viernes, 9 de mayo de 2014

"Zuluaga"

Por ELTIEMPO.COM, :  08 de Mayo del 2014

Ricardo Silva Romero

Qué diablos vamos a hacer entre el fuego cruzado de esta primera vuelta tan baja que parece la segunda. Ya solo quedan 15 días para tomar una decisión.
Sé poco, pero sé que no hay la menor posibilidad de que vote por Zuluaga. Porque le vendió el alma a Uribe: punto. Porque él no es él, sino su jefe; él no es un hombre, sino un pueblo aterrado que siempre está a un paso de tener sentido, a una “ene” de llamarse a sí mismo “nación”. Por supuesto: si el mundo es un trancón, entonces “los políticos” son los carros que se van detrás de la ambulancia. Claro: tendríamos que estar hechos a vivir a pesar de Colombia, sí, de los gobiernos que elegimos y de las guerras que ignoramos. Y sin embargo votamos. Y yo me niego a hacerlo por Zuluaga, y más si sube en las encuestas (11 %, 14 %, 19 %…), porque en el melodrama colombiano ha asumido el papel del insensato que grita “¡castrochavismo!”.
Vaya usted a saber quién es. Si la persona sigue adentro del personaje, si detrás de la parafernalia aún está el hombre serio que dicen que fue. Pero el candidato Zuluaga, heredero del arte de parecer un paisano frentero, se la ha jugado toda por encarnar a aquella derecha tan trastornada que se cree “el centro”. Cuenta la leyenda que Zuluaga, “como hijo de la provincia”, representa a “los millones de colombianos que no se van a arrodillar ante el terrorismo”, a “los patriotas” que están seguros de que este gobierno es socio de las Farc: “Presidente Santos, respóndale al país...”, cobra Zuluaga por ahí como si él no estuviera debiendo.
Fe de erratas: donde Zuluaga dice “queremos la paz sin impunidad” debe decir “queremos que esto siga igual”.
Zuluaga es hoy la histérica añoranza por Uribe, y lo peor del conservadurismo (es Zuluaga entre comillas), pero también la perplejidad ante los bandazos de este gobierno que no ha sido lo uno ni lo otro. Quién sabe quién sea Santos: vaya usted a saber si es el afiebrado que gritó “Uribe es el mejor presidente que ha tenido Colombia”, el cuerdo que declaró “Uribe le ha hecho mucho daño al país”, el envalentonado que aseguró que Petro “fue sin duda un mal alcalde”, el temeroso que susurró “qué bueno tenerlo otra vez de alcalde”, el estadista que animó al Procurador a actuar “no importa a quién tenga que tocar”, el investigado que reveló que de ser reelegido revisará las temibles facultades de la Procuraduría.
Sea quien sea, el panorama de las elecciones es tan ridículo y tan trágico que Santos es el Mockus de esta vez: tampoco quiere ganar, pero también –muy a pesar de sí mismo– tiene en sus manos la posibilidad de evitar que a Colombia se le vayan cuatro años más siendo este triste dominio de señores feudales y siervos sin tierra que solo se ponen de acuerdo a la hora de celebrar los tiros en el palo de su selección, “¡uy!”.
Yo no creo que Santos se atreva a ser liberal: no creo que él, el contratante del sinuoso J. J. Rendón, tenga el coraje para encarar el contraataque de esa derecha –“¡uribordolondoñismo!”– que ha logrado que la infamia “hemos sido suaves con la izquierda” suene a cierta. Si entrecierro los ojos, no solo veo la recta final de otra campaña vacilante pero sucia pero pobre que tardaremos 48 meses en sanar, sino cuatro largos años de un segundo gobierno –así es: Santos va a ganar por poco– saboteado, hackeado por la ira de los terratenientes: quiera Dios que sea mi miopía. Pero mucho me temo que Colombia sigue siendo “su versión contra la mía”. Que donde dice “uribismo” debe decir “élite implacable” y donde dice “santismo” debe decir “élite floja”.
Y aquí, en la mitad, usted y yo. Qué diablos vamos a hacer entre el fuego cruzado de esta primera vuelta tan baja que parece la segunda. Ya solo quedan 15 días para tomar una decisión. Y yo solo sé que no hay la menor posibilidad de que vote por Zuluaga. Y que si no fuera el país de uno, sería una buena trama.
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Ricardo Silva Romero
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