Según el DANE, en Colombia hay un millón de empleadas domésticas
Andrea Londoño, promotora del proyecto @Empleadas_Hogar, que defiende los derechos de estas mujeres, dice que en la mayoría de casos no tienen un salario justo ni cuentan con seguridad social y trabajan más de ocho horas.
Andrea Londoño trabaja en el área de comunicaciones de la Escuela Nacional Sindical. / Juan Pablo Valderrama
En Colombia existe, según el DANE, un millón de empleadas domésticas. Un gran porcentaje de esta cifra corresponde a mujeres afro que tienen que dejar a sus hijos para ir a cuidar los hijos de otros, lo que genera una cadena de desigualdad difícil de terminar pero fácil de contrarrestar. ¿Cómo? Apelando a la justicia social, un salario mínimo, seguridad social, horas laborales limitadas y un buen trato, elementos que contribuyen para que estas mujeres tengan mejor calidad de vida, lo que resulta a la vez en mejor calidad de vida para los empleadores.
Andrea Londoño es comunicadora social periodista de la UPB y especialista en comunicación política de Eafit. Hace algunos meses comenzó a trabajar por las empleadas domésticas de Antioquia. Su reclamo es claro y contundente: salario mínimo, seguridad social, buen trato y horas laborales limitadas. Su trabajo silencioso, desinteresado y arduo merece un aplauso y el eco de los medios de comunicación, pues además de hacerlo ad honorem, sin recursos y con un pequeño grupo de amigos, invierte todo su tiempo en esta iniciativa. El Espectador habló con ella sobre los retos de lograr justicia social para un millón de mujeres que lo dejan todo por facilitarle la vida a la gran mayoría de quienes están leyendo esta entrevista.
¿De qué se trata el proyecto con las empleadas domésticas?
Desde que nacieron mis hijas, al contratar por primera vez una empleada doméstica interna me di cuenta de la cadena de inequidad social que estaba fomentando. En las primeras conversaciones con ella supe que había dejado a sus hijas pequeñas para venir a trabajar a mi casa y una vecina suya hizo lo mismo; con eso se alimenta una cadena en la que las mamás tercerizan el cuidado de los hijos. Rápidamente noté que el problema no era la tercerización del cuidado de los hijos, sino la ausencia de derechos laborales para las empleadas domésticas. Tuve luchas internas con mi marido para solucionar este problema y lograr cierta coherencia. Hace un tiempo, y gracias a las redes sociales, comencé a desarrollar el proyecto @Empleadas_Hogar, para hablar de los derechos de estas mujeres.
¿Hace cuánto comenzó con el proyecto?
Hace dos años. Durante mi especialización dediqué todos los talleres a hacer trabajos que me permitieron construir una plataforma para el proyecto. Lo logré.
¿Cómo reunió a las empleadas?
Empecé sola, con hipótesis personales. Por fortuna encontré que la Escuela Nacional Sindical estaba en función de consolidar el primer sindicato de empleadas domésticas afro en Medellín. Me ofrecí para hacer el trabajo de comunicaciones y desde entonces apoyo la tarea. Iniciamos el programa con 24 mujeres, hoy son 150.
¿Cuántas empleadas domésticas hay en Colombia?
El Ministerio de Trabajo habla de 750.000, pero dado el gran subregistro, el DANE calcula que es un millón de mujeres. Es la mayor fuente laboral urbana femenina en Colombia.
¿Cuál es la tarea más urgente a desarrollar con estas mujeres?
Conseguir recursos económicos para meterle el diente a la tarea de visibilizarlas como sujetos con derechos laborales plenos ante los empleadores. Los empleadores aún no son emocionalmente conscientes del abuso que cometen. Materializar acciones como pagarles el mínimo, afiliarlas al seguro social, pagarles las vacaciones, no exigirles más de ocho horas de trabajo, son tareas duras en las que nos tenemos que enfocar.
Cuando menciona los recursos, ¿ya hay alguien apoyando el proyecto?
Aún no económicamente, pero sí con mano de obra. Se necesita dinero para hacer una campaña como se debe hacer.
¿Cuáles son los abusos más recurrentes contra las empleadas domésticas?
No pagarles el salario mínimo es el más recurrente, pues el ingreso promedio mensual es de $300.000. Otro abuso es la jornada laboral ilimitada, pues para las internas son 10 horas, según la ley. Sabemos que los abusos contra las internas son increíbles. Se levantan antes que el primero de la casa y se acuestan después del último. Otro abuso recurrente es la falta de afiliación a la seguridad social.
Muchos jefes les tienen pánico a los sindicatos y esto podría ser contraproducente para las empleadas, porque las señoras de la casa podrían despedirlas por hacer parte de este proyecto y del sindicato. ¿Cómo han manejado ese tema?
Hay unos niveles de riesgo que hemos visibilizado con estas mujeres valientes. Hay miles de historias de sindicalistas que han perdido sus empleos y sus vidas por la defensa de sus derechos laborales, pero creo que es un costo necesario. Colombia necesita un sindicalismo fuerte como otro de los actores sociales activos en la democracia. Fortalecer los sindicatos es fortalecer la democracia.
¿Cuál debe ser el salario de una empleada doméstica, interna o externa?
El Convenio 189 de la OIT, que dio lugar a la Ley 1595 de Colombia, en donde se les dan derechos laborales plenos a las empleadas, las iguala al resto de los trabajadores colombianos. Se habla entonces de pagarles el mínimo, con una diferencia, y es que el 30% se puede pagar en especie (comida y dormida), siempre y cuando esto se acuerde entre empleador y empleada antes del comienzo del contrato laboral. Para las externas, simplemente se divide el salario mínimo por 30 y el resultado se multiplica por los días laborados. A esto se suma el subsidio de transporte.
¿Cómo reportan las empleadas domésticas los abusos de los cuales son víctimas?
El Gobierno tiene la línea #120, a la que pueden llamar desde cualquier celular de manera gratuita y hacer la denuncia. Recientemente abrimos la página www.trabajadorasdomesticas.org. Ahí nos pueden escribir, para que nosotros remitamos la queja a unos consultorios jurídicos.
La figura de las empleadas domésticas no es común en países desarrollados. Sin embargo, en Colombia esa figura está bastante arraigada. ¿A qué se debe?
Cuando llegaron los españoles, las indias se convirtieron en sus sirvientas y esclavas. Desde ahí, los criollos mal aprendimos que para tener estatus había que tener servidumbre. Parece que esa herencia cultural nefasta ha llegado hasta nuestros días, mostrando absurdos como el de mujeres que salen a trabajar por el mismo salario que le pagan a su empleada doméstica.
*Periodista de La FM
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