Por Javier Duque Daza
Politólogo, Ph.D., profesor de la Universidad del Valle. Publicado con la autorización del portal de internet: Razón Pública.
Politólogo, Ph.D., profesor de la Universidad del Valle. Publicado con la autorización del portal de internet: Razón Pública.
Gracias a sus bases populares, a sus organizaciones estables y a la defensa de ideas y programas, constituyen un puente entre la sociedad y el Estado. Estos son los atributos teóricos que suelen atribuirse a los partidos, derivados de su rol en las democracias clásicas.
La realidad suele ser diferente, al menos en países como Colombia. La mayoría de los partidos con asiento en el Congreso son de creación reciente, débiles como organizaciones y en sus vínculos con la sociedad. Muchos son el resultado de artificios, de uniones temporales, de reciclajes de partidos anteriores, o de congresistas y dirigentes regionales que transitan de uno a otro amparados por las normas que ellos mismos crearon.
El cementerio de partidos es grande. En su gran mayoría no surgieron de procesos socio-históricos, ni se crearon para expresar nuevos intereses de sectores en búsqueda de representación, tampoco han sido portadores de programas, ideas o proyectos de sociedad. Son el producto de iniciativas individuales, familiares, de grupos, de líderes en ascenso o en declive y, en algunos casos, asociados con grupos criminales que buscan incidir sobre la política local o nacional. Sin vínculos con la sociedad y sin organización estable, su futuro es incierto y su vida suele ser muy corta.
Partidos artificiales y efímeros
Con la Constitución de 1991 —y después de varias décadas de congelamiento bajo el duopolio liberal /conservador— hubo en Colombia una explosión de partidos. Amparados en la laxitud de las normas y en la apertura política postconstitucional, surgieron decenas de movimientos y partidos. Esta proliferación llegó al extremo en las elecciones de 1998 cuando se registraron 80 partidos, además de las múltiples facciones liberales o conservadoras de carácter regional.
El abanico comenzó a cerrarse tras la reforma de 2003, especialmente como efecto del umbral electoral, de las listas únicas y de la prohibición de la doble militancia. Tras las elecciones de 2006 quedaron 16 partidos y 46 perdieron la posibilidad de alcanzar reconocimiento legal al no superar el umbral ni obtener escaños, o por no presentar candidatos.
Había de todo: agrupaciones étnicas, religiosas cristianas, rezagos de facciones de antiguos caciques liberales o conservadores, creaciones de expresidentes o de candidatos presidenciales frustrados, izquierdas que se agruparon en el Polo Democrático Alternativo (PDA) — incluidos los también históricos Partido Comunista Colombiano (PCC) y Movimiento Obrero Independiente Revolucionario (MOIR) — además de algunos que eran verdaderas bandas criminales, cuyos socios armados fueron grupos paramilitares y cuyos ex congresistas están cultivando huertas para disminuir tiempo de sus cortas condenas.
Partidos reciclables
Muchos partidos son el resultado del reciclaje, de escisiones, agregaciones, reintegros y unificaciones. Toda una gama de reciclajes, igual que el aglomerado de madera hecho a base de compactar trozos viejos, pedazos de diversa procedencia y, en ocasiones, de basura.
•El principal fruto del reciclaje es el Partido Social de Unidad Nacional (Partido de la U, que en su primer intento y durante poco tiempo se llamó “Nuevo partido”), formado en el 2005 por desertores del Partido Liberal, ex integrantes de Apertura Liberal, Cambio Radical y el Partido Conservador, miembros de los movimientos Si Colombia, Vamos Colombia y algunos nuevos políticos. Toda una mezcolanza.
•El Partido Conservador reincorporó a los restos de la Nueva Fuerza Democrática creada dos décadas atrás por Andrés Pastrana, lo que quedaba del Movimiento de Salvación Nacional, de la familia Gómez Hurtado; del Unionismo, del Conservatismo Independiente y del Movimiento Nacional.
