por: unperiodico, nov. 09 de 2013
Por: John Fabio Acuña C.,
Profesor Asociado Departamento de Ingeniería Civil y Agrícola - Universidad Nacional de Colombia
Profesor Asociado Departamento de Ingeniería Civil y Agrícola - Universidad Nacional de Colombia
El sector agrario nacional tiene un inmenso atraso científico y tecnológico que va en contravía de las exigencias del competitivo mercado global. El diseño, la ingeniería y la biología, entre otras, deben trabajar de la mano para innovar los procesos rurales. Este reto poco se discute en la actualidad.
Según datos de la Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), para el año 2030 se requerirá un aumento del 40% en la producción mundial de alimentos. Para satisfacer esa demanda, la mirada está puesta en regiones como África y América del Sur, debido a que cuentan con más de 800 millones de hectáreas de las 1.600 millones necesarias para agregar a la producción mundial.
Lo anterior es clara muestra de la necesidad de optimizar la productividad rural, y por esta razón, debe verse como una gran oportunidad para el sector agropecuario colombiano, dadas las ventajas que ofrece un clima favorable y la disponibilidad de agua y suelos fértiles a lo largo y ancho del territorio.
Es necesario reconocer que la dinámica mercantil global exige la constante innovación en productos y servicios para conquistar y mantener porciones del mercado, más ahora con los tratados de libre comercio vigentes, suscritos y actualmente en negociación.
Sin embargo, los análisis de estructuras de costos de producción en el país, al ser comparados con los de naciones como Estados Unidos, llevan a concluir que la mayor parte de los problemas de competitividad de la agricultura colombiana están asociados con aspectos tecnológicos. Esta conclusión es similar en los estudios de competitividad de varias cadenas productivas.
En el campo se siguen apreciando aspectos de control y manejo técnico y científico que son susceptibles de mejora o de creación e implementación, ya que en algunos casos son inexistentes.
Es necesario impulsar una cultura de la medición que permita tener criterios más amplios que ayuden a tomar decisiones sobre los sistemas de producción y manejo tanto en agricultura como en ganadería. Llevar un control y registro de las variables que inciden en los costos de producción (por ejemplo los impactos ambientales y la eficiencia de los procesos) permite canalizar los esfuerzos en la obtención de soluciones que realmente originen impactos positivos en la relación costo-beneficio.
Más interdisciplinar
Actualmente, existen problemas por la estandarización de ciertos procesos agrícolas cuando deberían tenerse en cuenta las diferentes relaciones de agua, suelo, planta y clima que se pueden encontrar en cada sistema. Es el caso de la aplicación de fertilizantes compuestos, que redundan en una costosa e inadecuada dosis nutricional para la planta por exceso o déficit.
Es trabajo de disciplinas como la Ingeniería Agrícola, la Fisioterapia, el Diseño Industrial, la Agronomía y la Biología integrarse para entregar soluciones científicas y tecnológicas puntuales en función de las particulares condiciones ambientales que, aunque aparentemente más costosas, redundan en un uso eficiente de dichos compuestos.
De igual forma, no solo es un problema el elevado nivel de pérdidas que se presenta en la mayoría de productos en la cosecha y poscosecha. También existen otros inconvenientes, como los irregulares niveles de eficiencia en los procesos, causados por el uso de herramientas inadecuadas, o los bajos niveles tecnológicos en el seguimiento de variables, los cuales inciden también en los costos.
La innovación en este campo debe organizarse a partir del trabajo multidisciplinario, donde diferentes profesiones aporten soluciones más integrales a los problemas complejos presentados en estas etapas de cosecha y poscosecha.
Estas soluciones incluyen el diseño de estructuras de protección de cultivos e invernaderos, que brinden condiciones ambientales favorables para incrementar las producciones. También la creación de herramientas que eviten lesiones en los operarios por malas posturas o movimientos repetitivos. Además, la implementación de procesos que eviten daños en los productos agrícolas por cortes, peladuras o golpes que reducen su vida en anaquel.
Aunque no lo parezca, un área vital es el desarrollo de empaques y embalajes que permitan una óptima relación del producto con el aire circundante, ya que se trata de productos vivos que respiran y transpiran durante su transporte y almacenamiento, produciendo gases, como el etileno, que aceleran su maduración y envejecimiento.
Asimismo, es prioritario innovar en el diseño de infraestructura apropiada para mantener los índices de calidad de los productos agrícolas manejados, teniendo en cuenta las condiciones ambientales de la zona de producción (temperaturas, humedades, luminosidad) y manteniendo la cadena de frío en los productos que así lo requieran.
Prototipos para el campo
Sumado al diseño de soluciones tecnológicas que brinden una respuesta integral a los problemas de eficiencia en el campo, la innovación en el sector debe enfocarse hacia una disminución en los niveles de manipulación del producto. Esto incrementa los costos por personal requerido y disminuye la calidad por el tiempo transcurrido desde el momento del corte en la planta hasta el consumidor final.
Significa que se deben suscitar varios cambios en algunos flujos y procesos del agro, los cuales solo podrán ser implementados mediante apropiados planes de transferencia tecnológica. Aquí es fundamental la participación de la comunidad, pues es con sus aportes que se podrán definir los problemas y necesidades del sector en ámbitos como el diseño, así como en la apropiación de las innovaciones generadas en el proceso.
Finalmente, la innovación en el sector debe enfocarse en el adecuado uso de los residuos de cosecha. Hay que idear nuevos procesos de transformación y manipulación que brinden un valor agregado.
Se busca que el residuo de un proceso se convierta en la materia prima de otro, de tal forma que lo que hoy llamamos basura sea un material útil, para así lograr impactos ambientales y sociales positivos para las diferentes cadenas.
En este sentido, el grupo Gestión en Tecnología, Innovación y Diseño Agroindustrial (GTI), de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá, ha acumulado una rica experiencia en proyectos de innovación cuyos resultados van más allá de las publicaciones.
La interrelación entre diferentes disciplinas es un trabajo posible que parte de un mismo objetivo: la investigación y generación de prototipos. Para ello se han combinado puntos de vista desde la ingeniería y el diseño para un proceso creativo dirigido a plantear soluciones reales al campo colombiano
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