Por Carlos Adolfo Rodríguez Escobar, Villa de Leyva, Boyacá, Abril de 2014
Hoy un ciudadano del común, como otro ciudadano, también del común, pero que por motivos de subsistencia y de orden laboral se siente privilegiado por el simple hecho de tener un trabajo en un mundo donde las riquezas se hacen cada vez mayores y el derecho a una buena calidad de empleo se hace cada día más esquivo, se llena de regocijo al completar sus años requeridos al servicio de la sociedad, para por fin cumplir su gran objetivo de tener derecho a lo que conocemos desde el siglo pasado, como la tan anhelada pensión de jubilación, diseñada con el fin de no depender completamente de la caridad pública durante sus últimos años de existencia física.
Aclaremos, que estos ciudadanos, casi todos de bien, no son en realidad una carga pensional para el Estado, estos no son más que cuenticos inventados por economistas neoliberales para técnicamente permitirse acomodar en los pasivos estos ítems. La realidad es otra, el papel aguanta todo, incluso dobles contabilidades, falsas contabilidades, hasta llegar a contabilidades inexistentes que afectan no sólo la balanza comercial de un Estado, sino el bienestar de sus ciudadanos.
Hoy cada vez que la esperanza de vida aumenta gracias al milagro de la medicina, a la aún no comprobada fe en si mismos y a la muy polémica calidad de vida, los viejos somos cada vez muchos más. Unos más golpeados psicológicamente y otros más físicamente. Hoy cada vez que la esperanza de endeudamiento irresponsable de un Estado se hace mayor, la obligación de los viejos de trabajar más años para así cumplir con los compromisos exigidos por los acreedores se hace cada vez más ineludible. Unos gobiernos se endeudan, y otros se ven obligados a apretar el cinturón. Hoy gracias a esa obligación de tener que trabajar ojala, para las finanzas públicas hasta estirar la pata, el promedio mundial de desempleo entre jóvenes de 18 a 25 años alcanza la nada despreciable tasa del 25%. Queridos economistas, ¡Póngame ese trompo en la uña!
No es justo, que después de tantos años de esfuerzo, se siga considerando la clase trabajadora después de vieja, como una carga estatal, esto es una falta de respeto moral y una flagrante violación a los Derechos Humanos que tanto velan por el bienestar psicológico y la autoestima del ser humano. Si las cifras económicas han siempre pasado por delante en toda campaña electoral antes que los derechos y deberes del ciudadano, es simplemente por que nosotros desde los comienzos de nuestra vida laboral lo hemos hecho posible con nuestro esfuerzo y lo hemos permitido con nuestra actitud, sin esa entrega y lucha de los ciudadanos del común, los economistas neoliberales no estarían contando las colosales riquezas que nosotros hoy hemos creado y que unos pocos han acumulado, tanto así que lo que hoy recibimos como monto de pensión, se queda corto sin tener en cuenta nuestra participación en el mantenimiento y construcción de infraestructura generadora constante de desarrollo económico.
Hoy en promedio sólo un 5 % del capital generado por un producto o un tipo de servicio, termina en los bolsillos de la clase trabajadora, incluyendo administradores, ingenieros y mano de obra, en contra posición con el punto de vista de los economistas contratados por la oligarquía, quienes aseguran que el salario mínimo real es mucho más alto que el bruto recibido, ya que en él no se tienen en cuenta los aportes a la seguridad social hecha por los empleadores. Teniendo en cuenta el global de que estamos hablando esta diferencia no alcanza a ser representada en migajas de pan. Siendo así, si lográramos, reduciendo la tasa del beneficio final, que este débil porcentaje del 5%, llegara al menos al 20%, ninguna economía del mundo quedaría en posición de quiebra, lo único que conseguiríamos es que un 60% de la población mundial que sobrevive de salarios mínimos, siga sobreviviendo, pero un poco más dignamente. El verdadero problema radica en gran parte en el control de índice de precios al consumidor y el desconocimiento por parte de los consumidores de las tasas de beneficio final, las cuales deben ser de conocimiento público y su respectivo control realizado por especialistas en costos de producción nacional e internacional, y no por especialistas en rentabilidad de capital al servicio de acumuladores de fortuna que son en el fondo quienes dirigen las políticas económicas.
