domingo, 11 de agosto de 2013

Minería acecha joya ambiental del Orinoco

UNPERIODICO.UNAL.EDU.CO, Aug. 10 de 2013,  Por: Alberto Fernández R., Unimedios
Los Cerros de Mavecure, símbolo de la región, están en el límite del área que quieren declarar sitio Ramsar. - Foto: Ana María Roldán/WWF. 
Los Cerros de Mavecure, símbolo de la región, están en el límite del área que quieren declarar sitio Ramsar. 
Mientras el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible impulsa la declaratoria de la Estrella Fluvial de Inírida como humedal de importancia internacional, el Ministerio de Minas y Energía la empuja hacia la explotación de oro y coltán. Esto pondría en peligro su biodiversidad, señalan investigaciones de la UN.
En lengua indígena, Guainía quiere decir tierra de muchas aguas. La etnia Yeral no exagera. Tan solo al nororiente del departamento está la Estrella Fluvial de Inírida, unas 283.000 hectáreas bañadas por los ríos Guaviare, Inírida, Atabapo y Orinoco.

La zona es una verdadera joya. El agua de los cuatro ríos da paso a una gran variedad de ecosistemas, caracterizados por una alta biodiversidad, que a su vez cubren, como una alfombra verde, importantes yacimientos de oro y coltán.
Lo curioso es que, si bien durante siglos habían coexistido en armonía, hoy la riqueza mineral y la natural riñen. La explotación de la primera acabaría con la segunda.
Para evitar que esto suceda, desde hace diez años el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y un grupo de organizaciones trabajan para incluir esta área estratégica de la cuenca del río Orinoco en la lista Ramsar de humedales de importancia internacional.
El dilema surge cuando la iniciativa se contrapone a la idea de desarrollo económico, impulsada desde el mismo Gobierno, donde precisamente la actividad extractiva tiene un lugar central. 
Territorio único 
¿Por qué se debe proteger la Estrella Fluvial de Inírida? La respuesta corta sería porque este es un sitio con características únicas en el país.
Tras pasar por la ciudad que lleva su nombre, el río Inírida desemboca en el cauce del Guaviare. 25 kilómetros aguas abajo, a la altura de San Fernando de Atabapo (Venezuela), este último se funde con el Atabapo y el Orinoco.
El Inírida y el Atabapo son ríos negros. Ambos recorren terrenos de arena blanca proveniente del Escudo Guayanés, la más antigua formación rocosa de América del Sur. La poca presencia de microorganismos en los suelos hace que la vegetación que cae en sus aguas tarde más en descomponerse. De ahí la coloración oscura.
El Guaviare, por el contrario, tiene un color lechoso por los ricos sedimentos andinos que arrastra. Por ello, a lo largo de su ribera los suelos son más fértiles y crecen bosques con rasgos típicos de las selvas húmedas de los Andes.
La confluencia de estos cuerpos hídricos, finalmente, aporta una parte importante del caudal del río Orinoco, uno de los más largos del continente (2.140 km) y el tercero más caudaloso del mundo (33.000 m³ por segundo en promedio).
Todo esto ocurre en una zona de transición entre las llanuras de la Orinoquia y los bosques tropicales de la Amazonia. Es decir, además de aguas, en la Estrella se encuentran dos ambientes contrastantes: sabanas abiertas y selvas cerradas, con sus respectivas flora y fauna.
Su posición geográfica es aún más estratégica al estar en el límite occidental de Guayana. Según Hugo Mantilla-Meluk, biólogo de la Universidad Nacional de Colombia, la región es reconocida por ser un laboratorio natural en donde se forman nuevas especies.
Esto se traduce en una alta diversidad de flora y fauna. Gary Stiles, del Instituto de Ciencias Naturales (ICN) de la UN en Bogotá, asegura que “hay una gama bastante amplia de hábitats en esta área relativamente pequeña”.
Van desde sabanas y matorrales sobre arena blanca hasta bosques altos y bajos. Además, a lo largo de los ríos hay selvas inundables, que varían dependiendo del color del agua que las irriga.
En cuanto a la fauna, Iván Mojica, también profesor del ICN, pone de ejemplo la gran variedad de peces de la zona.
Explica que, no obstante su pobreza en nutrientes y sales, en los ríos negros viven “especies de menor tamaño y colores vistosos, al punto que de Inírida salen el 50% de los peces ornamentales que exporta el país”.
Mientras que en el Guaviare, agrega, se pueden encontrar “peces de mayor tamaño, como la cachama y los grandes bagres, que son la principal fuente de proteína de los pobladores de la región”.
