miércoles, 19 de junio de 2013

El cambio extremo de los magistrados

semana.com,

Tras los escándalos en las altas cortes se trabaja ahora con seriedad y disciplina. ¿Qué les pasó?

El cambio extremo de los magistrados. Ahora los magistrados, según contaron varios de ellos a Semana.com, fungen ser los funcionarios más trabajadores del Estado. (Archivo)

Ahora los magistrados, según contaron varios de ellos a Semana.com, fungen ser los funcionarios más trabajadores del Estado. (Archivo).  Foto: Daniel Reina /SEMANA.

Desde hace varias semanas los magistrados de las altas cortes han estado en el ojo del huracán. El tema de los exóticos permisos remunerados gravita en el ambiente y en la práctica no pasa un día sin que surja una nueva revelación que aumenta el escándalo y sacude los corrillos de las entidades judiciales.


Si bien es poco probable que judicialmente vaya a pasar algo en la investigación contra los magistrados que han hecho uso de manera indebida de estas llamativas licencias, también es cierto que varias cosas han cambiado. Semana.com constató que hoy los despachos de los magistrados y casi todos los togados tienen otra cara. “Es por físico miedo”, relata una fuente.

Pero ¿qué ha cambiado? Antes del escándalo era muy difícil encontrar a los magistrados en sus despachos en dos momentos puntuales: las primeras horas de la mañana y caída la tarde. Menos los viernes. ¿Por qué? Era habitual que este era el día para salir de paseo.

El trabajo en los distintos despachos era evacuado frenéticamente por los magistrados auxiliares, quienes se echaban sobre los hombros la carga que les dejaban olímpicamente los altos juristas. No era extraño que las oficinas permanecieran con las luces apagadas y las puertas cerradas.

Ahora los magistrados, según contaron varios de ellos a Semana.com, fungen ser los funcionarios más trabajadores del Estado: llegan temprano, los almuerzos son cortos y, para sorpresa de muchos, van los viernes a sus despachos. Los carros oficiales, así como los escoltas, volvieron a quedar estacionados durante largas horas en los sótanos del Palacio de Justicia.

Uno de los cambios más radicales es que desde hace dos semanas ningún magistrado volvió a tramitar los cuestionados permisos. “Ahora todos gozan de buena salud y ninguno volvió a solicitar licencias para atender asuntos personales. Es más, se han rechazado invitaciones a viajes internacionales”, dijo un magistrado.

Tal es el caso de Wilson Ruiz, presidente de la Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura, quien a pesar de aparecer en el listado de los magistrados que menos viajan, declinó una invitación a Bolivia para participar en el Congreso Internacional Disciplinario. “El palo no está para cucharas”, dice una fuente que los conoce bien.

Todo este cambio extremo es el resultado del escrutinio al que se han visto sometidos después de las sorprendentes revelaciones. No era para menos. Nadie olvida, por ejemplo, aquella de la presidenta de la Corte Suprema y de otros seis magistrados del Tribunal Superior de Bogotá que se fueron de paseo a un crucero por el Caribe con licencias remuneradas. “Muchos adquirieron conciencia de ser protagonistas de un vergonzoso episodio que tiene profundamente indignado al país”, le contaron a Semana.com.

El sentimiento de culpabilidad es tal, que algunos magistrados sienten vergüenza de que los ciudadanos del común los identifiquen en las calles como miembros de las Altas Cortes. Un par de ellos han decidido incluso, por no portar el botón-escudo que usan en la solapa y que los identifica como magistrados.

“Nos da miedo que alguien en un centro comercial nos abuchee y nos hagan algún reclamo por los episodios de estos días”, aceptó un magistrado. El mismo contó que, en privado, en las salas donde se reúnen a tomar decisiones, han abordado este tema.

“En las salas los magistrados, un poco en serio y un poco en broma, aseguran que ni por el diablo toman vacaciones o piden permisos por estos días”, agregó.

Aunque las medidas tomadas están fundamentadas en el miedo ante el escarnio, lo cierto del caso es que alguien en las cortes por fin está trabajando. Hay que ver cuánto les dura el juicio.

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