Es el impuesto más criticado porque frena la bancarización. El Gobierno lo mantiene porque nutre sus finanzas con un recaudo anual de $5 billones.
Alberto Medina, un comerciante del centro de Cali, que antes iba al banco a realizar transacciones, hoy prefiere usar más dinero efectivo en su almacén.
Y como si fuera poco ya se acostumbró a que muchos de sus clientes le paguen los pedidos con cheques de terceros que traen hasta nueve endosos, tanto que él también optó por hacer lo mismo. Es decir, no consignar ese título-valor sino negociarlo por fuera.
Esa conducta monetaria no busca otra cosa que eludir el gravamen a los movimientos financieros, más conocido como el 4 x 1000, uno de los más polémicos impuestos del sistema tributario.
Alberto confiesa que “en el almacén siempre mantengo dinero guardado, lo mismo que en la casa, (a pesar del acecho de la delincuencia), pues pagar ese impuesto sale muy caro”.
Como él, millones de colombianos, en especial pequeños empresarios y ciudadanos del común, se han inclinado a mantener su plata ‘bajo el colchón’, y en cajas fuertes para no llevarla al banco.
Y todo apunta a que tal comportamiento se mantendrá, ya que ese polémico impuesto está de nuevo en el 'ojo del huracán', luego de que el gobierno del presidente Santos decidiera prorrogarlo hasta el año 2018, pese a que anunció su desmonte gradual en la última reforma tributaria.
Sin embargo, el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, dice con la búsqueda de $12,5 billones para el 2015 entre el impuesto al patrimonio y el 4 x 1000, “no estamos cambiando nada, pues son viejos tributos”.
Pero lo cierto es que si el Congreso aprueba su continuidad, ese tributo regirá por otros cuatro años, algo que ningún colombiano se imaginó en 1998, cuando el Gobierno de Andrés Pastrana lo creó de forma temporal al amparo de una Emergencia Económica y con la cuesta de una recesión.
“Es lamentable prolongar el 4 x 1000, un impuesto que no contribuye a la bancarización. Es oneroso y antitécnico, además de que desestimula el ahorro”, sostuvo la presidenta de Asobancaria, María Mercedes Cuéllar.
En ese mismo sentido, Julio César Alonso, director del Centro de Investigaciones en Economía y Finanzas, Cienfi, recalca que “los impuestos temporales en Colombia tienen el triste hábito de convertirse en permanentes. Eso no está bien para la economía, porque no da credibilidad”.
El tributarista Julio César Leal, de la firma Leal Consulting va más allá. “Prolongarlo es un craso error, porque es un tributo confiscatorio y frena la demanda agregada en la economía”.
Tabla de salvación
Desde que se creó, los colombianos, en especial los de la clase media, han pagado al Estado $48 billones por concepto del 4 x 1000, algo así como el equivalente a unas 19 reformas tributarias. Cifra nada despreciable para el Gobierno.
Inicialmente, la contribución se utilizó como salvavidas para la banca hipotecaria y luego para atender el terremoto de Armenia. Hoy, sirve para atender diversas líneas del gasto público.
Y aunque casi todo el mundo quiere hacerle el quite, el año pasado, el fisco obtuvo $5,89 billones por ese impuesto, y se calcula que al finalizar el 2014 su recaudo supere los $6 billones.
“Es un tributo de fácil recaudo, y cuando el Gobierno de turno busca recursos adicionales, acude a ese gravamen para solucionar sus problemas de caja”, señala el gerente regional del Banco Popular, Mauricio Tello Dorronsoro. De allí, anota, que “haya sido difícil eliminar un tributo que le proporciona altos ingresos a la Nación”.
No es raro que los gobiernos de Andrés Pastrana y Álvaro Uribe defendieran el impuesto a capa y espada, pues es una fuente importante de dinero para la Nación. Y hasta fue reajustado: saltó de su tasa original del 2 x 1000 al 3 x 1000 y posteriormente al 4 x 1000.
¿Es irremplazable?
Para la jefe de estudios económicos del Bbva Colombia, Juana Téllez, el Gobierno, antes que prolongar el 4 x 1000, debería estudiar su reemplazo.
Y esa sustitución podría ser por un ajuste del Impuesto al Valor Agregado, IVA, al ampliar su base gravable. “Esa podría ser una salida, ya que ese tributo no fomenta la formalización”, añadió.
Sin embargo, Juan Fernando Zuluaga, director de la firma Actualícese.com, recalca que “subir el IVA afectaría a más familias, sobre todo pobres”, tras reconocer que el desmonte del 4 x 1000 generaría reducción en el costo de las comisiones bancarias para los usuarios.
