Pruebas Pisa confirmaron graves problemas del sistema educativo en Colombia.
Que los estudiantes colombianos –a la luz de los más recientes resultados de las pruebas Pisa– no estén en capacidad de enfrentarse a un problema complejo de la vida real y resolverlo no es, de acuerdo con analistas nacionales e internacionales, un asunto menor. Ello puede marcar la diferencia entre el desarrollo y el atraso del país.
Jorge Enrique Vargas, consultor internacional de educación y miembro de la junta directiva de la Fundación Corona, sostiene que en este escenario no es posible pensar en Colombia como un país capaz de negociar en igualdad de condiciones con economías desarrolladas: “Todo lo contrario, podemos quedarnos rezagados por un tiempo indeterminado”. (Lea también: 'Los niños deben divertirse con las matemáticas')
Por primera vez, en el 2012, las pruebas Pisa (Programa Internacional para la Evaluación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, Ocde) retaron la capacidad de los jóvenes de identificar estrategias para resolver problemas que pueden presentarse en su cotidianidad en cualquier contexto.
Los colombianos, que en las pruebas de matemáticas, ciencias y lenguaje ya se habían ubicado en diciembre en un penoso puesto 62, entre 65 países evaluados, esta vez ocuparon el último lugar entre 44 naciones que aceptaron responder este módulo. (Vea: Así nos fue en el módulo de Solución Creativa de Problemas en las Pruebas Pisa 2012)
Una revisión del desempeño de los alumnos mostró que mientras los asiáticos son capaces de aplicar en la vida real lo aprendido en la escuela y construir hipótesis para hallar soluciones, los colombianos solo muestran buenos resultados en pruebas en las que deben interpretar información simple o aplicar lo que les enseñaron o aprendieron de memoria.
Un ejemplo de eso sería que mientras en una escuela colombiana promedio se pediría a los niños presentar trabajos contando qué efectos causó la sequía en el Casanare, en Singapur los retarían a pensar cómo lograr que el agua vuelva a llegar a la región. (Lea: Las razones del bajo desempeño en las pruebas Pisa)
Pablo Zoido, analista del Directorio para la Educación y las Competencias de la Ocde, dice que estos resultados sugieren que sistemas educativos como el colombiano no van al ritmo de los cambios del mercado laboral ni de los que imponen la tecnología y las comunicaciones. Para Hugo Ñopo, economista líder de la División de Educación para América Latina del BID, una de las consecuencias más nefastas de este atraso se relaciona con el impacto negativo en el crecimiento económico de los países. E insiste en que estas naciones, y entre ellas Colombia, no pueden llamarse a engaños: “Las que han experimentado desarrollo lo han logrado gracias a las dinámicas y demandas de la economía global o a algunas medidas macroeconómicas internas. La capacidad de su capital humano sigue siendo la gran limitante para su crecimiento”. (Lea: 'En Colombia, la eficacia del sistema educativo representa un desafío')
El estudio Educación y crecimiento económico, publicado por investigadores de Stanford en el 2008, encontró que el nivel de las habilidades cognitivas de los estudiantes tiene un gran impacto en el crecimiento económico de su región. Al analizar el rendimiento de 50 países en 12 pruebas Pisa y otros exámenes internacionales desde 1964, los autores concluyeron que una nación que obtuvo medio punto más que otra en sus resultados dobló el crecimiento de su PIB durante los siguientes 40 años. Ese podría ser un indicador del problema que enfrenta Colombia en las próximas décadas si no se toman medidas urgentes.
Fuera la ‘memoritis’
¿Pero cómo revertir la situación? Julián de Zubiría, consultor de educación de Naciones Unidas y director del Instituto Alberto Merani, afirma que hay que cambiar las prácticas pedagógicas dentro de las escuelas.
Mientras en las aulas colombianas –dice– la enseñanza le da un enorme valor a la transmisión de información insustancial y además premia su memorización, en países como Corea se estimula el pensamiento crítico y el uso de los conceptos científicos en la vida cotidiana, y los niños trabajan en equipo en torno a un proyecto y con un propósito.
Myriam Ochoa, exdecana de la Facultad de Educación de la Universidad Externado de Colombia, dice que el primer paso es volver a lo esencial, que es promover en los estudiantes competencias elementales como saber leer con sentido crítico y estimular el pensamiento complejo a través de las matemáticas. Sin eso es difícil que las per sonas analicen problemas y propongan soluciones. (Lea: ¿Cómo se hizo la prueba?)
Según Pablo Zoido, se necesita un cambio de mentalidad de los maestros en su forma de enseñar áreas como estas: “Hay que dejar atrás la memorización; es importante permitirles a los niños dirigir su propio aprendizaje, diseñar sus propios experimentos y poner tareas más abiertas, complejas y a largo plazo”. Y señala la importancia de que estos proyectos aborden temas que los motiven. Para Isabel Fernandes, exsubdirectora de Análisis y Divulgación del Icfes, es vital empezar ya: “Hace cinco décadas Corea del Sur era un país subdesarrollado, similar a Colombia; pero tomaron decisiones políticas en torno a la educación, decidieron convertirla en lo que transformaría al país. De allí surgieron enormes exigencias para entrar a la carrera docente. Allí, ser profesor requiere desempeños excelentes”.
Los recientes análisis sobre la calidad docente en Colombia muestran que a esta carrera, considerada una ‘profesión consuelo’, ingresan los estudiantes con los peores resultados; del mismo modo, los egresados de estas facultades presentan siempre los desempeños más bajos.
Por eso Hugo Ñopo, quien durante años ha analizado la situación de los docentes en América Latina, asegura que “no hay vuelta atrás: el eje transformador son los docentes, y por eso hay que atraer a los mejores estudiantes a esta profesión. Un docente talentoso y bien remunerado es capaz de dinamizar cualquier aula”.
‘Falta autocrítica’
María Fernanda Campo, ministra de Educación, destacó que Colombia tuviera el “coraje” de medirse voluntariamente a estas pruebas, aun cuando se esperaban resultados no muy favorables. La Ministra aseguró que una de sus prioridades es mejorar la docencia: “La idea es imponerles estándares de calidad de talla mundial a los programas de licenciatura que forman a los maestros. Los que no se ajusten tendrán que cerrar”. De hecho, estas facultades son conscientes de sus falencias, pero aseguran que no todo es su responsabilidad. Leonor Jaramillo, presidenta de la Asociación Colombiana de Facultades de Educación (Ascofade), señala que “la revisión debe pasar por todo el sistema, que está desarticulado”. Y añade: “Los profesores están atados a lo que les dice el sistema, y eso impide ejercicios de autocrítica”.
NICOLÁS BUSTAMANTE HERNÁNDEZ Y ANDREA LINARES GÓMEZ
Redacción Vida de Hoy
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