Algunas fortalezas: la inflación es baja, la deuda pública se encuentra en niveles manejable
Alta demanda interna, manejo y buena suerte son las claves. Productividad, tarea pendiente.
No han sido pocos los reconocimientos para la economía colombiana en semanas recientes. A finales de julio, la agencia calificadora de riesgo Moody’s les elevó su nota a los títulos de deuda gubernamentales, lo cual fue visto como un mensaje de confianza en el manejo de los asuntos fiscales y las posibilidades del país.
Hace una semana, la prestigiosa revista The Economist publicó un artículo en el cual señalaba que estamos a punto de ser la nación con la tasa de crecimiento más alta en América Latina, dentro de las del grupo de mayor relevancia.
Y el lunes, la Cepal ratificó la noticia al revisar sus cálculos sobre el desempeño de la región en el 2014. De acuerdo con el organismo, el Producto Interno Bruto (PIB) de Colombia se debería expandir 5 por ciento en términos reales este año, una tasa apenas superada por las de Panamá y Bolivia, que, en conjunto, tienen un tamaño que equivale a menos de una cuarta parte del nuestro.
Eso quiere decir que nos encontramos a considerable distancia del promedio latinoamericano, calculado en 2 por ciento. No solo superamos con creces a Brasil y México, que experimentan tropiezos para avanzar, sino que dejamos atrás a las ‘estrellas’ del pasado reciente, Chile y Perú.
¿Qué nos hace distintos? Para Alicia Bárcena, la secretaria ejecutiva de la Cepal, “a diferencia del resto de la región, en Colombia ha habido una alta demanda interna”. Y tal vez más importante es que esto no solo tiene que ver con una sana expansión del crédito, sino con factores como el consumo gubernamental y la inversión.
“El país pudo cambiar de sector líder sin mayores traumatismos”, dice el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Luis Alberto Moreno. “Si hasta hace un par de años la actividad más dinámica era la minería –incluido el petróleo–, ahora lo es la construcción y eso es algo que debería continuar en el futuro, en la medida en que avance el programa de vías de cuarta generación”, agrega.
Además, no nos ha faltado la suerte. Las cotizaciones del crudo o del carbón han bajado poco, mientras que los precios del café subieron notoriamente, por causa de las dificultades de los cultivadores de Brasil y América Central. “Ahí están los tres renglones más importantes del país”, explica Mauricio Reina, investigador de Fedesarrollo.
En contraste, peruanos y chilenos han salido golpeados por la baja del oro y el cobre, mientras que brasileños y argentinos enfrentan una considerable caída en los valores del maíz, por culpa de una producción récord en Estados Unidos. Puesto de otra manera, en aquello que algunos llaman la lotería de los productos básicos esta vez sacamos los números correctos. Y eso es muy significativo en nuestro caso, pues somos primordialmente una nación exportadora de esta clase de mercancías.
Tampoco se pueden desconocer otras fortalezas: la inflación es baja, la deuda pública se encuentra en niveles manejables y las finanzas estatales muestran un saldo en rojo pequeño, con tendencia a disminuir.
Debido a ello, el país es un destino atractivo para la inversión extranjera, tanto con destino a proyectos tangibles como a la compra de papeles que entregan una buena combinación de rentabilidad y riesgo. El atractivo fue hecho explícito por JP Morgan, un banco estadounidense que construye índices para quienes apuestan por los títulos de deuda soberana y que mueven recursos por cerca de 250.000 millones de dólares. Tras una evaluación, a comienzos del año la entidad aumentó en su menú el peso de los bonos colombianos, lo cual se ha traducido en una cuantiosa llegada de fondos foráneos para operaciones de portafolio.
Todos esos elementos se conjugan para que las perspectivas sean positivas. “Si las circunstancias actuales se mantienen y los planes gubernamentales de inversión se cumplen, Colombia debería superar de manera consistente a la mayoría de naciones de la región en términos de desempeño”, sostiene Moreno, cabeza del BID.
De hecho, el Gobierno sostiene que, a raíz de lo que se viene en infraestructura, el crecimiento durante el próximo año podría acercarse al 6 por ciento, una tasa que serviría para que sigan disminuyendo el desempleo y la pobreza. Este compromiso fue evidente en las palabras del presidente Juan Manuel Santos el jueves, en su discurso de posesión.
Sin embargo, no hay duda de que hay peligros. El más obvio es que los precios de los principales productos de exportación se descuelguen. Si eso ocurre –o si hay un evento que dispare el riesgo político–, los inversionistas extranjeros que han comprado papeles financieros pueden decidir venderlos y hacer que la tasa de cambio se dispare. “Una devaluación moderada del peso no hace daño, pero una exagerada sí”, recuerda Reina.
Pero incluso sin hablar de escenarios catastróficos, hay cosas por hacer. “Una de las tareas pendientes es la diversificación de la estructura exportadora, porque los países no pueden depender de un solo producto y tampoco de pocos destinos”, sostiene Bárcena, de la Cepal, quien también insiste en la importancia de ampliar la base productiva. “La industria podría lograr más con mayor competitividad e innovación”, opinó en una entrevista con este diario.
Así las cosas, la conclusión es que hay que poner manos a la obra. Seguir en la vanguardia de la región en lo que hace a desempeño de la economía es posible, pero lo peor que puede hacer Colombia es cruzarse de brazos.
RICARDO ÁVILA
Director de Portafolio
Director de Portafolio
No hay comentarios:
Publicar un comentario