Por: DANIEL SAMPER PIZANO , 13 de Abril
DANIEL SAMPER PIZANO
Necesitamos saber quiénes están detrás de la campaña contra el proceso de paz.
Hay vicios que no figuran entre los pecados capitales, pero que merecerían un anexo. Algunos surgen como obstáculos al proceso de paz que la mayoría de los colombianos anhelamos y apoyamos: aislamiento, impaciencia, boicot, desconfianza...
Cada uno, afortunadamente, tiene remedio. Contra el aislamiento de los participantes en los diálogos, manifestaciones como la del martes, que dejan muy en claro lo que quiere la gente. Espero que las Farc, en particular, entiendan el mensaje y sepan que, pese a la antipatía general que despiertan en el país, los colombianos han hecho un paréntesis para depositar sus ilusiones en ellas y el Gobierno.
Contra la impaciencia de quienes aspiran a que mañana amanezca el país en paz se recomienda prudencia y calma. Hemos aguantado violencia durante más de medio siglo y sería absurdo descarrilar las conversaciones por premuras innecesarias.
Contra el boicot, transparencia. Necesitamos saber quiénes están detrás de la campaña contra el proceso de paz, cómo visten y de qué armas se valen. La revelación de coordenadas que hizo el expresidente Uribe es un atentado que debe esclarecerse con las consecuencias legales que pueda tener.
Finalmente, contra la desconfianza, buena fe y buena voluntad. Al morir Margaret Thatcher hace poco, el expresidente soviético Mijaíl Gorbachov recordó su primer encuentro con la ‘Dama de Hierro’. Eran el agua y el aceite: ultraconservadora ella, comunista él, y saltaron chispas. Sin embargo, con el tiempo alcanzaron importantes acuerdos. Gorbachov lo atribuye al hecho de que desarrollaron “gradualmente un acercamiento personal que se volvió cada vez más amistoso” y los “llevó a un nivel de mutua confianza”. Espero que ese acercamiento se produzca en La Habana, para bien de todos.
El ‘macho santandereano’
No es la primera vez que el Procurador sugiere que los periodistas que lo criticamos somos drogadictos: fumamos porros y aspiramos pases de coca. A mí me lo endilgó hace unos meses, y le hice entonces una propuesta que hoy renuevo formalmente ante el público: llevo años denunciando su corrupción, sus creencias medievales, sus interferencias con la ley, sus destituciones arbitrarias, su campaña contra la igualdad de las mujeres, su homofobia, el insultante fausto de la boda de su hija, sus desafíos a la jurisprudencia, sus tejemanejes políticos... Se supone, entonces, que debo estar hasta la coronilla de yerba y perica. Ofrezco al Procurador renunciar a mi profesión si algún laboratorio internacional de prestigio, en cuyas manos me pongo para las pruebas que quiera, encuentra restos de drogas ilegales en mis exámenes. Eso sí: en caso de que el laboratorio dictamine que no he consumido las sustancias de que nos acusa Ordóñez, el Procurador se va. Esa misma tarde renuncia y nos deja en paz.
Sospecho que su pusilanimidad le impedirá responderme. Porque cuando el Círculo de Periodistas de Bogotá lo conminó a ofrecer disculpas por sus calumniosas palabras, este “macho santandereano” huyó con el chiste cobardón de que “porros” y “pases” se referían al popular baile costeño. ¿Nos merecemos los colombianos a semejante individuo?
Por otra parte, me explica un amigo psicoanalista que a menudo las obsesiones mentales son un mecanismo subconsciente de compensación. Se asegura que Hitler masacró a los judíos para ocultar su origen semita y el famoso jefe del FBI J. Edgar Hoover, que persiguió a los gays, era un homosexual de armario. A lo mejor, dice el psicoanalista, el odio del Procurador por ellos nace de dudas sobre su propia sexualidad. Consejo: si don Alejandro lleva adentro un homosexual dormido, es mejor que no hable tan duro: de pronto se le despierta. ESQUIRLAS. Es tan vulgar y lamentable la campaña presidencial de Nicolás Maduro, que a su lado Hugo Chávez parece Winston Churchill, y Roy Barreras, John F. Kennedy. Venezuela necesita cambiar hoy de signo político.
