Por: Ana María Restrepo*
El paro convocado esta semana no se debe a “la oposición” ni se debe a la guerrilla: la ola de protestas obedece sobre todo a problemas derivados del modelo económico vigente y a la falta de respuestas del Estado.
Foto: MARCHA PATRIÓTICA
Durante el paro han sido bloqueadas carreteras principalmente en cuatro departamentos; Arauca, Putumayo, Boyacá y Nariño.
Durante el paro han sido bloqueadas carreteras principalmente en cuatro departamentos; Arauca, Putumayo, Boyacá y Nariño.
No es tan simple
Para comprender la actual ola de movilizaciones sociales en Colombia hay que dejar de lado las miradas reduccionistas que atienden solo a tres factores coyunturales:
- la incapacidad del presidente o del gobierno nacional,
- el vínculo directo con los diálogos de La Habana, y
- la “infiltración” o el aprovechamiento de políticos oportunistas u otros actores externos a las luchas sociales.
Una reflexión más amplia y matizada sobre las movilizaciones de las últimas semanas debe reconocer:
- las convergencias y fortalezas de los actores sociales,
- las diferencias regionales en el origen y evolución de los conflictos, y
- el imperativo de la renovación democrática en Colombia.
Variedad en las luchas sociales
Las jornadas recientes tienen tres protagonistas principales: los productores agrícolas, los camioneros y los mineros informales y artesanales. Se trata en cada caso de protestas relacionadas con el modelo económico vigente.
Aunque estos son los tres más visibles, una revisión de las movilizaciones durante todo el año nos muestra un espectro más amplio de actores y de motivaciones. Solo en el mes de julio hubo protestas de muy diversos tipos:
· La larga resistencia civil y el bloqueo de vías por parte de campesinos en la región del Catatumbo.
· La protesta de los mineros artesanales a causa de la criminalización de su oficio y de las preferencias hacia las explotaciones mineras a gran escala.
· La movilización de los cafeteros por el incumplimiento de acuerdos previos.
· Las acciones de inconformidad de paperos, cebolleros, paneleros, cacaoteros, arroceros y lecheros que anunciaron el actual Paro Nacional Agrario.
· Los empresarios minoritarios de calzado que organizaron una jornada de protesta por los efectos de los Tratados de Libre Comercio (TLC).
· Las organizaciones cívicas se unieron con las ambientalistas para exigir la consulta previa en proyectos masivos de transporte que amenazaban con la tala de árboles.
Además de estas acciones hay otras más recurrentes:
- En las ciudades de la región Caribe no pasa una semana sin que los habitantes salgan a protestar por las deficiencias y los altos costos de la energía eléctrica;
- En veredas y corregimientos de todo el país hay un aumento palpable de las acciones para exigir más maestros rurales;
- Hay huelgas de trabajadores petroleros y de la industria del carbón, y
- Es frecuente la inconformidad de los transportadores por los precios de la gasolina y los impuestos de rodamiento[1].
Los motivos: más allá de la coyuntura
Aunque este panorama de contienda se da en la coyuntura de los diálogos entre el gobierno y las FARC, la larga historia de la movilización social en Colombia no pasa necesariamente por el conflicto armado sino que tiene múltiples motivaciones.
Campesinos protestan por la falta de proteccionismo y los efectos negativos en el agro de los TLC. |
Por ejemplo, en los últimos tres años han contado las contradicciones de la política social bajo el gobierno Santos para inducir la organización y el movimientos de protesta: por un lado propone avances como la restitución de tierras o las cien mil viviendas gratis, mientras del otro lado multiplica los tratados de libre comercio y entrega el subsuelo a la voracidad de las multinacionales.
Pero más allá de las conversaciones en La Habana y más allá del gobierno Santos, hay que notar que las luchas sociales son procesos de larga duración o son espacios de transformación política donde se construyen alternativas, se ajustan las condiciones del desarrollo y se disputan los diversos proyectos de sociedad.
Por eso mismo lo que vemos ahora es la revelación del largo proceso de organización social que ha tenido lugar en Colombia. Aún con sus altibajos (algunos resultantes de la violencia o de la represión contra las organizaciones sociales), hay un aumento de fuerza y de visibilidad que resulta de factores como la aparición de nuevas redes e intermediarios, el uso de los mecanismos democráticos que introdujo la Constitución de 1991, la recomposición de las fuerzas políticas, o el alineamiento radical del gobierno nacional con el neoliberalismo.