Pero mientras se estudia una fórmula para sustituirlo —que no será antes del año 2018— los colombianos deberán seguir pagando un impuesto que genera discordia, pues muchos lo pagarán, mientras otros buscarán más alternativas para eludirlo.
El riesgoso ‘boom’ del efectivo
Hoy, los colombianos viven un riesgoso ‘boom’ del dinero efectivo. Es decir, gente portando grandes cantidades de billetes en sus bolsillos, a pesar de la inseguridad reinante en las calles.
Todo por cuenta del impacto del 4 x 1000, el cual se carga en cada transacción financiera a partir de $9,6 millones. Por cada $1000, $4 van al pago de este impuesto.
Por eso las cifras son más que dicientes. Según el Banco de la República, a la fecha circulan en el torrente monetario $38,4 billones en efectivo, dineros que se mueven en diferentes actividades comerciales.
De allí, que la preferencia por el porte de efectivo se encuentre en una escala del 50 % en Colombia, cuando en otras economías como la japonesa o la chilena, oscila entre el 14 % y el 20 %. Ello supone una menor bancarización, sobre todo en el uso del llamado dinero plástico (tarjetas) y las transacciones electrónicas.
El analista Julio Escobar señala que “esos pagos (del impuesto), han impactado en especial a la clase media trabajadora y profesional, que no tiene subsidios del Estado ni otras ventajas, y que es además, la que impulsa el consumo en el país”.
Frente a tal realidad, la Asociación Bancaria encendió otra vez la polémica, al proponer una ley que fomente más el uso del dinero plástico y las transacciones virtuales en reemplazo del efectivo. Es decir, sacar más efectivo en circulación de las calles.
Frente a tal realidad, la Asociación Bancaria encendió otra vez la polémica, al proponer una ley que fomente más el uso del dinero plástico y las transacciones virtuales en reemplazo del efectivo. Es decir, sacar más efectivo en circulación de las calles.
Según el presidente del Banco Colpatria, Santiago Perdomo, un cambio de esa naturaleza “traería beneficios para el país, tomando en cuenta que le cerraría el camino a la financiación de actividades delictivas y también ofrecería mayor seguridad a los ciudadanos”.
Se espera que la propuesta tenga eco en el Gobierno, ya que aunque los niveles de bancarización han aumentado, la mitad de la población (unas 20 millones de personas) no tienen historial crediticio ni financiero.
Al haber menos efectivo en circulación, se descongestionarían las oficinas y sucursales bancarias, al reducirse las colas de personas que acuden a ese viejo sistema.
“Es una cultura que debe avanzar más rápido para que la economía se fortalezca”, anota el analista Julio Escobar.
Busque su exención
Aunque el impuesto del 4 x 1000 lleva más de una década aplicándose, muchos colombianos desconocen como beneficiarse de la exención legal para no asumirlo en cada transacción.
Este año las personas con cuentas de ahorro con movimientos inferiores a los $9,6 millones están exentas.
La ventaja es que se podrán tener no una, sino dos cuentas inscritas para ser libres del impuesto, siempre que las operaciones y retiros de dinero, o en cheque no superen esa cantidad. El beneficio se logra al solicitarlo directamente al banco.
La exención rige para las cuentas de ahorro administradas por entidades financieras y cooperativas financieras, o de ahorro y crédito.
Todas las personas tienen derecho a tener una cuenta exenta para que le depositen allí sus salarios, mesadas u otros recursos.
Nacimiento apurado
El gravamen se creó a finales de 1998 bajo los decretos 2330 y 2331 en el gobierno de Andrés Pastrana, al amparo de una Emergencia Económica. En aquel entonces su tarifa fue del 2 x 1000 para obtener de manera temporal recursos del público para sacar a la banca hipotecaria de sus dificultades, lo que coincidió con el desmonte del sistema Upac.
Luego, por cuenta de la reforma tributaria del 2001 o Ley 633, el gravamen siguió de largo y su tarifa saltó al 3 x 1000. Al aterrizar el Gobierno de Álvaro Uribe, la Ley 863 del 2003 lo reajustó al 4 x 1000.
El primer gobierno de Juan Manuel Santos decidió mantenerlo. E incluso prometió que lo bajaría al 2 x 1000 entre los años 2014 y 2015, mientras entre 2016 y 2017 sería del 1 x 1000 y a partir del año 2018 quedaría eliminado. Pero nada se cumplió, y continuará de largo.
TEMA:...IMPUESTO DEL 4 X 1000......Y SABER QUE LOS GASTOS BILLONARIOS EL CONGRESO SABE DONDE ESTA, PERO ELLOS NO LOS QUIEREN TOCAR....SABEN PORQUE...?
ResponderEliminarEs el impuesto más criticado porque frena la bancarización. El Gobierno lo mantiene porque nutre sus finanzas con un recaudo anual de $5 billones.