•Cambio Radical agregó a Voluntad Popular, Colombia Siempre (de Germán Vargas Lleras), Movimiento Sin Corrupción Colombia, Somos Colombia y congresistas ex liberales.
•El Partido Verde —que en las pasadas elecciones presidenciales logró el segundo lugar y obtuvo escaños en Senado y Cámara— se reconvirtió en la coyuntura y se despojó del ropaje de Partido Opción Centro, minúsculo e intrascendente. Agrupó a ex militantes liberales, del PDA y del Movimiento Visionario. Hoy parece ser otra promesa incumplida, con sus líderes esparcidos y desarticulados: Antanas Mockus en retirada y dedicado al negocio de las consultorías; Sergio Fajardo gobernando a Antioquia; Luís Eduardo Garzón en un pseudo-ministerio y Enrique Peñalosa como precandidato, tras su derrota en las pasadas elecciones a la Alcaldía de Bogotá.
•La izquierda realizó otro intento de unificarse en dos agrupaciones - el PDA y Alternativa Democrática-; ambas habían reagrupado a pequeñas organizaciones, algunas con representación parlamentaria
Tres en uno: Convergencia Ciudadana, PIN y Opción Ciudadana
Otra de las estrategias ha sido reconvertirse para intentar desprenderse de la mala fama: rebautizar para blanquear y dejar atrás un pasado vergonzoso.
El campeón de esta práctica es el Partido de Integración Nacional (PIN). Fue creado en el 2009 en el departamento de Santander por iniciativa, entre otros, del ex congresista Luis Alberto Gil, hoy procesado por parapolítica. Fue la reconversión de Convergencia Ciudadana, que existía desde 1997 y cuyos congresistas acabaron en la cárcel en el proceso de la parapolítica. Ha sido el vehículo de políticos regionales vinculados con organizaciones criminales, y con su aval en 2010 ingresaron al Congreso cuatro herederos de la parapolítica: Nerthink Mauricio Aguilar, hijo del ex gobernador de Santander; el coronel (r) Hugo Aguilar Naranjo, investigado por nexos con paramilitares; Teresita García Romero, hermana del Álvaro García, condenado por su participación en la masacre de Macayepo, y Doris Clemencia Vega, esposa del ex senador Luis Alberto Gil.
Recientemente el PIN se rebautizó como Opción Ciudadana y cuenta con una bancada de nueve senadores y once representantes. Por su poder económico y político le coquetean otros partidos. En su reciente reunión nacional recibió un mensaje de saludo del expresidente Álvaro Uribe[1].
Minorías étnicas y agencias de avales
Tres agrupaciones políticas de minorías étnicas se han convertido en agencias de avales. No se sabe muy bien a cambio de qué.
•La primera es el Movimiento de Inclusión y Oportunidades (MIO). Antes se llamaba Movimiento Interétnico de Opción Participativa y obtuvo personería jurídica al lograr la curul de las minorías negras en 2010. Su representante a la Cámara ha tenido vínculos con ex congresistas en proceso por vínculos con paramilitares (el senador Juan Carlos Martínez, acusado por narcotráfico y fraude electoral, y el ex congresista Carlos Herney Abadía, condenado por el proceso 8000). El MIO ha funcionado como una agencia de avales (en las últimas elecciones a gobernadores avaló a uno de los candidatos, ex integrante del Partido de la U).
•La segunda es la Asociación de Afrocolombianos para la Vivienda, Deporte, Educación y Salud (Afrovides). Se trata de otra agencia de avales. Surgió en 2010 y fue el medio de acceso al Congreso de Yahir Acuña, quien en pocos años transitó de Apertura Liberal, movimiento por el cual fue elegido concejal de Sincelejo y luego a la Asamblea departamental de Sucre; por el PIN, por el cual alcanzó a hacer campaña a la Cámara de Representantes en las elecciones de 2010, y por Afrovides, que avaló finalmente su candidatura. Actualmente tiene una investigación por parapolítica en la Corte Suprema. Este movimiento ha expedido avales de todo tipo, el más reciente a la candidata a la alcaldía de Cartagena María del Socorro Bustamante, quien perdió el aval de Cambio Radical por las dudas referentes a algunos de sus apoyos políticos.
