero resulta fundamental que el nuevo Gobierno y, en general, el Estado colombiano comprendan que buscar la equidad es una de las tareas más complejas que puede abordar una sociedad. Por fortuna, como afirma el premio nobel Paul Krugman en su más reciente columna en The New York Times, el objetivo de equidad entró definitivamente entre las prioridades del desarrollo. Después de décadas, afirma el nóbel, de creer en el famoso “trikle down” o chorreo, que justificaba bajarles impuestos a los ricos para que la economía creciera y les cayera algo a los pobres, ahora Krugman plantea que llegó la hora del “trikle up”.

Este es un cambio fundamental: primero, hay suficiente evidencia de que los países menos desiguales crecen más que aquellos que, como Colombia, mantienen estructuras de ingreso profundamente inequitativas. Segundo, poner a pagar impuestos a los ricos –que en Colombia no contribuyen como individuos– puede que golpee en algo su estímulo a invertir, pero esto se verá más que compensado cuando el mayor apoyo a los pobres aumente su nivel productivo, que hará crecer la economía.

Es decir, palabras más palabras menos: los pobres generan riqueza no solo para ellos, sino para la sociedad en su conjunto cuando se les da oportunidad de educarse, de tener la salud adecuada y la seguridad social asociada a ese trabajo digno que se merecen. Crecimiento no propobre, sino de los pobres hacia arriba.

En Colombia, este tipo de crecimiento implica una verdadera revolución. Nada menos que hacer realidad las grandes reformas que se han venido postergando por siglos: reforma agraria, para reducir la profunda desigualdad de la tierra; la verdadera reforma tributaria, en que los ricos y los evasores paguen los impuestos que toca y en que se diferencien las rentas de trabajo de las de capital; la educación pública de primer nivel, para que asistan tanto los pobres como las clases medias; la universalidad verdadera en la salud, y muchísimas más que acaben con la concentración de riqueza que vive el país y no solo la de ingresos.

La pregunta que cabe es si el presidente Santos, al incluir la equidad entre los tres pilares de su nuevo gobierno, es realmente consciente de lo que ha prometido y, más aún, en lo que se ha comprometido. Y lo mismo va para el Congreso de la República. ¿Podrán los honorables congresistas dejar de lado sus intereses personales, que es lo que muchos han hecho por décadas, para buscar la equidad en esta sociedad? Pero también ese sector privado, que, como lo denuncian muchos columnistas y muchos hechos, se ha dedicado a robarles a los colombianos todo lo que puede con carteles de precios y muchas otras prácticas perversas, tiene que entender el verdadero sentido de la responsabilidad social, que es el “crecimiento compartido”. Que ese sector privado gane, pero que también ganen sus consumidores, sus proveedores. ¿Será posible tanta belleza?

Cecilia López Montaño
cecilia@cecilialopez.com