ELTIEMPO.COM, Por: REDACCIÓN POLÍTICA , 27 de Agosto del 2013
Presidente ofreció excusas a campesinos por agresiones de Policía y reconoció incumplimientos.
“La cara del santo hace el milagro”. Este es el viejo adagio popular que repiten casi a diario los campesinos colombianos y al que el presidente Juan Manuel Santos tuvo que recurrir literalmente para conjurar las protestas agrarias que este martes cumplen nueve días. (Lea también:Presidente acepta negociar con campesinos para levantar paro)
En un acto de ‘contrición’, poco visto en la gente de poder, el Jefe de Estado decidió cambiar su posición sobre la negativa de aceptar a que el país atraviesa un paro agrario, sino que se fue al epicentro de las protestas y les ofreció excusas a los labriegos si sus palabras habían sido “malinterpretadas”. (Lea también: El sur del país está bloqueado en el Huila por paro agrario)
“De ninguna manera quería yo subestimar la importancia de los reclamos de los paperos, de los lecheros. Por eso, si fue mal interpretada mi frase o por haber dado ese papayazo, que fue mal interpretada por mucha gente, pues ofrezco disculpas porque no era mi intención”, precisó el Jefe de estado desde Tunja (Boyacá).
Precisamente a esa ciudad tuvo que dirigirse para entablar personalmente un diálogo con los líderes de los manifestantes, para evitar, y eso lo ha reconocido el propio Gobierno, que las protestas realmente alcanzaran un impacto nacional que afectara a capitales como Bogotá.
La decisión no fue sencilla. Aunque el presidente Santos siempre ha estado abierto al diálogo, dos declaraciones suyas exacerbaron los ánimos de los campesinos. Esto quedó en evidencia con la magnitud que alcanzaron las protestas.
“El paro realmente no fue, o no ha sido por lo menos, de la magnitud que se esperaba”, dijo en la noche del 19 de agosto, primer día de las protestas. Y el pasado 25 de agosto, sentenció: “El tal paro nacional agrario no existe”.
Aunque en la misma noche de ese domingo quiso rectificar el alcance de sus palabras con una rueda de prensa desde la Casa de Nariño, en la cual estuvo acompañado por varios de los funcionarios a quienes les ha encomendado atender las reclamaciones de los labriegos, los campesinos tomaron sus declaraciones como un reto.
Las consecuencias no se hicieron esperar y el propio ministro de Agricultura, Francisco Estupiñán, tuvo que aceptar que en ciudades capitales como Bogotá sí se estaba presentando escasez de algunos alimentos que precisamente se cultivan en las zonas de protestas, pero se negó a admitir que se esté produciendo un desabastecimiento.
Ante todo este panorama, y luego de analizarlo por varias horas con sus más cercanos asesores, decidió aceptar una petición hecha por los propios campesinos: que se instalara una mesa única con líderes de los tres departamentos más afectados por el paro (Boyacá, Cundinamarca y Nariño), pero que, antes de oficializarla, el Presidente fuera personalmente a escucharlos. Así lo hizo.
Claro que el Jefe de Estado también puso sus condiciones. Santos siempre ha dicho que fundamentalmente son los paperos y los lecheros los que están en paro, por eso pidió que, de ir a escucharlos, sería solo con esos sectores. Esto le fue aceptado.
El encuentro se produjo este lunes 26 de agosto en Tunja y tras varias horas de reunión, el presidente Santos salió públicamente a ofrecer excusas por el desconocimiento que había hecho de la magnitud del paro, por las agresiones de la Fuerza Pública a los labriegos y, por primera vez, para reconocer incumplimientos de compromisos.
“Quiero también ser muy franco en ese sentido. Me enteré en estos últimos días de una serie de compromisos que se habían hecho como por ejemplo el sector papero de Boyacá, compromisos que no se cumplieron; y le dije al Ministro de Agricultura que eso era totalmente inaceptable. No sabía yo que eso había sucedido. Les pedí disculpas (a los campesinos) y eso no va a volver a suceder”, enfatizó Santos.
Esto tuvo dos repercusiones inmediatas. La primera, los campesinos aceptaron dejar las vías de hecho, suspender los bloqueos y sentarse a negociar. Y la segunda, el ministro Estupiñán ofreció públicamente su renuncia si eso, según dijo, solucionaba definitivamente el paro.
Claro que políticamente hubiera sido incorrecto entregar la cabeza de un ministro por una protesta, y más teniendo en cuenta que en este caso Estupiñán solo lleva un mes y medio en el cargo y le tocó recibir el inconformismos del sector agrario que se venía gestando desde hace varios meses.
Esto lo sabe el Gobierno y lo sabe el Ministro. Por eso, en la mañana de este martes el propio Estupiñán salió a aclarar que definitivamente no se va de la cartera que ocupa, a menos que se lo pida directamente el Jefe de Estado.
Este martes será clave para estas negociaciones. El presidente Santos monitoreará todo el día desde Palacio el avance de las conversaciones que inician en Tunja y espera que se logren acuerdos concretos.
No obstante, hay dos cosas que sí le preocupan al Gobierno y por eso se mantienen en que no aceptarán una mesa nacional de negociación con el agro. Por un lado, no quiere que estas protestas se conviertan en un Catatumbo pero por todo el país; y, por el otro, no está dispuesto a trasladar los diálogos con las Farc de Cuba a Colombia.
Esto último tiene una sola razón. Aunque las protestas de los campesinos son legítimas y están fundamentadas, para nadie es un secreto que la guerrilla y sectores políticos quieren influenciarlos para que la protesta se extienda. Como ha dicho Santos, quieren sacar “réditos” electorales de este tema.
Lo cierto es que Santos decidió ‘ponerle el pecho’ personalmente a este paro agrario y los resultados están comenzando a verse, ya que los bloqueos han mermado. Todo parece indicar que, como se lo han recalcado sus críticos, los problemas del país se atienden en las regiones y no desde la Casa de Nariño. O sea, “la cara del santo hace el milagro”
REDACCIÓN POLÍTICA
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