larepublica.co, Viernes, 21 de julio de 2017
La Cámara de Representantes, al igual que el senado, siguen
siendo instituciones en deuda. hasta cuándo tolerar su desprestigio
En Colombia a
nadie la importa el desprestigio de su Congreso, mucho menos el de los
representantes a la Cámara. Todos tenemos que padecer el triste espectáculo que
nos brinda una de las instituciones más necesarias para la democracia en
cualquier país. La casi nula preparación de los representantes, el ausentismo,
el nepotismo, las componendas, la politiquería y los muchos casos de
corrupción, a nadie le interesan; es como si se aplicara a raja tabla el adagio
popular que reza que problema que no tiene solución deja de ser problema; es
como si todos los colombianos nos hubiéramos resignado a que la Cámara de
Representantes sea un ejemplo fehaciente del desgreño que viven muchas de las
regiones y el desamparo por parte de la instituciones. Nadie le pasa la cuenta
de cobro a los representantes, quienes muchos pasarán al Senado en las próximas
elecciones de marzo y otros volverán a su curúl, sin que nadie los evalúe y no
haya una institución de control y vigilancia que los pongo en orden, al menos
que cumplan con lo ordenado por la Constitución Nacional.
El pasado 20 de julio cuando cumplieron un aniversario de haber sido elegidos,
no se pudieron poner de acuerdo sobre los cuadros directivos, incluso
aparecieron más votos de los legales. Una de las elecciones de cargos debió
aplazarse para el próximo martes 24 de julio, por el caos que se presentó. Los
históricos de la Cámara decidieron organizar una sola votación en donde
nombraran presidente, primer vicepresidente y segundo vicepresidente. Pero para
la segunda vicepresidencia nadie se pudo poner de acuerdo en los nombres de los
corporados directivos y brillaron los delfines de políticos tradicionales para
hacerse elegir contra viento y marea generando una situación no extraña en la
Cámara de Representantes, hechos que desdicen de la política nacional y pone en
tela de juicio su papel en la democracia.
No podemos
olvidar que en la Cámara de Representantes -Título VI de la Constitución
Política y Ley 5 de 1992- pesan funciones legislativas, electorales,
judiciales, protocolarias y de control político. Lo más penoso de estos
episodios ya tradicionales en nuestra cultura política, es que de sus 165
representantes, 161 son elegidos por circunscripción territorial por Bogotá y
cuatro por circunscripciones especiales, tales como afrodescendientes,
indígenas y colombianos en el exterior, generándose un desamparo de muchos
intereses minoritarios, en pocas palabras: a las regiones y las minorías no hay
nadie calificado para defenderlas en el Congreso, solo un montón de políticos
mañosos que desdicen de una corporación vital para la representación de la
valiosa provincia, en donde residen todos los problemas que mantienen al país
sumido en el subdesarrollo.
Los
representantes tiene la capacidad de ejercer la función de vigilancia sobre las
acciones u omisiones que los funcionarios del Estado, especialmente los
ministros, a través de las citaciones, un mecanismo de control político mal
utilizado que no se maneja para indagar sobre el ejercicio ministerial, sino
que se usa para hacer política sin sentido. Una de las reformas
constitucionales más importantes que tiene el país (al lado de la pensional o
la de las regalías) es repensar el papel y la conformación de la Cámara, todo
en función de las necesidades de las regiones. El momento que vive la economía,
el país político y las necesidades sociales de inversión y de atención a las
minorías, obligan a pensar en el futuro de una corporación como la Cámara que
siempre ha pasado agachada en la solución de los problemas de su resorte.
Reflexiones al tema pensional
INCREIBLE: En Colombia a nadie la importa el desprestigio de su Congreso y su nula preparación de los elegidos.. http://jujogol.blogspot.com/2017/07/editorial-el-mal-ejemplo-de-los.html?spref=tw
ResponderEliminar