Hoy ya no son los políticos quienes tienen el Poder, su función se redujo a conquistar el voto y a ejecutar las órdenes dictadas por los dueños del capital acumulado a cambio de jugosas comisiones y prebendas. Las políticas de devaluación de la moneda estimulan el gremio de los pequeños y medianos exportadores, y generan un alza en el precio de los productos importados castigando el poder adquisitivo de quienes de ellos dependen. Por esto una de las políticas más sanas que existe, es la creación y estimulo a la industria nacional pública, esta a parte de las inmensas bondades de generar empleo decente con sueldo básico y participación de beneficios, permite un mejor control de precios al consumidor gracias a la competencia directa con la empresa privada, garantizando precios más acordes con el salario mínimo. Para los países de moneda fuerte, seguirá siendo más atractivo en muchos casos la importación de productos de consumo masivo y bajo costo, para concentrarse en la producción de tecnología de precisión y alta gama.
Teniendo en cuenta las pruebas técnicas antes mencionadas sobre distribución financiera de procesos macroeconómicos podremos concluir como muchos lo han hecho y expresado de diferentes formas, que toda acumulación de riquezas en manos de particulares dejan al descubierto abusos laborables que continúan hasta después de haber cumplido los años requeridos para el derecho a la jubilación, es el caso que para que se nos haga efectivo el pago de nuestra pensión de jubilación en países de economías emergentes y de economías que emergieron temporalmente gracias a endeudamientos masivos y cuyos sistemas de producción y políticas económicas les impidieron permanecer a flote, debemos esperar entre seis meses y tres años, haciendo colas interminables al sol y al agua, hasta que se nos agote la paciencia y nos veamos obligados a contratar los servicios de un abogado que cobra la módica suma del 30 % sobre la retroactividad.
Ejemplo de respeto por sus pensionados nos dan las Fuerzas Militares en los países en donde ellas existen y aun son consideradas como necesarias, tanto personal civil como militar cuentan con su pago pensional a los tres meses de haber terminado funciones, recibiendo su pago mensual normal a la espera de éste. Aun no he investigado que se tenga el mismo respeto por los servidores públicos al servicio de los demás ministerios, la contraloría, la procuraduría, la fiscalía, la rama judicial, y el poder ejecutivo y legislativo. Lo que si me consta es el calvario que viven los demás pensionados, o los llamados ciudadanos de ruana. “Todavía no hay respuesta, vuelva otro día”
Tal vez mis colegas de Noticias Uno, la red independiente, se interesen a complementar esta denuncia, en su espacio, “Que tal esto”, o por qué no, en su espacio, “Lo que indican los indicadores”
Por el momento no nos queda más que seguir eligiendo gobernantes que puedan asegurar el continuismo con la esperanza de obtener un puesto de trabajo que nos permita sobrevivir y jubilarnos, nada más cierto que la vieja frase que reza: “Los pueblos merecen sus gobiernos”
“Sólo pueblos lucidos que se hagan a gobiernos interinos, conocerán el verdadero significado de la riqueza y se deleitarán con sus mieles”. Apostólides
Bibliografía:
¡De todo lo malo, líbranos Señor! y “La mula de Troya”, novelas que narran el proceso de evolución mental de los nuevos habitantes de Coin de Terre. En estas obras podemos estudiar todos los aspectos del desarrollo socio-político de este pueblo que por la vía democrática logra su independencia de Suiza. Para tener acceso gratuito a estos dos libros y muchos más, es suficiente ingresar a la página www.editorialrove.com
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