viernes, 8 de agosto de 2014

Analfabetismo económico


portafolio.co, Carlos Gustavo Álvarez, agosto 7 de 2014 


Carlos Gustavo Álvarez
Mientras escuchaba con admiración a José Darío Uribe, gerente general del Banco de la República, en su disertación a través de Señal Institucional sobre la situación actual y las perspectivas de la economía colombiana, me preguntaba: ¿quién demonios entiende esto? Quiero decir: ¿cuándo vamos a dejar de ‘televisar’ eventos para auditorios cerrados y especializados y a comprender que ‘el medio es el mensaje’? Porque para una población televidente, necesitada de una educación financiera y económica que salve a jóvenes y adultos de perder las pruebas Pisa y la plata, hay que empezar a hacer pedagogía con los elementos que nos brindan los inagotables recursos tecnológicos.
Hablaba de demanda interna, niveles de liquidez, activos financieros y balance de riesgos, por ejemplo, y yo rogaba porque apareciera en pantalla, vía generador de caracteres, una explicación sobre lo que es eso, como para ir entendiendo. ¿Por qué no hay un glosario mínimo presentado con sencillez creativa para que el televidente del más lejano rincón de Colombia comprenda de qué le están hablando, no siga viviendo en el analfabetismo económico y el conocimiento emerja de la cofradía de profesionales, estudiantes y gurús? ¿Por qué no se practica una pedagogía con su instrumento más eficiente: la repetición?
La misma pregunta me hago cuando el Dane revela sus indicadores, su metafísica estadística, que paradójicamente refiere las cosas más sencillas: empleo y desempleo, precios al consumidor, gastos básicos. En una época de infografías y recursos visuales que pelechan en el imperio de la imagen, ¿por qué seguir con los mismos gráficos? ¿Por qué no hacer un esfuerzo didáctico para presentar los asuntos de otra forma y así interesar a la masa en el almendrón de la estadística?
“El mundo moderno, que está lleno de información, pero también de incertidumbre –escribió Rodrigo Uprimny en la interesante columna ‘¿Cálculo o estadística?’–, exige, en muchos campos, que las personas comprendan elementos básicos de estadística y probabilidad. Obviamente, lo requieren para ser ciudadanos activos y competentes, pues solo así pueden comprender la información económica y social básica, que en general está presentada estadísticamente y constituye el núcleo de muchos de los debates ciudadanos actuales”. Uprimny recuerda que no solo hay que superar el analfabetismo literario (y el emocional, agrego yo), sino la ignorancia supina que nos lastra en la comprensión de la estadística, que según, el genio matemático Arthur Benjamin, debería reemplazar al cálculo en las materias arcanas del bachillerato.
El Dane podría extender a los adultos el trabajo de su dirección de difusión, mercadeo y cultura estadística, que desarrolla para niños programas como ‘Pin uno, Pin dos, Pin Dane’. Igualmente, el Banco de la República, sus guías escolares sobre economía. Y es que el Estado debe constituirse en el primer pedagogo de una nación, si quiere que sus ciudadanos de todas las edades sepan interpretar y desenvolverse en la sociedad en que viven.
Afortunadamente, tanto Dane como el Banco de la República tienen al frente personas tan competentes como el doctor Uribe y Mauricio Perfetti. Pueden echarse al hombro, sin problema alguno, la tarea inaplazable de hacer de su tema una materia grata. Y ayudarnos a vivir mejor porque entendemos la vaina.
Carlos Gustavo Álvarez G.
Periodista

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