POBREZA Y DIGNIDAD
Un hombre de negocios caminaba por la
avenida a paso rápido entre trámites bancarios y encuentros con clientes. Al
llegar a una esquina tiró apresuradamente un dólar en la taza de un hombre que
estaba vendiendo flores y luego se alejó.
El vendedor de flores estaba sucio y
mal vestido, su mirada estaba vacía y apuntaba hacia abajo ya que no sentía que
merecía mirar a los ojos a la gente.
El empresario siguió su camino pero a
media cuadra de distancia se dio vuelta súbitamente y regresó hasta donde
estaba el mendigo.
-"Lo lamento", dijo,
sacando una flor del ramo que el mendigo tenía en una lata a su lado. "En
mi apuro deje de efectuar mi compra. Después de todo, usted es un hombre de
negocios igual que yo. Su mercadería está a buen precio y es de buena calidad.
Espero que no se haya disgustado con mi falta de atención en mi compra".
Y diciendo eso, el hombre de negocios
sonrió y se alejó con una flor en la mano.
Semanas después, mientras el
empresario almorzaba en su restaurant
favorito, se le acercó un hombre
bien parecido, limpio y bien afeitado vestido con pulcritud. Se paró frente, se
presentó a sí mismo y luego le dijo:
-"Estoy seguro que usted no me
recuerda, y yo ni siquiera sé su nombre. Después de todo solamente su vida y la
mía se cruzaron brevemente; pero su rostro es uno que nunca olvidaré. Usted es
el hombre que me inspiró para que hiciera algo de mí mismo.
Yo era un vagabundo, que me ganaba
las monedas necesarias para sobrevivir vendiendo flores marchitas hasta que
usted me mostró que estaba vivo, devolvió el palpitar a mi corazón, le dio un
nuevo sentido a mi vida al hacerme sentir digno.
Ahora creo que soy un hombre de
negocios".
El empresario se puso de pie, se
abrazaron y nunca más volvieron a verse.
Desconozco su autor. Enviado por Héctor
Spaccarotella
Que la
gracia y la paz de Cristo, estén contigo esta semana!!!!
Reflexiones al tema de las Pensiones
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