LA CALLE REAL, JUNIO 6 DE 2013
JUAN EL DADIVOSO, SUS MANOS SON TAN LARGAS COMO SUS NARICITAS
Derrochar con la del míster es absolutamente cómodo. Y si el derroche es para favorecer a sus amigos íntimos pues qué importa que el billete venga de las arcas de todos los colombianos.
La tradicional ralea de santafereños gazmoños cubre con su misma cobija todas sus bellaquerías.
El perínclito Juan Lozano Ramírez, mimado de la oligarquía bogotana, desde los rincones ‘patriotas’ de sus abuelos Juan, paterno y Pacho Eladio, materno, dos animales de la politiquería nacional, con portaestandarte y escudos nobiliarios-aquí se le ponen cruces y blasones a cualquier perico de los palotes- , sin importarle un carajo le metió un mico fenomenal tan grande como su aguileña nariz al congreso de la república.
Don Juan, presentó un proyecto de ley de cinco artículos para rendirle un homenaje con motivo de sus 50 años al Museo de Arte Moderno de Bogotá, el famoso MamBo. Hasta allí la lambonería de este gazmoño está a lo mejor bien, pero que en el artículo cuarto del solícito enjambre de majaderías se incluya una destinación de 40 mil millones de pesos de acuciosa mansedumbre por parte de todos los colombianos para que se hagan algunas reparaciones locativas no deja de ser un atropello a las arcas nacionales.
Todos sabemos que el Mambo es un particular y privado club de las zalamerías de doña Gloria Zea, otra protegida de las clases gamonales, poderosas y entre otras cosas, corruptas de este país. Pues no de otra manera es la señora madre emérita de esa joyita de Fernando Botero Zea, a quien le importó un pepino la solvencia moral de su padre para desprestigiarlo asociándose con mafiosos y echándose al bolso la plata de los narcos socios de su jefe supremo Ernesto Samper. Sobra decir que entre ellos se traicionan para seguir siendo los mismos bandidos.
Tranquilo y sereno sin un arrebato don Juan quiso que la plata de la cultura nacional se la dieran toda y de un tajo a doña Glorita Zea antes de Botero y ahora de no sé quién.
El Museo Nacional, ese sí propiedad del ministerio de cultura y por ende de todos los colombianos, viene clamando desde hace una década que le asignen 45 mil millones de pesos para su necesaria ampliación pero ha sido imposible.
La ministra de cultura Mariana Garcés Córdoba, asombrada por el atropello de premiar a una entidad absolutamente privada con toda razón ha puesto el grito en el cielo y le ha pedido al ministro de hacienda Mauricio Cárdenas Santamaría y al director de planeación nacional Mauricio Santamaría que se abstengan de girar semejan despropósito.
Es indignante saber que el presupuesto del ministerio para obras y actividades culturales en todo el territorio colombiano tenga una apropiación de 40 mil millones, los mismos que el dadivoso don Juan quiere entregar a su entrañable Gloria Zea.
Y a este pecaminoso lo han graduado de eximio e integérrimo. Qué va puros ídolos de barro. Ha transitado de un lado para otro sin importarle una higa. Carece de ideología, primero dizque liberal, se arropó con las virtudes de Galán para ganar notoriedad, se hizo amigo de Vargas Lleras para abrazarse al poder omnímodo de ese otro pérfido y posteriormente migró al uribismo para asolaparse en el santismo y retirarse de un momento a otro en un acto de esos que llaman oportunismo y en el que este sombrío personaje es uno de sus más encumbrados exponentes.
Este Curador de carros viejos, periodista por conveniencia, saltarín de los trampolines que le interesan y mágico usurpador de la puerta giratoria entre prensa y política quiere ahora congraciarse con su pútrida estirpe para amojonar con recursos de los colombianos los bolsillos arrobados de los protegidos de la ambivalencia.
Es menester que el presidente Santos se abstenga de firmar esa ley porque sería una nueva bofetada a la cultura de este pobre país.
Resultó que las manos de don Juan son tan largas como sus naricitas.
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