domingo, 11 de mayo de 2014

¿Otra reforma tributaria?

Por: Rudolf Hommes,  10 de mayo de 2014

Rudolf Hommes

Los hallazgos ameritarían mayores impuestos, si no fuera porque parte se convierte en 'mermelada'.

En la entrevista que organizó Portafolio con los asesores de los candidatos, todos ellos estuvieron de acuerdo con la necesidad de llevar a cabo una reforma tributaria. El viernes pasado, en un foro de la Asociación Bancaria, su presidenta presentó argumentos muy interesantes en contra de esa idea. El más contundente es el de que no se necesita la reforma porque el recaudo ha sido excelente y al Gobierno le sobran recursos. Ella aclaró, sin embargo, que no está considerando los recursos que se necesitarían para la paz. Otros participantes creen que si el impuesto a las transacciones financieras se desmonta y expira la vigencia del impuesto al patrimonio, aun sin tener en cuenta el postconflicto, es indispensable aumentar otros tributos, porque las necesidades de financiación son enormes.
Otro tema que se trató es el de los impuestos al capital. La directora gremial manifestó que son nocivos para la inversión y podrían causar fugas de capital y serios desajustes en el mercado de capitales, por ejemplo, en el caso de que se establezcan impuestos a los dividendos, algo que propone el director de la Dian y que ahora parece gustarle a Mauricio Cárdenas. Este es uno que se evita fácilmente y que tiene efectos muy negativos, como una baja generalizada en los precios de la bolsa, por ejemplo, y cuya tarifa neta no puede exceder la del impuesto a las ganancias de capital.
La oposición del gremio a los gravámenes al capital no coincide con lo que opina, entre otros, el director de Fedesarrollo, que se expresó muy vehementemente en favor del impuesto a los dividendos, y no está sintonizada con la discusión que se ha llevado a cabo en el mundo durante el último mes a raíz de la publicación en inglés del libro de Thomas Piketty (Capital in the XXI Century), que ha provocado una lluvia de columnas y reseñas, la mayoría a favor de sus ideas centrales.
Un aporte importante de este libro es una metodología para medir la concentración del ingreso al nivel más alto de la pirámide social (el 1 por ciento más alto) y la tendencia que dicha concentración ha tenido desde 1970 en Europa y Estados Unidos, cuando la relación entre el capital y el ingreso comenzó a aumentar más rápidamente. Históricamente, esto ha sido lo más frecuente durante períodos muy prolongados.
Se revirtió entre 1914 y 1970, aproximadamente, por las dos guerras mundiales, que causaron grandes pérdidas, y el auge posterior a 1945, pero desde hace varias décadas el capital ha vuelto a crecer más que el producto, lo que da lugar a niveles de concentración del ingreso como los que existían antes de 1914, y al surgimiento de una nueva clase rentista de enorme riqueza y excesivo poder económico y político.
Facundo Alverado y Juliana Londoño, colegas de Piketty, utilizando la misma metodología, encontraron que en Colombia el uno por ciento más rico recibe ingresos que representan un poquito más que el 20 por ciento de los ingresos totales (casi lo mismo que en Estados Unidos) y que la tasa promedio de tributación a ese nivel oscila entre 6 y 7 por ciento. Después de impuestos, este alto nivel de concentración casi no cambia, lo que indica que el sistema tributario no cumple un papel distributivo, como lo hace en otros países.
Estos hallazgos justifican una revisión a fondo de la estructura tributaria y de gasto en Colombia, y ameritarían mayores impuestos, entre ellos los gravámenes al capital, si no fuera porque la estructura clientelista de asignación y aplicación del gasto convierte buena parte de los impuestos en ‘mermelada’.

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