•La tercera organización es la Alianza Social Independiente (ASI), hasta hace poco Alianza Social Indígena, creada en la coyuntura de 1990/1991 y que ha mantenido sus escaños en el Senado por la circunscripción especial indígena. Esta organización ha servido de medio de representación a comunidades indígenas, pero también ha avalado a candidatos de diversa procedencia: sirvió de vehículo a la candidatura presidencial de Mockus en 2006, había avalado su aspiración exitosa a la alcaldía de Bogotá en el 2000 junto con el Movimiento Visionario, y también avaló la candidatura de Sergio fajardo a la alcaldía de Medellín en 2003.
Otras organizaciones políticas se habían especializado en conceder y negociar avales. Dos de ellas fueron Convergencia Popular Cívica (que avaló la candidatura de Angelino Garzón a la gobernación del valle del Cauca en el 2003) y Convergencia Ciudadana.
Amasijo partidista
Producto de esas historias, el panorama partidista actual es un amasijo o una mezcla de organizaciones de todo tipo y procedencia, efímeras, desechables y reciclables.
•Las viejas organizaciones Liberal y Conservadora sobreviven con dificultades, destronadas de sus lugares de preminencia.
•La izquierda no acaba de sortear su endémica tendencia a fragmentarse y se proyecta incierta en la coyuntura de las negociaciones de paz. Por lo pronto están en perspectiva el PDA; los progresistas comandados por Gustavo Petro y Antonio Navarro; la Marcha Patriótica, y sobreviven en las sombras el PCC y el MOIR.
•Y la derecha intenta aglutinarse en torno a Centro Democrático bajo el liderazgo de Álvaro Uribe, típico ejemplo de un partido artificial al servicio de ambiciones personales y reflejo de la división dentro de la elite política del país.
Los partidos son una pieza clave de la democracia. En Colombia han sido un factor central de su precariedad.
La realidad suele ser diferente, al menos en países como Colombia. La mayoría de los partidos con asiento en el Congreso son de creación reciente, débiles como organizaciones y en sus vínculos con la sociedad. Muchos son el resultado de artificios, de uniones temporales, de reciclajes de partidos anteriores, o de congresistas y dirigentes regionales que transitan de uno a otro amparados por las normas que ellos mismos crearon.
El cementerio de partidos es grande. En su gran mayoría no surgieron de procesos socio-históricos, ni se crearon para expresar nuevos intereses de sectores en búsqueda de representación, tampoco han sido portadores de programas, ideas o proyectos de sociedad. Son el producto de iniciativas individuales, familiares, de grupos, de líderes en ascenso o en declive y, en algunos casos, asociados con grupos criminales que buscan incidir sobre la política local o nacional. Sin vínculos con la sociedad y sin organización estable, su futuro es incierto y su vida suele ser muy corta.
Partidos artificiales y efímeros
Con la Constitución de 1991 —y después de varias décadas de congelamiento bajo el duopolio liberal /conservador— hubo en Colombia una explosión de partidos. Amparados en la laxitud de las normas y en la apertura política postconstitucional, surgieron decenas de movimientos y partidos. Esta proliferación llegó al extremo en las elecciones de 1998 cuando se registraron 80 partidos, además de las múltiples facciones liberales o conservadoras de carácter regional.
El abanico comenzó a cerrarse tras la reforma de 2003, especialmente como efecto del umbral electoral, de las listas únicas y de la prohibición de la doble militancia. Tras las elecciones de 2006 quedaron 16 partidos y 46 perdieron la posibilidad de alcanzar reconocimiento legal al no superar el umbral ni obtener escaños, o por no presentar candidatos.