Y sin embargo hay que advertir que aunque la movilización actual apunta al modelo económico, esto no implica que exista una oposición al Estado o una plena conciencia sobre el cambio de modelo: se trata en muchos casos de lograr un equilibrio donde se respeten los derechos y las necesidades de los sectores que protestan.
La dimensión regional
El mapa actual de las protestas incluye tanto las zonas tradicionalmente “centrales” del país como las periferias que empiezan a ser parte importante del desarrollo económico por la posibilidad de localizar en ellas industrias extractivas. En las distintas regiones hay distintos motivos de inconformidad:
- Las protestas en Antioquia, Boyacá y Cundinamarca expresan el sentimiento de expulsión del modelo económico de zonas en las que no se han diseñado programas que garanticen la sostenibilidad de sus economías tradicionales.
- Los mineros informales de diversas regiones demandan la integración que desde siempre les ha sido esquiva y que hoy se ve acentuada por el favorecimiento de las grandes explotaciones.
- Las economías cafeteras de Antioquia, Caldas, Quindío, Risaralda, Tolima y Huila, son las primeras sacrificadas por el modelo de desarrollo extractivo. Es clara la concepción que el Estado central ha tenido sobre las regiones: son útiles en relación con el modelo económico dominante; los cafeteros fueron útiles durante muchas décadas, ahora ya no lo son (aunque es el sector que más recursos ha recibido del Estado).
De este modo, una mirada regional permitiría trascender el discurso de la histórica incapacidad de integración nacional para pasar a estrategias que partan de reconocer la variación en las necesidades a lo largo y ancho del país.
Los desafíos tienen que ver con la forma cómo se resuelven las tensiones actuales y el tipo de presencia del Estado, cómo se construyen los imaginarios sobre la lucha social y los actores sociales que protestan, y cómo se define su lugar en el proyecto de sociedad.
Incumplimientos gubernamentales
La persistencia en incumplir los acuerdos por parte del gobierno es el detonante de muchas de las protestas que vive el país y dan cuenta de la poca participación de las regiones en los procesos liderados por el gobierno central.
El Paro Agrario es un buen ejemplo: se veía venir.
· Hace diez años el Mandato Agrario había dado cuenta de las principales aspiraciones del sector: la necesidad de autonomía; la búsqueda de la soberanía alimentaria; el reconocimiento político del campesinado; las reformas de la política agropecuaria y defensa de la economía campesina; la asistencia técnica y la protección del medio ambiente; el fin del desplazamiento forzado y la solución al conflicto armado.
· En octubre de 2007 la Gran Coalición Democrática reunió a las organizaciones campesinas, indígenas y afrocolombianas en una manifestación que recordaba elMandato Agrario y reiteró sus demandas.
· En 2009 Salvación Agropecuaria convocó a una nueva movilización nacional y planteó sus exigencias al gobierno central.
· En el 2012, la Mesa de Unidad Agraria presentó un Proyecto Alterno a la Ley de Desarrollo Rural del gobierno. Los reclamos se concretaron en una propuesta de reforma para el campo.
No se trata sólo de una coyuntura. Las protestas sociales de las últimas semanas son el resultado de la acumulación de demandas no resueltas y de problemas a los cuales el gobierno central no ha dado soluciones.
A la espera de respuestas
La coyuntura es un horizonte abierto que permite preguntar si nos encontramos en un momento de renovación democrática gracias al aumento de la movilización social.
Por ahora, los bloqueos de vías deberían ser entendidos como lo que son: el último recurso de la protesta, cuando ya se han hecho muchos otros llamados, y una señal de que la mayor intensidad de los conflictos es función de la creciente percepción de injusticia.
Las luchas sociales se han ido transformando y encontrando nuevos motivos y nuevas redes de solidaridad. No hay que olvidar que a la par de las acciones contenciosas el uso de formas institucionales como las zonas de reserva campesina, las consultas populares y las consultas previas se han abierto paso en el repertorio de la movilización social en Colombia.
Estas renovaciones se deben a los cambios en los temas de conflicto social, en las necesidades inmediatas y en los nuevos imaginarios políticos en las regiones. Sólo una mirada compleja y amplia que reivindique las necesidades regionales y reconozca sus procesos permitirá concretar soluciones políticas a problemas sociales de vieja data.
* Historiadora, investigadora del Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP).
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