viernes, 5 de abril de 2013

Expresidentes....


 

Ricardo Silva Romero

Ver a Pastrana contra Santos es como ver a Patriotas contra Quindío. Quizás la pelea sirva para que vuelva la tentación de darles fuerza a los partidos.
Ya estuvo bien. Ya fue. Que se acabe de una vez este período incierto de la historia de Colombia. Que le pongan, en Wikipedia, el nombre que quieran: "la hegemonía desteñida", "la república neoliberal", "el frente pragmático". Y que en los salones empiece a contarse que de 1990 a 2014, mientras la guerra fría se convertía en la guerra contra el terrorismo, "las economías" iban volviéndose "la economía" y las páginas de Internet probaban que no hay en el mundo nadie extraordinario, en el país de la esquina se sucedieron cinco presidentes prematuros que en sus años de pensionados se vieron obligados a darse su propia importancia. De tanto en tanto los expresidentes se echaban los unos a los otros toda la culpa del desastre -la semana pasada se sacaron los ojos- como esas generaciones de nietos arrogantes que van vendiendo por partes el negocio del abuelo. Y era claro que sus partidos desdibujados no daban la cara por ellos. Y que su paso por el poder los había vuelto más astutos que sabios.
Habría que reconocerles sus viacrucis. Harto esfuerzo hace uno para no comerse su propio cuento: el drama de ellos, de Gaviria, de Samper, de Pastrana, de Uribe y de Santos, tiene que ser una tragedia.
Van los cinco por ahí, demasiado jóvenes -en el mal sentido de la palabra- en un país que solía ser gobernado por los viejos, escribiendo y reescribiendo su episodio de la historia de Colombia como quien corrige su vida en su perfil de Facebook. Cada cual reclama su personalidad. Son, sin duda, diferentes. Pero también son prójimos así no quieran: los cinco tienen razón cuando critican a los otros cuatro, sufren inoportunos brotes de dignidad e indignidad (y se sacan en cara supuestos pactos con los paramilitares y los guerrilleros y los narcos) como quienes no se resignan al juicio del tiempo, y se inclinan ante los poderes económicos en una sociedad que presume la corrupción de lo público pero poco cuestiona lo privado. Son diferentes, sí. Pero han estado cuidándoles el país a los mismos.
Ay donde alguno de los cinco hablara. Ay donde, como se propuso, se levantaran un día las actas de sus reuniones.
Veríamos que fueron los efectos y las causas de su deslucido tiempo. Que no son un quinteto de profesores eminentes, pero que han sabido defenderse. Que, entre la espada de los demás poderosos y la pared de una cultura educada en la ilegalidad y el sálvese quien pueda, mucho les ha costado poner en escena los derechos que reconoció la Constitución de 1991. Que jugaron, maniatados, a la guerra contra las drogas. Y a falta de mejores resultados se vieron forzados a ostentar, en las páginas sociales de los medios que los critican pero los ensalzan, el dudoso honor de ser nuestra farándula. Fueron pragmáticos en el poder, pero idealistas desde la barrera de los ex: eso también. Si Santos ya fuera expresidente, seguro acabaría con Santos.
Que sea él, Santos, quien cierre la puerta de esa generación de presidentes hechizos. Que el último mandatario de "los Estados Unidos en Colombia", que ha hecho parte -como cómplice o conspirador- de estos últimos cinco gobiernos, lleve a su fin a este aparatoso período de nuestra historia. Que acabe con la excusa de las Farc y que se vaya. Y mientras tanto sigan peleándose estas cinco almas en pena como aquellos que en el fondo están de acuerdo. Ver Pastrana contra Santos es como ver Patriotas contra Quindío, sí. Así de pobre el duelo. Así de absurdo. Pero quizás la pelea nos sirva para que vuelva la tentación de darles fuerza a los partidos. Confesarse "gavirista", "samperista", "pastranista", "uribista" o "santista" es el primer paso para superarlo. Y para empezar un tiempo en que los presidentes vuelvan a prepararse para no ser indispensables.

2 comentarios:

  1. HASTA CUANDO NOS TENEMOS QUE AGUANTAR A ELLOS ?

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    1. No existe moral en ninguno de ellos, las ancias de poder no los deja ver el futuro cambiante de las nuevas generaciones, dejen Gobernar y los partidos politicos y hacer el control en los espacios constitucional establecido, dejando de envenando a la gente (polarizandola para sacar provecho politico).

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