sábado, 18 de octubre de 2014

La desigualdad no es como la pintan... es peor

ELTIEMPO.COM, Por:  7 de mayo de 2014


Indagaciones más recientes apuntan a que la riqueza está más concentrada de lo que se cree.

La desigualdad se puso de moda. En tiempos de indignados, es éxito de librerías en Estados Unidos por obra y gracia del economista francés Thomas Piketty. Y en contacto con el francés, su colega colombiana Juliana Londoño y Facundo Alvaredo muestran que la desigualdad en Colombia –de la que se acostumbra a decir que es de las más altas de la región más inequitativa del mundo– no es como la pintan… Es peor.
¿Qué hace que un profesor rodeado de fórmulas plagadas de letras griegas, y en medio de una oficina inundada de libros, termine, al decir del New York Times, tratado como una estrella de rock?
La respuesta es su libro El capital en el siglo XXI. Lo que lo convirtió en fenómeno de ventas es que presentó en sociedad, en los países ricos, a una vieja conocida de América Latina: la desigualdad.
Los lectores estadounidenses, escandalizados, y convalecientes aún de la crisis del 2008 y 2009, se enteraron de que en los últimos 30 años se duplicó la parte de la torta del ingreso con la que se queda el uno por ciento de la gente más rica de su país.
Después de la crisis
Juliana Londoño, hoy estudiante de doctorado en Berkeley, explica que este libro llega luego de una crisis atribuida en gran parte a líderes del sector financiero con sueldos exorbitantes mientras la gente común luchaba por mantener su trabajo y pagar sus cuentas.
Hay diferencias, pero también cercanías entre la desigualdad al estilo de los ricos frente a la de países como Colombia. Una sorprendente similitud la explica Londoño: “El uno por ciento más rico en Colombia tiene más del 20 por ciento del ingreso total. Este nivel de concentración del ingreso es parecido al de los Estados Unidos, un país en el que estos resultados han llevado a un gran debate público sobre desigualdad y política tributaria”.
Pero un inquietante hallazgo de Londoño, en su trabajo junto a Facundo Alvaredo –bajo la supervisión de Piketty–, es que la dimensión de la desigualdad en Colombia supera el dato oficial. Este dato sale de las encuestas de hogares, y, entre otras cosas, “puede que los ricos estén menos dispuestos a revelar el total de sus ingresos ante un encuestador del Dane que frente a una autoridad como la Dian”.
Por eso, Alvaredo y Londoño buscaron las declaraciones de renta y encontraron que en los niveles más altos de la población los ingresos son superiores a los que revela la encuesta del Dane.
Resultado mayor
En últimas, si en el 2010 la medida de desigualdad (el coeficiente de Gini) era de 55,4, su corrección con base en el pago de impuestos da 58,7. Entre más cercano a 100, hay más desigualdad, y entre más cercano a cero, hay mayor equidad.
¿Por qué ese deshonroso ‘liderazgo’ para Latinoamérica y, a su vez, para Colombia dentro de esa región?
“Las explicaciones, que son variadas –dice Londoño–, incluyen las instituciones ‘extractivas’ que tenemos arraigadas desde la época colonial, hasta la política tributaria, que es muy débil. Sin embargo, estudios en años recientes han mostrado que la desigualdad en la región ha caído. Las políticas de transferencias condicionadas (por ejemplo, Familias en Acción en Colombia) han jugado un papel importante”.
Empleados y rentistas
En el caso de los países desarrollados, especialmente Estados Unidos, Piketty descubre otra razón para que florezca la concentración de la riqueza. Con los recortes de impuestos, las decisiones de los gerentes se desviaron hacia el aumento de sus propios sueldos, en detrimento de la expansión empresarial y del empleo. En consecuencia, en la punta de la pirámide de la riqueza hay más empleados y asalariados que rentistas y dueños del capital.
“El fenómeno de los presidentes ejecutivos -dice Juliana Londoño- y los exorbitantes salarios del sector financiero, las superestrellas y los deportistas, ha tenido un impacto importante sobre la desigualdad en Estados Unidos, con implicaciones trascendentales para la política tributaria”.
En Colombia, en cambio, se mantiene lo tradicional. Entre los más ricos predominan rentistas y dueños del capital.
Tributos, los sospechosos de siempre
Una de las razones que encuentra Piketty para la mayor concentración de la riqueza en Estados Unidos es que en las últimas décadas, en la medida en que han aumentado las tajadas del ingreso de los más ricos, a ellos les han bajado las tarifas de impuestos.
En el caso de Colombia, un equipo de la Ocde, del que hizo parte Juliana Londoño, concluyó que el sistema de impuestos poco sirve para redistribuir el ingreso y que los impuestos, como porcentaje de todo lo que produce la economía, son muy bajos en comparación con países desarrollados.
Con base en ese tipo de hallazgos, influyentes instituciones como la misma Ocde o la Cepal vienen reclamando mayores impuestos para los más ricos.
Londoño señala que “el impuesto de renta de personas naturales en Colombia se caracteriza por una gran cantidad de beneficios tributarios que erosionan la base sobre la que se cobra el tributo, favorecen a los más ricos y aumentan las oportunidades de evadir impuestos”.
Junto con Alvaredo, pudo ver que en Colombia el ingreso después de impuestos en los niveles superiores es casi tan alto como el ingreso antes de impuestos.
Y agrega: “Que yo sepa, aún no se ha evaluado el impacto de la reforma tributaria del 2012 sobre la distribución del ingreso. Sería muy importante hacerlo”.
MAURICIO GALINDO
Editor de Economí

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