Cada uno, afortunadamente, tiene remedio. Contra el aislamiento de los participantes en los diálogos, manifestaciones como la del martes, que dejan muy en claro lo que quiere la gente. Espero que las Farc, en particular, entiendan el mensaje y sepan que, pese a la antipatía general que despiertan en el país, los colombianos han hecho un paréntesis para depositar sus ilusiones en ellas y el Gobierno.
Contra la impaciencia de quienes aspiran a que mañana amanezca el país en paz se recomienda prudencia y calma. Hemos aguantado violencia durante más de medio siglo y sería absurdo descarrilar las conversaciones por premuras innecesarias.
Contra el boicot, transparencia. Necesitamos saber quiénes están detrás de la campaña contra el proceso de paz, cómo visten y de qué armas se valen. La revelación de coordenadas que hizo el expresidente Uribe es un atentado que debe esclarecerse con las consecuencias legales que pueda tener.
Finalmente, contra la desconfianza, buena fe y buena voluntad. Al morir Margaret Thatcher hace poco, el expresidente soviético Mijaíl Gorbachov recordó su primer encuentro con la ‘Dama de Hierro’. Eran el agua y el aceite: ultraconservadora ella, comunista él, y saltaron chispas. Sin embargo, con el tiempo alcanzaron importantes acuerdos. Gorbachov lo atribuye al hecho de que desarrollaron “gradualmente un acercamiento personal que se volvió cada vez más amistoso” y los “llevó a un nivel de mutua confianza”. Espero que ese acercamiento se produzca en La Habana, para bien de todos.
El ‘macho santandereano’
No es la primera vez que el Procurador sugiere que los periodistas que lo criticamos somos drogadictos: fumamos porros y aspiramos pases de coca. A mí me lo endilgó hace unos meses, y le hice entonces una propuesta que hoy renuevo formalmente ante el público: llevo años denunciando su corrupción, sus creencias medievales, sus interferencias con la ley, sus destituciones arbitrarias, su campaña contra la igualdad de las mujeres, su homofobia, el insultante fausto de la boda de su hija, sus desafíos a la jurisprudencia, sus tejemanejes políticos... Se supone, entonces, que debo estar hasta la coronilla de yerba y perica. Ofrezco al Procurador renunciar a mi profesión si algún laboratorio internacional de prestigio, en cuyas manos me pongo para las pruebas que quiera, encuentra restos de drogas ilegales en mis exámenes. Eso sí: en caso de que el laboratorio dictamine que no he consumido las sustancias de que nos acusa Ordóñez, el Procurador se va. Esa misma tarde renuncia y nos deja en paz.
Sospecho que su pusilanimidad le impedirá responderme. Porque cuando el Círculo de Periodistas de Bogotá lo conminó a ofrecer disculpas por sus calumniosas palabras, este “macho santandereano” huyó con el chiste cobardón de que “porros” y “pases” se referían al popular baile costeño. ¿Nos merecemos los colombianos a semejante individuo?
Por otra parte, me explica un amigo psicoanalista que a menudo las obsesiones mentales son un mecanismo subconsciente de compensación. Se asegura que Hitler masacró a los judíos para ocultar su origen semita y el famoso jefe del FBI J. Edgar Hoover, que persiguió a los gays, era un homosexual de armario. A lo mejor, dice el psicoanalista, el odio del Procurador por ellos nace de dudas sobre su propia sexualidad. Consejo: si don Alejandro lleva adentro un homosexual dormido, es mejor que no hable tan duro: de pronto se le despierta. ESQUIRLAS. Es tan vulgar y lamentable la campaña presidencial de Nicolás Maduro, que a su lado Hugo Chávez parece Winston Churchill, y Roy Barreras, John F. Kennedy. Venezuela necesita cambiar hoy de signo político.
Daniel Samper Pizano
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