Había de todo: agrupaciones étnicas, religiosas cristianas, rezagos de facciones de antiguos caciques liberales o conservadores, creaciones de expresidentes o de candidatos presidenciales frustrados, izquierdas que se agruparon en el Polo Democrático Alternativo (PDA) — incluidos los también históricos Partido Comunista Colombiano (PCC) y Movimiento Obrero Independiente Revolucionario (MOIR) — además de algunos que eran verdaderas bandas criminales, cuyos socios armados fueron grupos paramilitares y cuyos ex congresistas están cultivando huertas para disminuir tiempo de sus cortas condenas.
Partidos reciclables
Muchos partidos son el resultado del reciclaje, de escisiones, agregaciones, reintegros y unificaciones. Toda una gama de reciclajes, igual que el aglomerado de madera hecho a base de compactar trozos viejos, pedazos de diversa procedencia y, en ocasiones, de basura.
•El principal fruto del reciclaje es el Partido Social de Unidad Nacional (Partido de la U, que en su primer intento y durante poco tiempo se llamó “Nuevo partido”), formado en el 2005 por desertores del Partido Liberal, ex integrantes de Apertura Liberal, Cambio Radical y el Partido Conservador, miembros de los movimientos Si Colombia, Vamos Colombia y algunos nuevos políticos. Toda una mezcolanza.
•El Partido Conservador reincorporó a los restos de la Nueva Fuerza Democrática creada dos décadas atrás por Andrés Pastrana, lo que quedaba del Movimiento de Salvación Nacional, de la familia Gómez Hurtado; del Unionismo, del Conservatismo Independiente y del Movimiento Nacional.
•Cambio Radical agregó a Voluntad Popular, Colombia Siempre (de Germán Vargas Lleras), Movimiento Sin Corrupción Colombia, Somos Colombia y congresistas ex liberales.
•El Partido Verde —que en las pasadas elecciones presidenciales logró el segundo lugar y obtuvo escaños en Senado y Cámara— se reconvirtió en la coyuntura y se despojó del ropaje de Partido Opción Centro, minúsculo e intrascendente. Agrupó a ex militantes liberales, del PDA y del Movimiento Visionario. Hoy parece ser otra promesa incumplida, con sus líderes esparcidos y desarticulados: Antanas Mockus en retirada y dedicado al negocio de las consultorías; Sergio Fajardo gobernando a Antioquia; Luís Eduardo Garzón en un pseudo-ministerio y Enrique Peñalosa como precandidato, tras su derrota en las pasadas elecciones a la Alcaldía de Bogotá.
•La izquierda realizó otro intento de unificarse en dos agrupaciones - el PDA y Alternativa Democrática-; ambas habían reagrupado a pequeñas organizaciones, algunas con representación parlamentaria
Tres en uno: Convergencia Ciudadana, PIN y Opción Ciudadana
Otra de las estrategias ha sido reconvertirse para intentar desprenderse de la mala fama: rebautizar para blanquear y dejar atrás un pasado vergonzoso.
El campeón de esta práctica es el Partido de Integración Nacional (PIN). Fue creado en el 2009 en el departamento de Santander por iniciativa, entre otros, del ex congresista Luis Alberto Gil, hoy procesado por parapolítica. Fue la reconversión de Convergencia Ciudadana, que existía desde 1997 y cuyos congresistas acabaron en la cárcel en el proceso de la parapolítica. Ha sido el vehículo de políticos regionales vinculados con organizaciones criminales, y con su aval en 2010 ingresaron al Congreso cuatro herederos de la parapolítica: Nerthink Mauricio Aguilar, hijo del ex gobernador de Santander; el coronel (r) Hugo Aguilar Naranjo, investigado por nexos con paramilitares; Teresita García Romero, hermana del Álvaro García, condenado por su participación en la masacre de Macayepo, y Doris Clemencia Vega, esposa del ex senador Luis Alberto Gil.
Recientemente el PIN se rebautizó como Opción Ciudadana y cuenta con una bancada de nueve senadores y once representantes. Por su poder económico y político le coquetean otros partidos. En su reciente reunión nacional recibió un mensaje de saludo del expresidente Álvaro Uribe[1].
