Por cuenta de las pruebas Pisa y de un importante estudio entregado por la Fundación Compartir, la educación ha estado en el debate nacional por estos días, y se oyen todo tipo de teorías y planteamientos, desde análisis muy serios hasta las boberías típicas de alguna periodista pretendiendo responsabilizar a la Ministra de Educación actual por los malos resultados en esas pruebas, que lo reflejan son años y años de equivocaciones.
Todos los candidatos hablan ahora de educación, y el Presidente informa que acoge las recomendaciones del estudio mencionado.
Ojalá esta vez sí todos estos planteamientos tomen forma y la educación adquiera la prioridad que el país requiere.
La prioridad, de otra parte, no es tanto de recursos, que son muchos los que se destinan, aunque en algunos casos pueden justificar las falencias.
La prioridad tiene que ver más con la importancia política que adquiera el tema. Tiene que ver con la disposición del Gobierno de turno a ‘jugársela’ por la educación.
Ya sea en el Congreso, sacando adelante las propuestas de reforma que esté dispuesto a presentar –y son bastantes los cambios normativos que se necesitan– o en el pulso que tiene que dar frente a los grupos de presión que tanto retraso han causado.
Bien es conocido que es la fuerza de Fecode la que se ha atravesado frente a temas tan importantes como el de la evaluación de los profesores, y si algo queda claro de las experiencias internacionales y las recomendaciones de los expertos es que en la calidad de los docentes está una inmensa parte de la explicación sobre los buenos o malos resultados que puedan obtener los estudiantes.
Los diagnósticos están hechos. Se sabe que es necesario elevar la calificación de los profesores, que es fundamental lograr que la profesión de maestro adquiera estatus para que a ella lleguen no los que no consiguieron otras opciones, sino los mejores y, sobre todo, aquellos que tengan verdadera vocación para esta actividad. Que, más que memoria, lo que hay que desarrollar es capacidad de raciocinio.
El tema, entonces, no es del qué, sino del cómo.
Así como en temas de transporte público en Bogotá, al menos en lo inmediato, buena parte de la solución es clara y se reduce a poner en práctica de manera integral el Sistema Integrado de Transporte y frenar, de una vez por todas, los intereses inmediatistas de los transportadores, en educación lo que se requiere es voluntad política para poner en marcha un cambio de fondo del sistema docente.
Claro que hay mucho más por hacer y no se puede ser tan simplista para pensar que eso es todo, pero es el paso esencial para romper el paradigma.
El mundo de lo digital, por ejemplo, tiene un margen gigantesco de desarrollo y eso encaja muy bien con el gran esfuerzo que viene haciendo el país por mejorar la conectividad. La pregunta es si los docentes actuales están capacitados para usar estas herramientas. Ojalá esta vez sí sean verdad las buenas intenciones, ya que, sin duda alguna, la educación es motor fundamental del desarrollo.
Ricardo Villaveces P.
Consultor privado
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