miércoles, 20 de febrero de 2019

Tan fácil hablar de guerra..

Por: Rafael Orduz



El presidente Duque no respondió a la insistente pregunta del periodista, que solo solicitaba un sí o un no: ¿está Colombia dispuesta a servir de plataforma para una incursión militar en Venezuela?
No hubo respuesta, más allá de su insistencia en el cerco diplomático al régimen de Maduro. No hubo un no a la posibilidad de la intervención militar. El apoyo de algunos sectores en redes sociales a una eventual injerencia armada para tumbar a Maduro no se hizo esperar.
Es muy fácil hablar de guerra cuando no se ha vivido una. Es cierto que, según Memoria Histórica, hubo más de 220.000 muertos en cinco décadas de conflicto, millones de desplazados y decenas de miles de desaparecidos. Sin embargo, a pesar de ello, las cifras están lejos de parecerse a las barbaridades ocurridas en las guerras mundiales o en conflictos como el de Vietnam.
De hecho, la estupidez del Eln asesinando jóvenes cadetes en la General Santander, así como la postura de Duque frente a la crisis venezolana le han permitido repuntar en el índice de favorabilidad que, aunque inferior al de quienes lo aplauden, está 15 puntos por encima de las penúltimas mediciones.
Muchos colombianos no hemos vivido una guerra y, por ello, algunos se sienten con pasaporte para opinar a favor de ella. Es fácil prender la mecha y muy difícil frenar una guerra. Imagino que aplauden la guerra siempre y cuando los muertos los pongan otros.
Las consecuencias, en términos de vidas humanas e infraestructura destruida, son impredecibles. Sin tener en cuenta que, probablemente, sea la opción más favorable a Maduro. Los colectivos armados, de lejos, suman más hombres que la fuerza pública venezolana, amén del tamaño de Venezuela (920.000 km²), que no es ni Granada ni Panamá. Las llamadas intervenciones militares de corte quirúrgico han sido verdaderas carnicerías a juzgar por lo ocurrido en Irak y otras latitudes.
Desde luego que Maduro y su cúpula tienen que irse. Han quebrado al, quizás, país más rico de América Latina, al que en los 60, 70 y 80 emigraron millones de colombianos que encontraron su futuro allí. La corrupción de altos mandos militares y funcionarios es rampante.
Sin embargo, la salida de Maduro debe ser pacífica, enmarcada en una transición que conduzca, sin intervención militar de terceros, a la convocatoria de elecciones libres.
La respuesta de Duque a si Colombia favorece la intervención militar no la puede dar Trump. Somos soberanos.

Reflexiones al tema pensiones

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