William García Rodríguez
No hay que perder de vista que el pueblo de Israel tiene una historia mítica de perseguido y expulsado de su territorio antiguo y una más reciente y real en el holocausto de la II Guerra Mundial con 6 millones de víctimas. Ahora es un pueblo prospero económicamente y culturalmente rico que merece nuestro aprecio, admiración y su derecho a vivir en paz en el concierto de las naciones; pero también es cierto que desde sus orígenes configuró un sistema político y un Estado que con la justificación de defenderse inició una escalada de agresiones con el apoyo de EE.UU. contra un pueblo cuya única responsabilidad es tener grupos que como Hamás acuden al terrorismo.
A medida que aumentan las víctimas inocentes y destruyen la Franja de Gaza suenan cínicas las declaraciones del embajador de Israel en Colombia de que esta es una guerra de defensa y que las víctimas palestinas son escudos humanos de Hamás. Un Estado que ha sido decena de veces condenado por los organismos multilaterales por violación sistemática a los principios humanitarios no puede hacer creer que es el mundo el que está equivocado.
Diversas organizaciones de Derechos Humanos israelíes han venido denunciando las atrocidades de sus fuerzas armadas y de su gobierno que demuestran no actos de defensa, sino acciones criminales de verdadero odio contra el pueblo palestino. El columnista e investigador Víctor de Currea Lugo citando fuentes israelíes informa por ejemplo “que los soldados israelitas capturaban palestinos y los ponían a escoger entre quebrarles las piernas, los brazos o la nariz, poner el fusil entre los dientes de un palestino, disparar y una más de talante Uribista “…. El rango militar dependería del número de personas que se hayan asesinado”. Gisha, el centro legal para la libertad de movimiento (de origen israelí), ha denunciado las restricciones de movilidad que se sufren en Gaza y la afectación de su economía... pero los sionistas insisten en que Gaza no está ocupada” (El Espectador 30 de julio de 2014).
Recordamos que Israel rompió las conversaciones con la Autoridad Nacional Palestina cuando se produjeron acuerdos entre Al-Fatah y Hamás ambas palestinas, lo que demuestra que el Estado de Israel quiere ver una población dividida, desmovilizada y disminuida, la que equivale a la negación de la existencia del Estado palestino, consigna que el gobierno israelita utiliza para justificar la guerra, pues Hamás torpemente se niega a aceptar la existencia del Estado de Israel.
Si el Estado de Israel tuviera internamente oposición judía con métodos terroristas camuflada entre su población, cuesta trabajo creer que arrasarían a su propio pueblo civil justificándolo con las mismas razones que arrasan a la población Palestina de la Franja de Gaza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario