viernes, 14 de junio de 2013

Las revocatorias

portafolio.co,  Alfonso Gómez MéndezJunio 13 de 2013 

La Constitución del 91, entre el lema de combate de sus inspiradores de pasar de la “democracia representativa” a la participativa, ideó una serie de instrumentos para estimular a los ciudadanos a trascender las clásicas elecciones para Presidente, Congreso, alcaldes y gobernadores.
Uno de ellos, por ejemplo, fue la iniciativa popular para impulsar proyectos de ley que pocos desarrollos ha tenido.
Solo Francisco Santos, con todo su poder mediático de convocatoria, logró, recién liberado del secuestro selectivo de Pablo Escobar (con el que, entre otras cosas, consiguió tumbar en la Constitución la extradición de nacionales), conseguir un millón de firmas para presentar un proyecto de ley (que se convirtió en la 40 de 1993) para endurecer al máximo (60 años) las penas contra el secuestro.
Años después, durante el mal llamado proceso de paz con los paramilitares en la administración anterior, se permitió que secuestradores y torturadores pagaran como máximo 8 años por esos crímenes. Cosas que no hay que olvidar ni dejar de tener como punto de referencia dentro de la coyuntura actual.
El ‘cabildo abierto’ tampoco ha tenido cabida en estos 22 años de vigencia de la Carta Política.
El referendo solo ha sido utilizado una vez, por cierto, sin mucho éxito, al comienzo del Gobierno Uribe.
De la revocatoria de mandato –indudable mecanismo de desahogo democrático– es más lo que se habla que lo que se ha logrado.
La ley que desarrolló los mecanismos de participación ciudadana creó tantas trabas que es muy difícil que por esa vía se llegue a ‘tumbar’ alcaldes. Los ensayos que se han hecho han fracasado hasta el momento. En varias ciudades como Ibagué se habla de movimientos en curso para revocar el mandato del Alcalde.
Sin embargo, por motivos obvios, el caso más vistoso es el del Alcalde de Bogotá. En su momento, Gustavo Petro, como político, intentó, sin éxito, y por razones puramente coyunturales, revocarle el mandato a Jaime Castro, un alcalde que sentó las bases para que Mockus, Peñalosa y Garzón modernizaran la capital de la República.
En el primer año de la administración Peñalosa -que con razón terminó siendo uno de los mejores burgomaestres capitalinos- unos cuantos intentaron revocarle el mandato.
En el caso de Petro, el problema es que la bandera de la revocatoria la toma un jefe político de ‘la U’, partido que hasta la administración pasada tenía una alta participación en el Distrito. El debate tiende a polarizarse en el terreno político en el que Petro lleva las de ganar.
La campaña más fácil es la de la abstención en un país poco dado a la participación electoral.
Conseguir que un millón y medio de bogotanos salga a votar en época fría -no solo por el clima- sin que exista ninguna elección que jalone, va a ser difícil.
El problema para los organizadores -u organizador-, ya que como partido no se sabe si el liberalismo, el conservatismo, Cambio Radical, ‘la U’ o los verdes, se van a montar en ese camello, no es conseguir la mayoría, sino superar el umbral.
Alfonso Gómez Méndez

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