Minorías étnicas y agencias de avales
Tres agrupaciones políticas de minorías étnicas se han convertido en agencias de avales. No se sabe muy bien a cambio de qué.
•La primera es el Movimiento de Inclusión y Oportunidades (MIO). Antes se llamaba Movimiento Interétnico de Opción Participativa y obtuvo personería jurídica al lograr la curul de las minorías negras en 2010. Su representante a la Cámara ha tenido vínculos con ex congresistas en proceso por vínculos con paramilitares (el senador Juan Carlos Martínez, acusado por narcotráfico y fraude electoral, y el ex congresista Carlos Herney Abadía, condenado por el proceso 8000). El MIO ha funcionado como una agencia de avales (en las últimas elecciones a gobernadores avaló a uno de los candidatos, ex integrante del Partido de la U).
•La segunda es la Asociación de Afrocolombianos para la Vivienda, Deporte, Educación y Salud (Afrovides). Se trata de otra agencia de avales. Surgió en 2010 y fue el medio de acceso al Congreso de Yahir Acuña, quien en pocos años transitó de Apertura Liberal, movimiento por el cual fue elegido concejal de Sincelejo y luego a la Asamblea departamental de Sucre; por el PIN, por el cual alcanzó a hacer campaña a la Cámara de Representantes en las elecciones de 2010, y por Afrovides, que avaló finalmente su candidatura. Actualmente tiene una investigación por parapolítica en la Corte Suprema. Este movimiento ha expedido avales de todo tipo, el más reciente a la candidata a la alcaldía de Cartagena María del Socorro Bustamante, quien perdió el aval de Cambio Radical por las dudas referentes a algunos de sus apoyos políticos.
•La tercera organización es la Alianza Social Independiente (ASI), hasta hace poco Alianza Social Indígena, creada en la coyuntura de 1990/1991 y que ha mantenido sus escaños en el Senado por la circunscripción especial indígena. Esta organización ha servido de medio de representación a comunidades indígenas, pero también ha avalado a candidatos de diversa procedencia: sirvió de vehículo a la candidatura presidencial de Mockus en 2006, había avalado su aspiración exitosa a la alcaldía de Bogotá en el 2000 junto con el Movimiento Visionario, y también avaló la candidatura de Sergio fajardo a la alcaldía de Medellín en 2003.
Otras organizaciones políticas se habían especializado en conceder y negociar avales. Dos de ellas fueron Convergencia Popular Cívica (que avaló la candidatura de Angelino Garzón a la gobernación del valle del Cauca en el 2003) y Convergencia Ciudadana.
Amasijo partidista
Producto de esas historias, el panorama partidista actual es un amasijo o una mezcla de organizaciones de todo tipo y procedencia, efímeras, desechables y reciclables.
•Las viejas organizaciones Liberal y Conservadora sobreviven con dificultades, destronadas de sus lugares de preminencia.
•La izquierda no acaba de sortear su endémica tendencia a fragmentarse y se proyecta incierta en la coyuntura de las negociaciones de paz. Por lo pronto están en perspectiva el PDA; los progresistas comandados por Gustavo Petro y Antonio Navarro; la Marcha Patriótica, y sobreviven en las sombras el PCC y el MOIR.
•Y la derecha intenta aglutinarse en torno a Centro Democrático bajo el liderazgo de Álvaro Uribe, típico ejemplo de un partido artificial al servicio de ambiciones personales y reflejo de la división dentro de la elite política del país.
Los partidos son una pieza clave de la democracia. En Colombia han sido un factor central de su precariedad.
Que nostalgia se siente al leer este artículo, pues al volver la mirada atrás, me estoy dando cuenta que la determinación de hacer un frente y no un partido del cual todos, Derecha o izquierda, debían de tener, era, es y seguirá siendo el camino a la solución de gobernar un País que todos los días pierde autonomía, con la decisión que toman en sus políticas aperturistas, por no llamarlas entreguistas y sin autonomía, por reflejo sus ciudadanos y me refiero a los de a pie,no se sienten dueños de nada.
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