Hasta el momento, allí se han documentado cerca de 470 especies. Aunque considerable, esta cifra fácilmente puede aumentar, pues Guainía aún es un territorio por explorar.
Se trata de una alta biodiversidad, que también se aprecia en aves, reptiles, anfibios y mamíferos, tanto en número de especies como en registros únicos. 
Locomotora minera 
Desde el año 2004, el Ministerio de Ambiente busca designar sitio Ramsar a la Estrella Fluvial de Inírida. Esta figura tiene su origen en el convenio firmado en el año de 1971 en Irán.
Incluir a la Estrella representaría un gran paso en su conservación. Aunque técnicamente no sería un área protegida, este reconocimiento es incompatible con actividades como la minería.
En cambio, promueve su uso sostenible, orientado por un plan de manejo ambiental, que estaría a la cabeza de la Corporación para el Desarrollo del Norte y Oriente Amazónico (CDA) y las cerca de quince comunidades indígenas que lo habitan.
El proceso comenzó con una caracterización del lugar y una consulta previa con las comunidades que terminó en el año 2010. En este punto, para que el presidente Juan Manual Santos solicite a Ramsar la declaratoria, solo se necesitaba un concepto no vinculante del Ministerio de Minas y Energía.
Uno de los requisitos para la designación es que sobre el sitio no haya licencias mineras y de extracción de hidrocarburos. Saulo Usma, biólogo de la organización WWF, asegura que “no hay títulos vigentes en la zona”, lo cual se corrobora en Catastro y Registro Minero.
Pero no significa que la minería, en este caso artesanal e ilegal, no sea un problema. Desde Inírida, río arriba hacia los cerros de Mavecure, se encuentran barcazas que remueven el suelo en busca de oro. También ocurre en el Atabapo.
Esto, junto al uso de sustancias como el mercurio y el cianuro, es devastador para ecosistemas tan frágiles. El profesor Stiles explica que “los ríos negros son especialmente susceptibles. Como sus aguas son bastante puras, no se necesita mucha minería para tener problemas irreversibles”.
En el año 2011 el Ministerio de Ambiente remitió los documentos requeridos para dicho concepto. Pero fue hasta el pasado 12 de febrero que la cartera de Minas dio una respuesta: no declarar la Estrella sitio Ramsar, pues esto impediría futuras explotaciones de oro y coltán.
No obstante, al no ser vinculante, este concepto no impide que el Gobierno haga la solicitud. ¿Por qué entonces el presidente Santos no lo ha hecho?
El comportamiento del producto interno bruto (PIB) da luces al respecto. Según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE), el avance de 5,9% del sector minero y energético fue la principal razón para que la economía colombiana creciera 4% durante el año pasado.
Es más, su participación en el PIB pasó de un 8% a un 15% en la última década. No por nada, el Gobierno cataloga la minería como una de las locomotoras del desarrollo. Y la necesita para seguir avanzando. El dilema es que sitios únicos, como la Estrella Fluvial de Inírida, serían su combustible. 
¿Cuál es el límite? 
Principalmente por sus tierras negras ricas en coltán –mineral utilizado en el desarrollo de nuevas tecnologías–, el Gobierno declaró zona estratégica minera a todo Guainía.
En el corto plazo, la decisión frena cualquier solicitud minera hasta que se tengan localizados los territorios con mayores recursos. Pero en el largo plazo, el futuro parece ser la explotación legal a cargo de grandes grupos.
Y como es para todo el departamento, la medida se puede volver una amenaza para la Estrella, hasta ahora sin licencias.
Es clara la importancia del sector minero para el progreso del país. Pero también es claro que, incluso con títulos, podría afectar hábitats que son únicos. ¿Acaso la minería no debe tener un límite?
Para la comunidad científica sí debería. “El país tiene que pensar en sus ecosistemas de alta diversidad. Los arrasa o los preserva. La Estrella es un buen ejemplo de lo que hay que conservar. No la toquemos, hay otras regiones para minería”, concluye Mojica.

Ojalá estas palabras tengan eco en el Gobierno y este dilema, que compete a toda la nación, se resuelva a favor de la Estrella Fluvial de Inírida.
http://www.unperiodico.unal.edu.co/dper/article/mineria-acecha-joya-ambiental-del-orinoco.html

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