Sin duda alguna el cambio climático y el calentamiento global causado por los gases de efecto invernadero emitidos a la atmósfera por la combustión de carbón, petróleo y la deforestación, principalmente, están enloqueciendo el clima del mundo, con veranos y sequías extremas o inviernos e inundaciones catastróficas.
Pero el desastre económico, social y ambiental que ya empieza a sentirse por la sequía en gran parte del país, con el agotamiento del agua en múltiples lugares de la geografía nacional, e indispensable para el servicio de acueducto para consumo humano, para la sostenibilidad del sector agrícola y pecuario y demás actividades económicas, no es únicamente por el verano que siempre ocurre en estos meses del año y que se agudizará cuando el llamado fenómeno de ‘El Niño’ entre de lleno próximamente.
Se debe fundamentalmente al desastre ambiental causado por la degradación de los suelos, los páramos, la deforestación de las cuencas hídricas y la destrucción de los humedales que regulan el recurso hídrico. Esa es la verdadera causa estructural del agotamiento del agua en muchas partes. Los ríos y quebradas que abastecen al acueducto de Santa Marta están totalmente secos por la deforestación y los incendios en sus cuencas.
Como ocurre con las 250.000 hectáreas de bosques que las motosierras y la candela destruyen anualmente sin freno alguno, por la incapacidad e inoperancia de la institucionalidad y las autoridades ambientales encargadas de impedirlo. Eso es fundamentalmente lo que está acabando el agua de muchas quebradas y ríos, contaminados, convertidos en cloacas y basureros.
Hay que parar urgentemente la deforestación y la destrucción de los páramos, si no se quiere que el desarrollo sostenible y la competitividad del país pase a ser un propósito irrealizable. Ese es un objetivo estratégico fundamental que debe convertirse en política de Estado.
Lo demás son solo paños de agua escasa. Aspirinas para un cáncer.
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